viernes, 24 de julio de 2015

Agnus Dei

Aleluya, aleluya. Nuestro Dios Salvador reina hoy. 
Aleluya. 
¡Santo ¡Santo! Eres Todopoderoso, Dios, 
digno de loor, digno de loor, eres Santo. 
¡Santo! Eres Todopoderoso Dios, 
digno de loor, digno de loor. 
Amén.



Este cántico, cuya letra y música fueron compuestas por Michael W. Smith, está inspirado en el texto de Apocalipsis 19:6 que dice: “¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!”. 
Si, Dios sigue hoy salvando y reinando. Salva vidas que están deshechas, restaura existencias vitales por las que ni el mejor terapeuta apostaría una sola sesión; por eso, porque además es parte de lo que cantaremos en el cielo, decimos “¡Aleluya!”. Y como bien enseña la Escritura, como bien atestiguan tantas vidas hechas pedazos que Dios las ha hecho nuevas criaturas, como testifican tantos que hemos visto la misericordia del Eterno desde que hemos nacido, Él es digno, dignísimo de loor; en el cielo, en la eternidad estaremos alabando y glorificando a Aquel que reina por los siglos de los siglos, a Aquel que un día, antes del comienzo de los tiempos, pensó en cada uno de nosotros.

Hasta el final

“Habrá tanta maldad que el amor de muchos se enfriará,”
Mateo 24:12 NVI
Diariamente vemos en las noticias las atrocidades que están ocurriendo en el mundo, la violencia que abunda en las familias, en los países, en todas partes, y tristemente vemos como personas que decían llamarse “cristianos” son participes de este tipo de actos deplorables. El señor Jesucristo no nos llamó a violencia, porque dice su palabra que los violentos son los que arrebatan el reino de los cielos (Mateo 11:12), pero no de manera literal sino espiritual. Pero se necesita otro tipo de violentos que estén dispuestos a pararse en la brecha, a interceder por los perdidos, por los que necesitan reencontrarse con Dios, por encarrilarlos al camino que lleva a la salvación y vida eterna, personas que demuestren el amor de nuestro Señor a los demás, a dar una palabra de aliento, personas que estén dispuestas a morir si es necesario por amor a Cristo.
hasta el final“Pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvo.” Mateo 10:22 NTV.
Es necesario que nosotros, los cristianos, permanezcamos firmes y siempre dispuestos a hacer la obra que se nos ha encomendado, para que ese amor que Jesús demostró muriendo en la cruz del calvario y que ha sido colocado en nuestros corazones, en nuestras vidas, no se apague sino que se avive diariamente y encienda a los demás, que ese fuego derrita esos corazones de hielo y empiecen a encenderse con el fuego del espíritu santo y de la presencia de nuestro Rey. Dios no nos ha escogido para escondernos ni para rendirnos sino para que cada día Él crezca más en nosotros y llegar con Él hasta la meta, para cumplir nuestro propósito en esta tierra.
“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Filipenses 3:13-14 RVR1960.

¿De qué sirven tus ojos si no puedes ver?

Otra vez entró Jesús en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía seca una mano. Y le acechaban para ver si en el día de reposo le sanaría, a fin de poder acusarle. Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte en medio. Y les dijo: ¿Es lícito en los días de reposo hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla? Pero ellos callaban. Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y la mano le fue restaurada sana. Marcos 3:1-5
Los fariseos eran personas doctas en la ley de Dios. Sin embargo, no podían percibir la misericordia que Dios quería hacer con aquel hombre en ese momento, su corazón estaba tan duro que aunque tenían ojos, no podían ver la necesidad que tenían delante de ellos.
La ceguera espiritual es precisamente “no ver la vida como Dios la ve”. Es no entender las cosas espirituales, o sea, no entender a Dios.
Mi Pueblo tiene ojos, pero no ve; tiene oídos pero no escucha… Isaías 43: 8
El Señor hace un reclamo a su pueblo porque teniendo ojos y oídos no escuchan ni ven lo que Dios quisiera que viesen. Pregúntate: ¿Cuándo fue la última vez que vi la aflicción de los que me rodean? ¿Conozco la necesidad de mi casa, parientes, amigos o  enemigos?, recordando que también debemos bendecir a nuestros enemigos.
Precisamente, ayer salí con la mentalidad de identificar necesidades y hacer algo al respecto, y me sorprendí por la existencia de una apreciable cantidad de necesidades. Lo poco que pude hacer fue ayudar a una señora que no disponía de alimentos para su bebé, y pude darle algo de comida que tenía y las monedas que me quedaban. También a una anciana, quien necesitaba ayuda para moverse y conocer la palabra de Dios.Entonces, me pregunto: ¿Por qué no vi tanta necesidad antes? Y me di cuenta que me encontraba con una gran ceguera espiritual, no estaba viendo lo que Dios ve... ¿Cuántas veces habré descuidado el servicio de Dios por mi ceguera?

Una mirada alegre

Una mirada alegre trae gozo al corazón, las buenas noticias contribuyen a la buena salud, dice uno de los versículos de proverbios....

Trabajo en un Colegio en donde ocurren cientos de cosas a la vez. Se empieza a trabajar en alguna y al minuto siguiente ya se debe estar enfrascado en otra. Hay que trabajar rápido, hay que alcanzar a hacerlo todo. En medio de ese vehículo que avanza con propulsión a chorro, me tomo el momento de saludar a quienes “adelanto” con mi motor turbo para regalarles un “buenos días” o una sonrisa. Muchas veces he creído que o no me escuchan o no me ven, pero no es así...
La mujer que hace el aseo de mi oficina pasó por allí esta mañana a retirar la cantidad ingente de papeles que había en mi papelera; cuando la vi entrar la saludé como me es habitual, y una vez que vertió el contenido del recipiente, hizo una pausa y me miró diciéndome: “tía, me encanta cuando está usted porque me alegra el día”. Después de esa declaración no me quedó más remedio que darle muchas gracias, quedando absolutamente sorprendida por su comentario. Traté de verificar mi rostro para ver si tenía algo peculiar en él y no…estaba igual que siempre.
Continuó la mañana y seguí con mi avalancha de actividades. Necesitaba un documento y fui hasta secretaría; como no estaba la persona a su cargo, volví a la oficina,... cuando pasó por fuera de mi puerta quien yo buscaba, y sin necesidad de llamarla, entró y me dijo “esta oficina es otra cosa, es como para venir a desestresarse”. Dos personas, sin ponerse de acuerdo, me habían dicho lo mismo. Algo estaba pasando. Algo tenía que aprender de ello, algo tenía que repetir.