domingo, 23 de abril de 2017

El rescate de la condición original

El hombre, en su inmensa arrogancia, abriga mediante la ciencia su terquedad de corazón. En un principio fuimos hechos a imagen y semejanza de nuestro Padre, pero recuerden hermanos, que somos una copia imperfecta y finita de algo inconmensurable, infinito, inigualable, y sin embargo, intrascendental por nuestra parte. Son precisamente las cualidades del Padre las que anhelan los hombres; hombres de espíritu rebelde que quieren sus cualidades, sí, pero no cumplimos sus mandamientos.
Resultado de imagen de El rescate de la condición originalQueremos llegar a la inmortalidad matando, llegar a la sabiduría ocultando, llegar a los cielos aunque para ello tengamos que quemar la tierra. Ése es el camino por donde anda transitando una gran parte de nuestros congéneres. Veamos y valoremos, en esta edad, cómo la ciencia es el arma empleada por los hombres, pero la ciencia aniquila, disminuye, empobrece, resta. Nada es dado a cambio de nada, todo tiene un precio, pero el día que el hombre acepte la palabra del Padre, cuando la historia sea consumada, cuando sea la hora del fin de las cosas, aquellos que prevalecerán, serán los que han andado por el camino recto sin sentarse a descansar aunque sus pies estén agrietados; serán los que así hayan sido. Verán, reconocerán, admirarán, y entonces dirán: la Gloria de Dios es abundante, compensadora y suficiente; fuera de ella todo carece de fundamento.

El Padre Celestial creó al hombre y a la mujer para que multiplicaran la humanidad, la más preciada de sus obras, para que se multiplicaran en número al amparo de su Gloria, por toda la eternidad. Este fue y sigue siendo el objetivo del Padre para nosotros.
Oh padre tan misericordioso, tan magnánimo, que creas pero creas con libertad, que no pides nada a cambio de la vida que das, no pides nada por los dones que regalas; el bien solo en el bien se sustenta.

¿Dónde está Dios?

Sally saltó del asiento donde se encontraba cuando vio salir al cirujano. Llevaba quién sabe cuántas horas de amarga angustia esperando noticias acerca de su pequeño, al que había llevado a aquel hospital gravemente enfermo.
-¿Cómo está mi pequeño? ¿Va a ponerse bien? ¿Cuándo lo podre ver?
– Lo siento, hicimos todo lo que estuvo a nuestro alcance.
Dios, cielo– ¿Por qué a los niños les da cáncer? ¿Acaso Dios ya no se preocupa por ellos? Dios, ¿dónde estabas cuando mi hijo te necesitaba?
– Una de las enfermeras saldrá en un momento para dejarle pasar unos minutos con los restos de su hijo antes de que sean llevados a la Universidad.
“Sally pidió a la enfermera que la acompañara mientras se despedía de su hijo. Recorrió con su mano su cabello rojizo. La enfermera le preguntó si querría conservar uno de los rizos. Sally asintió. Cortó el rizo, lo colocó en una bolsita de plástico y se la entregó”.
Sally, mirando tiernamente a la enfermera, comentó:
– Fue idea de Jimmy donar su cuerpo a la Universidad para ser estudiado. Dijo que podría ayudar a alguien más. Es lo que deseaba. Al principio me negué, pero me dijo: ¡Mami, no lo usaré después de que muera, y tal vez ayudará a que un niñito disfrute un día más junto a su mamá. Mi Jimmy tenía un corazón de oro, siempre pensaba en los demás y deseaba ayudarlos como pudiera.
Salió del Hospital Infantil por última vez, después de haber permanecido allí la mayor parte de los últimos 6 meses, y colocó la maleta con las pertenencias de Jimmy en el asiento del coche, junto a ella. Fue difícil conducir de regreso a casa, y más difícil aún entrar a una casa vacía.

Grato olor

Pero gracias a Dios, que nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y que por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. 2 Corintios 2;14
La escritora Rita Snowden cuenta que, una tarde, sentada en el exterior de un café en Dover, Inglaterra, mientras disfrutaba una taza de té, sintió un aroma delicioso. Rita le preguntó al camarero de dónde venía, y éste respondió que era la gente que pasaba. La mayoría de los pueblerinos trabajaban en una fábrica cercana de perfume, y cuando regresaban a su casa, llevaban por la calle la fragancia que les impregnaba la ropa.
¡Qué hermosa imagen de la vida cristiana! Como dice el apóstol Pablo, somos el grato olor de Cristo, y llevamos su fragancia a todas partes (2 Corintios 2:15). Pablo usa la imagen de un rey que regresa de la batalla emanando el aroma celebrador del incienso por el aire, para declarar su grandeza (verso 16).
Según Pablo, esparcimos el aroma de Cristo de dos maneras. Primero, a través de nuestras palabras, cuando hablamos sobre nuestro hermoso Señor. Segundo, con nuestra vida, al hacer obras de sacrificio como el de Cristo (Efesios 5:1-2). Aunque no todos aprecien la fragancia divina que emanamos, será como una esencia de vida para muchos.
Snowden captó un aroma y quiso conocer su fuente. Cuando seguimos a Jesús, nosotros también quedamos impregnados de su fragancia, y llevamos su aroma a las calles a través de nuestras palabras y obras.

Señor, que podamos llevar y comunicar tu belleza a los demás.
Somos el aroma de Cristo para los demás.

Déjate guiar

Jehová había dicho a Abram: «Vete de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.  Génesis 12;1
Para nuestro aniversario de bodas, mi esposo alquiló una bicicleta tándem para que disfrutáramos de una romántica aventura juntos. Al empezar a pedalear, me di cuenta de que, como yo iba atrás, los amplios hombros de mi esposo tapaban mi visión del camino. Además, mi manubrio era fijo y no afectaba a la dirección de la bicicleta. El manubrio frontal era el que determinaba nuestra dirección; el mío servía solo para apoyarme. Tenía la opción de sentirme frustrada por mi falta de control o disfrutar del paseo y confiar en que Mike nos guiaría a salvo por el camino.
Cuando Dios le pidió a Abram que dejara su tierra y su familia, no le dio demasiada información respecto al destino. Nada de coordenadas geográficas. Ninguna descripción de la nueva tierra o de sus recursos naturales. Ni siquiera una indicación del tiempo que llevaría llegar allí. Dios simplemente le dijo que fuera a la tierra que le mostraría. La obediencia de Abram a la instrucción divina, a pesar de la falta de detalles que la mayoría de los humanos anhela, se le atribuye como fe (Hebreos 11:8).
Si nos enfrentamos a la incertidumbre o a la falta de control en nuestra vida, imitemos el ejemplo de Abram de confiar en Dios y seguirlo. Él nos guiará bien.

Señor, ayúdame a confiar en ti en los momentos inciertos de mi vida.
Podemos confiar en la guía de Dios.