lunes, 26 de mayo de 2014

¿Cuál es la definición de pecado?

El pecado es descrito en la Biblia, como la trasgresión de la ley de Dios (1 Juan 3:4) y rebelión contra Dios (Deuteronomio 9:7Josué 1:18). Tuvo su origen con Lucifer, el “Lucero, hijo de la mañana”, el más hermoso y poderoso de los ángeles. No contento con ser todo esto, deseó ser semejante al Dios altísimo, y esa fue la causa de su caída y el inicio del pecado (Isaías 14:12-15). Cambiado su nombre por Satanás, él trajo el pecado a la raza humana en el Jardín del Edén, donde tentó a Adán y Eva con la misma seducción - “...seréis como Dios...” Génesis 3 describe su rebelión contra Dios y contra Sus mandamientos. A partir de ese momento, el pecado ha pasado a través de todas las generaciones de la raza humana, y nosotros como descendientes de Adán, hemos heredado el pecado de él. Romanos 5:12 nos dice que a través de Adán, el pecado entró al mundo, así que la muerte pasó a todos los hombres, porque “la paga del pecado es muerte...” (Romanos 6:23).

A través de Adán, la heredada inclinación al pecado entró en la raza humana y los seres humanos se volvieron pecadores por naturaleza. Cuando Adán pecó, su naturaleza interior fue transformada por su pecado de rebelión, acarreándole la muerte espiritual y la depravación, la cual pasaría a todos aquellos que fueran después de él. Los humanos se volvieron pecadores, no porque ellos hubieran pecado; ellos pecaron ya, porque eran pecadores. Esta es la condición conocida como "la herencia del pecado". Así como heredamos características físicas de nuestros padres, así también heredamos nuestra naturaleza pecaminosa de Adán. El rey David lamentaba esta condición de la naturaleza humana caída en el Salmo 51:5 “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre.”


Otra versión del pecado es el conocido como pecado imputado. Usada tanto en asuntos financieros como legales, la palabra griega traducida como – imputación –, significa tomar algo que pertenece a alguien y acreditarlo a la cuenta de otro. Antes que fuera dada la Ley de Moisés, el pecado no era imputado al hombre, pero aún así, los hombres ya eran pecadores porque heredaron el pecado. Después que la Ley fue dada, los pecados cometidos en violación a la Ley fueron imputados (acreditados) a ellos (Romanos 5:13). Incluso antes que las transgresiones de la Ley fueran imputadas al hombre, la paga por el pecado (la muerte) continuó reinando (Romanos 5:14). Todos los humanos, desde Adán hasta Moisés, estuvieron sujetos a la muerte, no por sus acciones pecaminosas contra la Ley Mosaico (la cual aún no tenían), sino por su propia y heredada naturaleza pecaminosa. Después de Moisés, los humanos estuvieron sujetos a muerte, tanto por el pecado heredado de Adán, como por el pecado imputado por violar las leyes de Dios.

Semillas Únicas - Reflexiones

Antonio Stradivarius fue un fabricante de violines del siglo diecisiete, cuyo nombre en su forma latina, Stradivarius, se ha convertido en sinónimo de excelencia.
Él dijo una vez que hacer un violín que no alcanzara su más alto nivel, sería perjudicar a Dios, quien no sería lógico que hiciera los violines de Antonio Stradivarius sin él, sin Antonio.
Y tenía razón. Dios no haría violines Stradivarius sin Antonio Stradivarius. Este artesano recibió ciertos dones que ningún otro fabricante de violines poseía.
Del mismo modo, hay ciertas cosas que tú puedes hacer que ningún otro puede.
Quizá sea la crianza de tus hijos, o la construcción de casas, o dar aliento al desanimado.
El caso es que, hay cosas que sólo tú puedes hacer, y que vives para hacerlas.
En la gran "orquesta" de la vida, tú tienes un instrumento y una canción, y tienes el deber ante Dios, de ejecutar ambos de manera sublime.

Nuestro amparo y fortaleza es Dios

“Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. Por eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar;”
Salmo 46:1-2 (NVI)
En un mundo tan agitado como en el que vivimos, en donde parece que todos estamos en una carrera loca contra el reloj, compitiendo unos contra otros por mantener un estilo de vida, por ser mejores, por preservar nuestro trabajo, acabar nuestros estudios, cumplir con nuestras metas o sacar adelante a nuestra familia, es obvio que necesitaremos una gran cantidad de energía y fortaleza para lograrlo, seamos mujeres u hombres, jóvenes o viejos, solteros, casados o viudos; y la situación empeora si además, tenemos problemas que solucionar, inconvenientes, o pasamos por momentos difíciles, pérdidas, deudas o angustias de cualquier tipo.
Para solucionarlos, muchos recurrimos a diversas soluciones y hacemos todo lo que esté a nuestro alcance con nuestros medios y a nuestro modo, incluso algunos oramos para que Dios nos ayude; y continuamos, una y otra vez, buscando por aquí y por allá, gestionando, llamando, moviendo, utilizando cualquier recurso o salida. Si tenemos la fortuna de salir airosos, nos inflamos, nos sentimos buenos y vencedores, nuestro ego se exalta, ganamos confianza en nosotros mismos, nos sentimos fuertes y hasta damos gracias a Dios por ayudarnos, si es el caso. 
Pero, ¿qué pasa cuando sucede todo lo contrario?, ¿cuando nuestros esfuerzos fracasan y las cosas no salen como esperábamos?: pasa que nuestro ánimo decae, nos deprimimos y nos preguntamos ¿en qué fallamos?, ¿por qué Dios no nos concede lo que le pedimos? Desistimos y hasta se nos olvida dar gracias a Dios. 
En otros casos, los más obstinados y osados simplemente continúan, luchan por lo que quieren, tienen confianza en Dios y esperan hasta que consiguen lo que quieren. En cualquiera de los casos, Dios siempre está al corriente, en control y tiene un propósito. La clave del éxito está en descubrir cuál es ese propósito, comprender y entender en lo profundo de nuestro ser, quién es Dios y quiénes somos nosotros, el camino en el que estamos y en el que debemos andar, lo importante de la vida y lo que no lo es, cuáles son nuestras verdaderas prioridades...

Los ojos fijos en Cristo

Las batallas más importantes de la vida se deciden en lo secreto del corazón.
Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Hebreos 12:2
Una de las características que distinguió a los héroes de la fe es que, poseían la capacidad de ver lo que aún no existía. De hecho, el autor señaló esta realidad mientras recorríamos el museo de la fe: "Todas estas personas murieron aún creyendo lo que Dios les había prometido. Y aunque no recibieron lo prometido lo vieron desde lejos y lo aceptaron con gusto. Coincidieron en que eran extranjeros y nómadas aquí en este mundo" (11.13 – NTV). Transitaron por la vida con la vista puesta en algo que poco se veía, pero que ellos no solamente lo veían con nitidez, sino que también les proveía de una intensa motivación para seguir adelante. 

La visión del momento en que cruza la meta de la maratón, es uno de los estímulos más fuertes que posee el atleta. Durante gran parte de la carrera, de 42 km de extensión, ni siquiera se capacita para ver la línea de llegada. No obstante, toda persona que ha participado en semejante competición, conoce la forma en que la mente visualiza, una y otra vez, ese momento de intensa emoción y satisfacción personal que solamente se experimenta al cruzar la línea de llegada. Anticiparse a esa experiencia –saborearla de antemano– es, en ocasiones, la única herramienta que posee el corredor para no abandonar la competición.

Un nuevo corazón

Les daré un nuevo corazón, y les infundiré un espíritu nuevo; les quitaré ese corazón de piedra que ahora tienen, y les pondré un corazón de carne.
Ezequiel 36:26 (Nueva Versión Internacional)
nuevo corazon

El corazón es el lugar en el que guardamos todo tipo de sentimientos, pero cuando esos sentimientos son malos o tristes, suele endurecerse. Las experiencias que tenemos con ciertas personas o a través de ciertas situaciones, nos hacen reaccionar de muchas maneras, incluso a veces con indiferencia, pero Dios, que todo lo sabe, nos conoce a la perfección, y observa las causas y los efectos de lo que hoy vives.
Andar por ahí con el corazón lastimado, herido o endurecido, dice de una persona que, tal vez se ha cerrado a algo nuevo, negándose oportunidades a sí mismo y el privilegio de volver a comenzar; tengamos en cuenta que, todos somos propensos al dolor o a ser lastimados, pero también todos somos capaces de superarlo, si nos esforzamos.
Dios te da un nuevo corazón, si se lo pides y crees que puede hacerlo, no puedes ir por la vida con el corazón destrozado y decir que no eres capaz de volver a comenzar, no solucionarás nada pensando que no puedes, que no hay más que hacer o que todo está perdido, porque cuando crees que no se puede hacer nada, estás dudando de la capacidad de Dios para restaurar.