Muchos cristianos están familiarizados con las palabras de Jesús en Juan 17:3, "Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesús el Mesías, a quien enviaste" (BTX). Sin embargo, ¿qué envuelve o implica "conocer a Dios"? ¿Qué significa conocer a Dios?
En la Biblia la palabra "conocer" a menudo tiene un amplio significado, que va más allá del sentido básico de un conocimiento intelectual de algo o de alguien. Dentro del concepto bíblico, el conocer a Dios no es, ni esencial ni primordialmente, derivado del intelecto o de la actividad mental. Más bien, se trata de una relación que puede incluir cualidades tales como cuidado, parentesco, e intimidad.
En la actualidad, el pueblo evangélico ha confundido este término y lo ha reducido a una serie de actividades cognitivas, donde el repetir conceptos y memorizar textos bíblicos, es el aspecto central para conocer a Dios. Pero entraña un grave riesgo creer que se puede conocer a Dios de esta manera, aunque no se puede negar el hecho de que también mantiene un lugar de importancia, indudablemente. Pero tal conocimiento se obtiene no por una mera actividad intelectual, sino por la operación del Espíritu Santo como consecuencia de haber recibido a Cristo.
En este punto, es importante diferenciar lo que es "saber de Dios" y "conocer a Dios", que son conceptos totalmente diferentes. El primero se refiere a "estar informado de la existencia, paradero o estado de alguien o de algo". El segundo va mucho más allá del aspecto teórico y "…no es saber algo acerca de Dios, sino conocer profundamente quién es".
Los medios insuficientes para conocer a Dios
A. El conocimiento intelectual no es conocer a Dios.
La limitación de este conocimiento está en que su meta final se basa principalmente en exaltar la razón humana. Pero no se puede conocer a Dios haciendo uso solo de la razón. Se puede tener mucho conocimiento intelectual de las obras de Dios y de sus caminos, y sin embargo todavía no conocerlo. Esto se puede ver constantemente a través de la Biblia, donde el pueblo hebreo se quejaba y abandonaba al Señor cada vez que podía, para irse tras otros dioses. Esta conducta necia se repitió una y otra vez en los libros proféticos, históricos y en los libros del pentateuco.
Otros ejemplos que se pueden citar es acerca de la vida del rey Saúl, quien siendo el ungido de Dios y teniendo un conocimiento considerable del poder del Señor, terminó alejándose completamente de su llamado, por querer agradar más a su pueblo (1 Samuel 15:24). Ya en el Nuevo Testamento, se puede hacer referencia a la vida de los fariseos, quienes exhibían un comportamiento externo de pura religiosidad, por su alto conocimiento de la ley; pero internamente... era otra cosa. Mas "Cuando estéis orando, no seáis como los hipócritas, que aman orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para exhibirse ante los hombres. De cierto os digo que ya están recibiendo toda su recompensa" (Mateo 6:5). También el libro de Marcos registra una de las profecías del Antiguo Testamento donde Dios dice: "Este pueblo me honra de labios, pero su corazón está lejos de mi…" (Marcos 7:6). Esta declaración reafirma que el saber de Dios no es suficiente para conocerlo.
Obtener solo conocimiento intelectual es contraproducente y dañino a la vida espiritual, y pronto se hace notorio en una conducta desordenada. Intervienen por ejemplo:
1. El orgullo: Actitud por la cual una persona se siente superior a otra. Dentro de la Iglesia esta actitud se evidencia por una conducta de desprecio a la opinión de otros hermanos más simples. Se es propenso a la vanidad y se busca tener siempre la razón, y por eso no se acepta la corrección. La Palabra dice al respecto "… el conocimiento envanece, pero el amor edifica. Si se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debería saberlo" (1 Corintios 8:1-2).
2. La hipocresía: Hipócrita es aquel que pretende o finge ser lo que no es. Viene del vocablo griego hypokriteis, que significaba actor o protagonista en el teatro griego. En aquel entonces, los actores solían ponerse diferentes máscaras conforme al papel que desempeñaban. De ahí que hipócrita llegara a designar a la persona que oculta la realidad tras una "mascara" de apariencias. Santiago 1:22 dice: "Pero sed hacedores de la palabra, no tan solo oidores, engañándoos a vosotros mismos". Una vida cristiana falsa y superficial es el resultado de una vida doble e ilegítima, en la que se aparenta algo que realmente no es.
Los predicadores tienen la alta responsabilidad de llevar a la práctica aquello que van a enseñar, con el fin de que el mensaje sea expuesto con autoridad y verdad. En el tiempo de Jesús, los judíos y gentiles se diferenciaban claramente de la enseñanza de los fariseos, los cuales carecían de práctica; enseñaban pero no hacían.
B. La experiencia emocional no es conocer a Dios.
Las emociones humanas juegan papeles muy importantes en la vida. Esto es natural, y a menudo completamente sano, pero algunas personas se dejan llevar por las emociones y hacen cosas que no deberían hacer. Las emociones pueden ser confusas, inciertas, hasta peligrosas. La Biblia dice: "Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte" (Proverbios 14:12).
1. Los sentimientos no son totalmente confiables: Para muchos creyentes la experiencia emocional es fundamental para conocer a Dios. Las revelaciones, los sueños, testimonios y la expresión de dones son el reflejo deliberado y fuera de control de personas que, según dicen, sintieron una profunda emoción que nunca antes habían sentido. De manera que no pueden evitar estas expresiones, las cuales las adjudican como obra de Dios.
Mas al respecto, el profeta Jeremías dice: "Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?" (Jeremías 17:9). "El que confía en su propio corazón es necio…" (Proverbios 28:26). Está claro que confiar en los sentimientos puede llevar a uno a cometer grandes equivocaciones, que alejan al creyente del verdadero conocimiento de Dios.
2. Las emociones deben ser controladas: El creyente es llamado a controlar sus emociones bajo la dirección del Espíritu Santo, de manera que la Palabra Dios sea la fuente y el medio para conocer la verdad y no uno mismo. La Escritura afirma esta verdad: "Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos" (Jeremías 10:23).
Las emociones no fueron dadas para revelar a Dios, de hecho, ellas pueden llevar a toda clase de prácticas falsas. La búsqueda de información para conocer a Dios no se encuentra en sí misma, tampoco está en las emociones, sino que viene de una relación única con Dios.