jueves, 9 de marzo de 2017

Madre soltera para el mundo, mujer valiente para Dios

“Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición”.
Génesis 12:2
Cuando era más joven, solía tararear una canción que se llama "Soñar no cuesta nada”… Separada y sola con mis dos niñas, con el cinturón apretado por la situación económica y mi fe quebrantada, cantaba pensando en qué iba a hacer de ahí en adelante.
Es muy difícil para una madre soltera salir adelante en un país en donde las oportunidades laborales y personales son mínimas en situaciones como la mía; aun siendo profesional con especialización, no conseguía un trabajo con ingresos suficientes, y era una pérdida de tiempo pensar en ser esposa, en buscar oportunidades de rehacer mi vida, en hombres dispuestos a asumir la responsabilidad de un paquete de tres... ¡Imposible!
Soy maestra de Iglesia infantil y tristemente, puedo afirmar que se ha deteriorado mucho el concepto de familia en los hogares. Duele el corazón cuando escucho orar a mis niños para que sus "papitos" estén juntos de nuevo o para que dejen de pelear. A muchos de ellos se les nota a la legua que luchan por entender por qué no pueden ser felices en el seno de un hogar normal, en donde papá y mamá se amen.
Sé que no es fácil lidiar con la etiqueta de mujer divorciada, madre cabeza de familia con hijos que alimentar y un ex esposo que no siempre cumple con sus responsabilidades una vez que se aleja de su familia. Créeme, conozco bien lo que significa vivir expuesta a la depresión, a los constantes sentimientos de culpabilidad, al temor al futuro, a la soledad, al vacío en el corazón, a los comentarios despreciables de otras personas que desconocen el trasfondo de los problemas conyugales,... vivir sin dignidad ni amor propio; por todo eso puedo decirte, amiga mía, que hay esperanza en Dios.

La Cena del Señor: una celebración que honra a Dios

Los cristianos hemos recibido la instrucción de celebrar la Conmemoración de la muerte de Cristo, la cual se llama también “la cena del Señor” (1 Corintios 11:20). ¿Por qué es tan importante este acto? ¿Cuándo y cómo debe realizarse?
Resultado de imagen de La Cena del Señor: una celebración que honra a DiosJesucristo estableció esta celebración la noche de la Pascua judía del año 33 de nuestra era. La Pascua era una fiesta que tenía lugar solo una vez al año, el día 14 de nisán (mes del calendario judío). Por lo visto, los judíos calculaban la fecha a partir del equinoccio de primavera, es decir, del día en que hay aproximadamente doce horas de luz y doce de oscuridad. El mes de nisán comenzaba cuando podía verse por primera vez la luna nueva más cercana al equinoccio de primavera. El día de la Pascua empezaba catorce días después, tras la puesta del Sol.
Aquella noche, Jesús celebró la Pascua con sus apóstoles, despidió a Judas Iscariote y luego estableció la Cena del Señor. Esta comida sustituyó a la Pascua judía y, por esa razón, se celebra ALLÍ en Judea, una vez al año. Fuera de Israel, los cristianos la celebran cuando creen conveniente.
El Evangelio de Mateo explica lo que pasó: “Jesús tomó el pan y,  después de decir una bendición, lo partió y, dándolo a los discípulos, dijo: ‘Tomen, coman. Esto significa mi cuerpo’. También, tomó una copa y, habiendo dado gracias, la dio a ellos, diciendo: Beban de ella todos ustedes; porque esto significa mi “sangre del pacto”, que ha de ser derramada a favor de muchos para perdón de pecados’” (Mateo 26:26-28).
Hay quienes creen que Jesús convirtió realmente el pan en su carne, y el vino en su sangre. Sin embargo, el cuerpo de Jesús seguía entero cuando Él ofreció el pan. ¿Puede decirse entonces que comieron de verdad los apóstoles la carne de Jesús y bebieron su sangre? No, pues eso habría sido un acto de canibalismo y una violación de la ley de Dios (Génesis 9:3, 4; Levítico 17:10), aunque la Iglesia Católica lo propugna mediante la "transustanciación", dicen erróneamente. Según Lucas 22:20, Jesús dijo: “Esta copa significa el nuevo pacto en virtud de mi sangre, que ha de ser derramada a favor de ustedes”. 
Por lo tanto, el pan y el vino son solo símbolos. El pan representa el cuerpo perfecto de Cristo. Jesús usó un pan que sobró de la cena de la Pascua, hecho sin levadura o fermento de ningún tipo (Éxodo 12:8). A menudo, la Biblia emplea la levadura como símbolo del pecado o la corrupción. Así pues, el pan representa el cuerpo perfecto que Jesús sacrificó, un cuerpo libre de pecado (Mateo 16:11, 12; 1 Corintios 5:6, 7; 1 Pedro 2:22; 1 Juan 2:1, 2).
El vino tinto representa la sangre de Jesús, la cual da validez al nuevo pacto. Jesús indicó que derramaría su sangre “para perdón de pecados”. Gracias a ella, algunos seres humanos (tenemos esa posibilidad) son considerados puros a los ojos de Jehová y entran en el nuevo pacto con Él (Hebreos 9:14; 10:16, 17). Este pacto, o contrato, hace posible que allí sean reyes y sacerdotes para beneficio de toda la humanidad (Génesis 22:18; Jeremías 31:31-33; 1 Pedro 2:9).

El don de la bienvenida

No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles. Hebreos 13: 2
La ocasión en que invitamos a comer a familias de cinco naciones sigue siendo un recuerdo maravilloso. De algún modo la conversación no fue solo entre dos, sino que todos participamos del debate sobre la vida en Londres, aportando perspectivas de diferentes partes del mundo. Esa noche, mi esposo y yo reflexionamos en que habíamos recibido más de lo que habíamos dado, incluida la calidez que sentimos al desarrollar amistades nuevas y aprender de culturas diferentes.
El escritor de Hebreos concluyó sus conceptos con algunas exhortaciones respecto a la vida comunitaria; entre ellas, que sus lectores debían continuar recibiendo a los extranjeros. Al hacerlo, «algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles» (13:2). Tal vez se refería a Abraham y Sara, quienes, como vemos en Génesis 18:1-12, recibieron a tres extraños, fueron generosos con ellos y les prepararon un festín, tal como se acostumbraba en los tiempos bíblicos. No sabían que las visitas eran ángeles que les llevaban un mensaje de bendición.
Cuando invitamos a alguien a nuestra casa, no lo hacemos esperando recibir algo a cambio, pero, a menudo, recibimos más de lo que damos. Que el Señor extienda su amor a través de nosotros y dé la bienvenida a aquellos con quienes compartimos.

Señor, quiero glorificarte compartiendo con otros lo que me has dado.
Cuando somos hospitalarios, compartimos la bondad y las dádivas de Dios.

Ayuno Cristiano - ¿Qué dice la Biblia?

Resultado de imagen de ayuno cristiano evangelicoLa Escritura no ordena que los cristianos ayunen. No es algo que Dios requiera o demande de los cristianos. Al mismo tiempo, la Biblia presenta el ayuno como algo bueno, beneficioso y esperado. El libro de Hechos registra el ayuno de creyentes antes de tomar decisiones importantes (Hechos 13:414:23). El ayuno con frecuencia va ligado a la oración (Lucas 2:375:33). Aunque a veces el objetivo del ayuno es la falta de alimento, en cambio, el propósito del ayuno debe ser quitar los ojos de las cosas de este mundo y concentrarse en Dios. El ayuno es una manera de demostrar a Dios, y a ti mismo, que tomas en serio tu relación con Él. El ayuno te ayuda a obtener una nueva perspectiva y una renovada confianza en Dios.

Aunque en la Escritura casi siempre el ayuno es la abstención de alimentos, existen otras maneras de ayunar. Cualquier cosa que puedas ceder temporalmente con el fin de concentrarte más en Dios, puede ser considerado como un ayuno (1 Corintios 7:1-5). El ayuno debe estar limitado a un tiempo determinado, especialmente cuando el ayuno es de comida, porque los largos períodos de tiempo sin comer son dañinos para el cuerpo. La intención del ayuno no es castigar al cuerpo, sino el enfocarse en Dios. El ayuno tampoco debe ser considerado como un “método de dieta”. No ayunes para perder peso, sino para ganar una relación más profunda con Dios. Sí, todos pueden ayunar. Algunos pueden no estar en condiciones para el ayuno alimenticio (por ejemplo los diabéticos), pero todos pueden abstenerse temporalmente de algo para concentrarse en Dios.

Al apartar nuestros ojos de las cosas de este mundo, podremos enfocarnos más en Cristo. El ayuno no es una forma de lograr que Dios haga lo que deseamos, nos cambia a nosotros, no a Dios. El ayuno no es una manera de parecer más espirituales que otros. El ayuno es para situarse en un espíritu de humildad con una actitud gozosa. Mateo 6:16-18 declara, “Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.”