“Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo”. 2 Corintios 12:7-10
Sobre el aguijón mencionado en el texto bíblico que acabamos de leer, se han ofrecido incontables explicaciones concernientes a la naturaleza de ese aguijón de Pablo en la carne.
Estas explicaciones van desde el rango de una tentación incesante, inflexibles oponentes, hasta enfermedades crónicas, como malaria, migrañas, epilepsia, problemas del habla y problemas oculares.
Pero, primeramente, definamos el vocablo aguijón.
El aguijón es el órgano puntiagudo y penetrante que tienen en el extremo del abdomen los escorpiones y ciertos insectos, como las abejas y las avispas. También, en sentido figurado se refiere a un estímulo para hacer algo. Así mismo, se le llama así al instrumento puntiagudo que se utiliza para estimular a los animales de carga.
De manera que Pablo usa el vocablo aguijón en sentido figurado, destacando que para él es un tormento, algo que le es molesto para servir a Dios en el ministerio de manera más eficiente, según él creía.
Se cree que el aguijón que Pablo menciona era un problema físico crónico y debilitante, que le obstaculizaba en su trabajo. Es muy probable que este problema físico consistiera en un problema ocular, de conformidad con lo señalado por él en Gálatas 4:13-15, que dice: “Pues vosotros sabéis que a causa de una enfermedad del cuerpo os anuncié el evangelio al principio; y no me despreciasteis ni desechasteis por la prueba que tenía en mi cuerpo, antes bien me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús. ¿Dónde, pues, está esa satisfacción que experimentabais? Porque os doy testimonio de que si hubieseis podido, os hubierais sacado vuestros propios ojos para dármelos”.
Aquí observamos que el mismo Pablo menciona que tenia una enfermedad del cuerpo, por lo cual desechamos la teoría de que era un problema de orgullo o un demonio que lo atormentaba. También tenemos que ver el trasfondo del verso 15, mencionando que los gálatas estaban dispuestos a intercambiar los ojos para que Pablo continuara con su labor de manera más eficiente.
Además, en Gálatas 6:11, Pablo dice: “Mirad con cuán grandes letras os escribo de mi propia mano”; con esto, debemos señalar que Pablo usaba a menudo los servicios de un amanuense o escribiente, debido a su problema de visión; sin embargo, él trata de escribir con su propia mano para darle autenticidad a sus señalamientos.
¿De dónde provino esa enfermedad? Muchos atribuyen que esa enfermedad surgió cuando fue interceptado por la luz resplandeciente de la presencia de Jesús, camino a Damasco, mientras perseguía a la iglesia. Ciertamente, son muy fuertes los rayos ultravioletas que provienen de la gloria de Dios, porque la gloria de Dios y el cordero son una lumbrera (Apocalipsis 21:23); estos fuertes rayos provocaron ceguera a Saulo (Hechos 9:3-8). Es probable que Dios le dejara algún defecto después de que Ananías orara por él para quitarle la ceguera.