viernes, 2 de febrero de 2018

El poder de la oración

… dijeron los hijos de Israel a Samuel: «No ceses de clamar por nosotros a Jehová, nuestro Dios, para que nos guarde de manos de los filisteos. 1 Samuel 7;8 
Un día que estaba profundamente preocupada por un ser querido, encontré ánimo en una parte de la historia de Samuel, un sabio líder de los israelitas. Leer sobre su intercesión por el pueblo de Dios al enfrentar un problema, intensificó mi decisión de orar por esa persona a quien yo amaba.
Los israelitas se enfrentaban a la amenaza de los filisteos, quienes los habían derrotado anteriormente cuando el pueblo de Dios dejó de confiar en Él (1 SAMUEL 4).
Después de arrepentirse de sus pecados, se enteraron de que los filisteos iban a atacarlos. Sin embargo, esta vez le pidieron a Samuel que continuara orando por ellos (7:8), y el Señor respondió claramente creando confusión entre sus enemigos (verso 10). Aunque los filisteos eran más poderosos que los israelitas, el Señor era más poderoso que todos ellos.
Cuando sufrimos por los desafíos que enfrentan aquellos a quienes amamos, y tememos que la situación no cambie, puede que nos veamos tentados a creer que el Señor no va a actuar. Pero nunca deberíamos subestimar el poder de la oración, ya que nuestro Dios amoroso escucha nuestras plegarias. No sabemos cómo obrará en respuesta a nuestras peticiones, pero sí sabemos que nuestro Padre anhela que nos aferremos a su amor y confiemos en su fidelidad.
Padre, me asombra cómo escuchas
y respondes mis oraciones.
Dios nos oye cuando oramos.

¿Hay pruebas de que Dios contesta las oraciones?

Podrían citarse innumerables historias de enfermedades curadas, exámenes superados, arrepentimiento y perdón otorgado, relaciones restauradas, niños hambrientos alimentados, recibos pagados, y vidas y almas salvadas a través de la eficacia de la oración. Así que, sí, hay muchas evidencias de que Dios contesta las oraciones. Sin embargo, la mayoría de las evidencias son personales, lo cual molesta a muchos que solo piensan en la “evidencia" como algo observable, medible y que reproduce algo.
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La Escritura enseña claramente que las oraciones son contestadas. Santiago 5:16 afirma que “La oración eficaz del justo puede mucho." Jesús enseñó a sus discípulos que "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queráis, y os será hecho." (Juan 15:7)1 Juan 3:22 se hace eco de esta verdad, diciendo que "cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de Él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de Él. "


Además, las Escrituras están repletas de historias de oraciones contestadas. La oración de Elías por fuego del cielo (2 Reyes 1:12), la oración de Ezequías para liberación (2 Reyes 19:19), y la oración de los apóstoles por denuedo (Hechos 4:29) son solo tres ejemplos. Puesto que estos relatos fueron escritos por testigos oculares de los hechos, constituyen pruebas claras de la oración contestada. Se podría, por supuesto, replicar que la Escritura no presenta evidencias observables en el sentido "científico". Sin embargo, ninguna declaración de las Escrituras ha sido refutada concluyentemente, por lo que no hay razón para dudar de su testimonio. De hecho, llamar algunos tipos de pruebas como "científicas" y otras como "no científicas" es una distinción artificial y difusa. Esta distinción puede hacerse solo a priori, es decir, antes de la evaluación de los datos. En otras palabras, la elección de evaluar la eficacia de la oración solo a la luz de las evidencias observables, no es una decisión motivada por datos sino por compromisos previos filosóficos. Cuando esta restricción arbitraria es relajada, los datos bíblicos hablan claramente por sí mismos.

En ocasiones, diversos grupos de investigadores han llevado a cabo un estudio científico sobre la eficacia de la oración. Sus hallazgos son generalmente que la oración no tiene ningún efecto (o incluso un efecto negativo) en, por ejemplo, el tiempo de recuperación promedio de personas en la atención médica. Pero, ¿cómo hemos de entender los resultados de estudios como estos? ¿Hay alguna razón bíblica para oraciones no contestadas?

Salmos 66:18 dice: "Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado." Asimismo, 1 Juan 5:15 relaciona nuestra recepción de "lo que pedimos" con nuestra obediencia a los mandamientos de Dios. Santiago señala que "Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites." (4:3). Así, pues, unas razones para oraciones no contestadas son los pecados inconfesos y las malas motivaciones.

Aunque un amigo te haya fallado

Es triste y lamentable que alguien al que considerabas tu amigo te decepciona de la peor manera. ¡Qué sorpresa tan grande es descubrir que lo que pensabas que era esa persona, era solo un espejismo! Y hoy, que lo ves tal cual es, sin máscaras ni maquillaje, solo puedes sentir un dolor profundo causado por la traición y la desilusión.
Aunque Jesús sabía que Judas lo traicionaría, eso no evitó que en su corazón Él sintiera angustia, dolor y pesar. De la misma manera debió sentirse cuando Pedro lo negó en tres ocasiones, o ante la incredulidad de Tomás cuando no creyó ante Él que había resucitado. Habían caminado y estado con Jesús, y sin embargo no lo conocían plenamente. En momentos en que la amistad no había sido suficiente, sintieron temor o incredulidad y se dejaron llevar por ellos.
A veces tenemos en nuestra lista, a supuestos amigos que si no ven, no creen. Que prometen que estarán contigo, pero cuando llega el momento critico, se esconden, abandonan, huyen o desaparecen. Olvidan sus promesas, faltan a su integridad. Esos dolores son parte de la vida. En el mundo siempre habrá gente así. Más no los odies, mejor eleva una plegaria a Dios por ellos y, aunque sea difícil, deséales lo mejor. Porque si decides desear lo peor para ellos, solamente lograrás atraer a tu vida la negatividad y los sentimientos que destruyen el alma. Ya ves que la vida es un boomerang, lo que sembrares un día recogerás.

El Verbo divino

En el evangelio del apóstol Juan se lee una introducción teológica sobre el verbo, En el principio era el Verbo, el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios. Juan 1:1. Es una expresión que hace alusión directa a la palabra de Dios, que genera vida y su materialización en Jesucristo, hijo de Dios hecho hombre.
Resultado de imagen de el verbo divinoEste concepto de verbo divino es, sin duda, una de las más profundas descripciones de la naturaleza inherente a Dios, en tanto palabra, en lo que pasó a ser (el Dios viviente) y lo que significó (sus enseñanzas). 
1. “En el principio era el verbo…”
a). El verbo, desde un punto de vista meramente lingüístico, se constituye en el valor intrínseco e inherente de cualquier enunciado. Sin él ninguna oración tendría un significado total. Podemos ver en este primer verso teológico de Juan, la importancia de establecer que el verbo se constituyó en el ser y/o estado espiritual en el cual las cosas fueron hechas.
b). El verbo es la parte más importante del lenguaje porque expresa acciones y estados: Así es como se puede justificar que la palabra haya existido desde el origen y principio de los tiempos. Por ella Dios ordenó a las cosas que existiesen, y por ella Él se manifestó ante sus hijos.
2. El verbo hecho carne
a. El verbo tiene el poder divino, manifestado a través de su corporeidad física y espiritual en Jesús: Esta palabra de Dios, profetizada por tantos hombres creyentes, se hizo realidad en Jesucristo, el hijo de Dios, en la forma humana.
b. “Jesucristo, imagen de Dios invisible” (Colosenses 1:15): Así el verbo se hizo carne y por lo tanto, la promesa se hizo realidad, como fiel reflejo del poder de la palabra de Dios.