domingo, 8 de diciembre de 2013

Me hablas – Meditación


Puedes escuchar a Dios todos los días.

Deberías escucharle todos los días. Dios espera que sus hijos, los que le conocen personalmente y conocen su Voluntad y su Palabra, le toquen a Él personal y directamente, que establezcan contacto directo con Él, y no a través de la fe o las oraciones de otras personas.

Si te detienes unos momentos, dejas de pensar en otras cosas y le prestas a Él tu atención, escucharás al Señor.

En el frescor del día paseo contigo, bajo la agradecida sombra de mi jardín
escucho tu voz entre los árboles y no tengo miedo.
Tu mano que pone a dormir las flores una a una en sus pliegues de rocío,
es fuerte para guardarme y sostenerme; no me soltará.
Me hablas a través del viento, me sonríes desde todas las estrellas.
Para mí no eres sordo ni ciego, ni estás ausente ni lejos.

La oración no es un monólogo sino un diálogo, cuya parte más esencial es la respuesta de Dios: escuchar la voz de Dios es lo que me da la seguridad de que Él escuchará la mía.

Todo lo que hay en la Tierra está sujeto a TI
No puedo apartarme de tu amor, tu amor me sigue por doquier.
Me hablas a través del viento, me sonríes desde todas las estrellas.
Para mí no eres sordo ni ciego, ni estás ausente ni lejos…

""YO deseo ser una presencia amorosa y constante en tu vida,
Quiero comunicarme personal y directamente contigo,
No deseo una relación distante, fría o mental, sino profunda y sincera. “De corazón a corazón”. Quiero que comulguemos íntimamente, que conversemos, que juntos tomemos decisiones y que a veces nos comuniquemos sin decir palabra. Deseo que cultivemos un vínculo de amor más fuerte del que has entablado con persona alguna, algo que ahora ni siquiera eres capaz de imaginar"".

""En toda relación de amistad hace falta tiempo y práctica para entrar en confianza con la otra persona, y actuar con naturalidad y espontaneidad. Lo mismo sucede cuando quieres aprender a conversar libremente conmigo.
Si haces el esfuerzo, te hablaré.
 Quizá las primeras veces pensarás que esa vocecita que oyes en lo profundo de tu ser proviene de tu mente, pero con el tiempo sabrás que es Mía. Puede que te dé ideas o respuestas a tus interrogantes; o tal vez te infunda una sensación de paz y bienestar; o quizá simplemente te diga lo mucho que te aprecio y cuánto disfruto de tu compañía.
Estoy lleno de sorpresas, nunca sabrás con lo que te vas a encontrar,
PERO TE PROMETO UNA COSA:

JAMÁS TE DEFRAUDARÉ""
Fdo.: M.G.L.

 

¿Cómo escuchar y oír la voz de Dios? - Devocional

“HABLA, SEÑOR, QUE TU SIERVO ESCUCHA” (1 Samuel 3:9b)
Muchos de nosotros pensamos que orar es sólo hablarle a Dios, y raramente nos preguntamos si Él quiere hablarnos a nosotros. 

¿Cómo nos habla el Señor?

(1) A través de su Palabra. Un versículo conocido resalta de su página y toma un nuevo significado.
(2) A través de personas. No debes estar tan preocupado o ser tan selectivo como para no reconocerles.
(3) A través de su Espíritu. El Espíritu Santo nos guía, nos reprende, nos anima, nos conforta y nos expansiona.

oir la voz de Dios Biblia Escuchar Guiado
Sin embargo, parece ser que muchos de nosotros no esperamos que Dios nos hable en modo alguno. Por la manera de su actuar pensaríamos que Jesús, cuarenta días después de su resurrección, “hizo las maletas”, volvió al Cielo y desde entonces no supimos nada más de Él. No es así; la Biblia está llena de relatos en los que el Señor habla a sus hijos. Si la esencia de nuestra fe consiste en tener una relación personal con Dios, entonces Él debe estar hablando todavía hoy. Pero no podemos construir una relación sobre un monólogo; lo que hace falta es un contacto regular e intimo entre dos personas que se hablan y se escuchan mutuamente.

Escuchar al Señor hablándonos a través de su Espíritu no es sólo normal, sino esencial. Pablo escribió:
“…vosotros… vivís… según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios está en vosotros” (Romanos 8:9). 
Una vez entregada tu vida al Señor las cosas no son como antes. La vida ya no consiste sólo en lo que se puede ver, sentir o imaginar; ¡incluye caminar por fe, confiar en Dios y abrirte constantemente a su voz y a la guía de su Espíritu!
“HABLA, SEÑOR, QUE TU SIERVO ESCUCHA” (1 Samuel 3:9)

¿Cómo sé cuál es mi don espiritual? - Pregunta bíblica

No existe una fórmula mágica o un examen espiritual que pueda decirnos exactamente cuáles son nuestros dones espirituales. El Espíritu Santo distribuye Sus dones de acuerdo a Su voluntad (1 Corintios 12:7-11). Y al mismo tiempo, Dios no quiere que ignoremos la manera como Él desea que le sirvamos. El problema radica en que es muy fácil quedarnos atrapados en aquellos dones en los que buscamos servir a Dios, sólo en el área en la que sentimos o creemos que tenemos el don espiritual. Y no es así como funcionan los dones del Espíritu. Dios nos llama a servirle con obediencia. Él nos equipará con cualquier don o dones que necesitemos para llevar a cabo la o las tareas a las que Él nos ha llamado.

La identificación de nuestros dones espirituales puede llevarse a cabo de varias maneras. Las pruebas o análisis para detectarlos, aunque no son totalmente fiables, sí pueden ayudarnos a entender dónde podrían estar nuestras dotes espirituales. La confirmación por parte de otros, también nos puede dar luz sobre nuestros dones espirituales. Con frecuencia otras personas que ven nuestro servicio al Señor, pueden identificar el uso de nuestro don espiritual, que tal vez nosotros no hayamos identificado o reconocido. La oración también es importante. La persona que sabe exactamente cómo hemos sido dotados espiritualmente es El Dador mismo – el Espíritu Santo. Podemos pedirle a Dios que nos muestre en qué área nos ha capacitado, para darle un mejor uso a nuestros dones espirituales para Su gloria.

Creer - Devocional

Dicen que creer significa tener por cierto algo que el entendimiento no alcanza o que no está comprobado o demostrado. Pero pasa que cuando las personas dicen que creen en algo, en realidad están haciendo una declaración más profunda: están aludiendo a una convicción, están reportando una certeza. Están afirmando la realidad, la evidencia de lo creído.

Pero creencia y certeza son dos cosas bien distintas. Uno puede creer que hay vida en otros planetas, pero la certeza de ello sólo será posible cuando se pruebe dicha existencia. Creer alude a algo posible, y que no está realizado visiblemente; simula algo como esperar, desear, apostar. Cuando la cosa está presente, palpable, uno no cree en ella; uno afirma, está de acuerdo con que existe.


Así que cuando alguien dice: ¨Creo en Dios¨, ¿qué está diciendo? Mejor dicho, ¿qué cree que está diciendo? Por la experiencia cristiana, lo que está diciendo es que tiene la certeza, la seguridad, la prueba de la existencia de Dios, cuando en realidad debería decir ¨Afirmo que Dios existe¨


¿Mas qué importancia puede tener esta disquisición sobre qué es creer? Tal vez ninguna. Quizá sirva para recuperar el valor de la palabra creer. Aprender a usarla en su verdadero sentido, que es esperar, hacerse la idea de algo y no usarla como afirmación de la existencia de lo creído.

Tormentas - Reflexiones

Cuentan que un día un campesino le pidió a Dios le permitiera mandar en la Naturaleza para que, según él, le rindieran mejor sus cosechas. 
¡Y Dios se lo concedió!
Entonces, cuando el campesino quería lluvia ligera, así sucedía; cuando pedía sol, éste brillaba esplendorosamente; si necesitaba más agua, llovía más regularmente, etc.
Pero cuando llegó el tiempo de la cosecha, su sorpresa y estupor fueron grandes porque resultó un total fracaso. Desconcertado y molesto, le preguntó a Dios por qué salió así la cosa, si él había puesto los climas que creyó convenientes.
Y Dios le contestó: 
– “Tú pediste lo que quisiste, pero no lo que convenía de verdad. Nunca pediste tormentas, y estas son muy necesarias para limpiar la siembra, ahuyentar aves y animales que la consumen, purificarla de plagas que la destruyen…”-
Así nos pasa: queremos que nuestra vida sea siempre puro amor y dulzura, nada de problemas.