miércoles, 22 de julio de 2015

Mismas Causas – Mismos Efectos

Muchos de los que habían creído venían, confesando y dando cuenta de sus hechos.
Asimismo muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante de todos. Hechos 19:18-19.

Como ocurrió en Éfeso hace aproximadamente 2 mil años, así sucede aún hoy en día. Personas que oyen el Evangelio se convierten y desechan los errores que habían cometido antes de su conversión.
Un matrimonio tamil que vive en Francia y que era hinduista, al visitar una feria encontró un puesto bíblico y allí compró una Biblia. Dos años después los esposos volvieron al mismo lugar, esta vez para agradecer que les hubieran recomendado una Biblia, la cual les había cambiado la vida.
El hombre atestiguó: "En ella descubrí al Señor Jesús y le recibí como mi Salvador personal. Mi esposa tuvo la misma experiencia y también nuestros hijos. Como yo era hinduista y practicaba la astrología, renuncié a esto y dejé de lado todos los libros y objetos relacionados con el culto a los ídolos. Fue tal el cambio en nuestras vidas, que amigos y conocidos nos preguntaron qué había pasado para que pareciéramos tan felices. Les contestamos: lean la Biblia y descubrirán el mismo tesoro".
El matrimonio prosiguió, diciendo: Ahora somos 60 tamiles de la misma parentela que hemos llegado a ser cristianos.
Se convirtieron “de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero”. (1 Tesalonicenses 1:9).
Así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor”. (Hechos 19:20)

Bueno es Dios

Bueno es Dios, siempre fiel; 
puso un canto nuevo en mi corazón. 
Bueno es Dios, siempre fiel. 
En la oscuridad brillará su amor. 
Bueno es Dios, bueno es Dios. 
¡Siempre fiel!

Si tú vas por el valle 
Y hay sombras alrededor, 
di adiós al temor 
pues seguro en Él estarás. 
Prometió nunca dejarte 
ni abandonarte y no mentirá.

Bueno es Dios, siempre fiel; 
puso un canto nuevo en mi corazón. 
Bueno es Dios, siempre fiel.
En la oscuridad brillará su amor. 
Bueno es Dios, bueno es Dios. 
¡Siempre fiel! 

Y aún sin merecerle
su sangre derramó por mí. 
Me llenó de su presencia 
y ahora puedo compartir 
que su amor nunca termina, 
y su favor siempre me dará.

Bueno es Dios, siempre fiel; 
puso un canto nuevo en mi corazón. 
Bueno es Dios, siempre fiel. 
En la oscuridad brillará su amor. 
Bueno es Dios, bueno es Dios. 
¡Siempre fiel!

No puedo entender 
lo que planeas para mí. 
Mi dueño eres Tú 
y por la fe veo claramente que...

Bueno es Dios, siempre fiel; 
puso un canto nuevo en mi corazón. 
Bueno es Dios, siempre fiel. 
En la oscuridad brillará su amor. 
Bueno es Dios, bueno es Dios. 
¡Siempre fiel!

Bueno es Dios, siempre fiel; 
puso un canto nuevo en mi corazón. 
Bueno es Dios, siempre fiel. 
En la oscuridad brillará su amor. 
Bueno es Dios, bueno es Dios. 
¡Siempre fiel!




Una de las cosas más apasionantes de seguir a Cristo es poder darle gracias por lo que va a venir, porque es indudable que Dios siempre es bueno. Como expresa una parte de esta canción: "Aún sin merecerle, su sangre derramó por mí"; esta es la expresión máxima que puede haber del amor de Dios, de su inmensa y extraordinaria bondad. 

Esta canción recoge la expresión del salmo 23 "Aunque ande por valle de sombra de muerte no temeré mal alguno porque Tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento". Se le agradece a Dios su extraordinaria bondad, su carácter bueno (que no impasible o falto de justicia) que se derrama sobre la vida de aquellos que lo buscamos. Es difícil expresar en palabras el agradecimiento por su favor, bondad, cariño y comprensión para con todos.

Muchas veces no entendemos lo que planeas para nosotros, pero nuestro dueño eres Tú, y por la fe vemos claramente que bueno es Dios. ¡Gracias!

¿Hasta cuándo va a hablar éste?

Cuando nadie se animaba a pelear contra el gigante, David dijo: “tu siervo irá y peleará contra el filisteo”. A causa de su decisión, su apellido, a partir de ese momento, marcaría la diferencia. 
Si quieres vivir las cosas de Dios, no hace falta que te traigan a empujones, los que estamos en el proceso de Dios sabemos la hora de nuestro llamado, de nuestro actuar. Deja de aplazar tu victoria.
Dios nos está afinando para que cuando sonemos, los muros se caigan solos Con solo nuestro sonido Dios atraerá las grandes victorias a nuestra vida. David había sido anticipado por Dios, y Él ya sabe hasta donde vas a llegar; pero para eso necesitas tener:
david-y-goliatIniciativa: rompe con lo que te detiene, no vivas estancado; el agua estancada coge olor, está pero no sirve, no avanza ni tiene fruto. Lo que pasó ya no tiene eficacia en tu vida, vas a  entrar en un tiempo de iniciativa en donde te anticiparás a las cosas de Dios. Él te va a enseñar los próximos pasos para tu vida, y estos son hacer lo que se debe hacer bien hecho, sin que nadie te lo mande.
Pasar por un procesoa veces, en el mundo natural parece que no ha llegado nuestro momento, pero puede ser que Dios nos detenga solo un tiempo para entrenarnos, y luego poder ponernos en acción y funcionar eficazmente. Quien entrenó a David fue Dios, a Samuel lo ungió. En los procesos siempre Dios nos entrena. A Saúl lo entrenó Samuel pero a David lo entrenó Dios.
1 Samuel 17 está dividido en dos: en los versículos 1-11 se habla de Goliat el filisteo, que representa lo que quiere vencer a Israel. Luego, desde el versículo 12 hasta el 58 se habla de David.
Hay muchas más palabras a tu favor que lo que dice Goliat acerca de ti. Dios va a hablar más de ti que lo que dice la gente, va a escribir el mejor capítulo, y nadie podrá cortar eso que Dios puso en tu vida.
Dios ya dejó asentadas y escritas muchas cosas de tu vida: “serás más que vencedor”, “yo soy el que te guardo y te escondo en la palma de mi mano”, “no temas porque yo estoy contigo”. Tienes  que invertir tiempo en ti y en tu proceso, y para eso hay que entrenarse.
“¿Hasta cuándo va a hablar éste?”¿Quién es éste que dice que ustedes no van a prosperar?”, yo quiero pelear,  dijo David.

Antes nunca fui feliz


Me sentía desechado y vacío.
No tenía el más mínimo interés de ser aceptado ni amado.
No quería ser parte de algo o alguien,
poco o nada me importaba la amistad de algún amigo.
Yo,… sufría solo, en silencio.
Me consumía mi dolor y allí solo,
regurgitaba mi amargura.
Esta era mi realidad: estaba solo y vacío,
abrumado por grandes penas.
Pero un día escuché un susurro que
llegó desde muy, muy lejos.
Intenté rechazarlo al principio.
Ya antes muchas promesas de labios se habían roto.
No creía en nadie.
Pero tú, fuiste insistente y
cuando más lejos de ti creí estar: ¡resplandeciste!
en medio de todo. Y eso fue simplemente: GLORIOSO.
Llenaste mis días de una luz inagotable.
En tus labios, hallé dulzura… cómo negarme a ellos
si destilan cual néctares de rosas.
Cómo no abrirte mis oídos si recitas mil palabras de armonía.
¡Cuánto las anhelo cada día!
Tú has cambiado el todo de mi vida.
Solo contigo, mi Señor, conocí el verdadero amor.
Contigo entendí esa plenitud de gozo.
Has tocado mi alma, y cambiaste toda confusión.
Me has tomado de la mano, y me diste facultad para soñar.
Sí, antes estaba solo y vacío,
pero ahora en tus manos, mi Señor, soy feliz.