martes, 4 de agosto de 2015

Cómo Controlar tu tiempo según la Biblia

“ENSÉÑANOS DE TAL MODO A CONTAR NUESTROS DÍAS, QUE TRAIGAMOS AL CORAZÓN SABIDURÍA” (Salmo 90:12)
Tus prioridades determinan cómo usas tu tiempo, así que defínelas en oración y consolídalas cuidadosamente. La sabiduría consiste en eliminar las cosas que no son esenciales. Puedes tener algunas cosas, pero no puedes tenerlo todo. Tienes que escoger. La excelencia viene de hacer bien lo que debes hacer e ignorar el resto. Y si no estás seguro cuáles son las cosas importantes, imagina que solamente tienes seis meses de vida, y las encontrarás enseguida.
Acéptalo, hay muchas cosas compitiendo para llamar tu atención. ¿Te percataste de que por regla general, las personas que no tienen nada que hacer quieren que les dediques tu tiempo? Los diferentes medios de publicidad quieren que gastes tu dinero en sus productos. Hasta tus propios deseos pueden ser tan variados y tu atención tan dispersa que no estés seguro de lo que debe ser objeto de tu atención. Por eso, y diariamente, necesitas centrarte en el propósito que Dios tiene para ti.
Por regla general, si prestas atención al primer 20 por ciento de tu lista de prioridades, recibirás devuelto cuatro veces más por tu esfuerzo. Así que, cada mañana debes levantarte diciendo: “Hoy organizaré mi tiempo de acuerdo a la voluntad de Dios, y pondré mi energía en aquellas cosas que me ayuden a cumplirla”.
Tu posesión más grande son las próximas veinticuatro horas. ¿Cómo vas a usarlas? ¿Vas a dejar que la televisión, los e-mails inútiles, las faenas poco importantes, los anuncios, la gente equivocada u otras distracciones consuman tu día? ¿O vas a tomar control de tu tiempo y hacer tuyo ese día? Si no decides cómo lo vas a usar, otros lo harán por ti; ¡cuenta con ello!

La Balsa

En 1816 una fragata francesa encalló cerca de Marruecos. No había suficientes botes salvavidas, y los restos del navío formaron la única balsa que mantuvo a 149 personas. La tempestad los arrastró a mar abierto durante más de 27 días sin rumbo.
La dramática experiencia de los sobrevivientes impresionó a un artista: Gericault, que hizo un estudio bastante completo de los detalles para su pintura. Entrevistó a los supervivientes, a los enfermos e incluso vio a los muertos. Horrorizado, reprodujo la íntima realidad humana en esa situación.
“La Balsa de la Medusa” de Theodore Gericault. Figuración de un acontecimiento que conmovió a Francia. El naufragio de la nave la Medusa (el 2 de Julio de 1816), con repercusiones que afectaron lo más profundo del alma humana. En ella, vemos las diferentes actitudes humanas manifestadas en los momentos críticos de la vida.

De prisionero a leyenda

¿Quieres ver y oír una historia fascinante? ¿Qué tal si te sientas en la cómoda butaca del cine y te deleitas con el largometraje que se perdieron de filmar los mejores guionistas de Hollywood? Siéntate y observa.

El hombre espera en la quietud de la celda. Una molesta gotera golpea sobre la áspera piedra. El calor es agobiante y denso, pero teniendo en cuenta las circunstancias, la temperatura es lo que menos importa. Las moscas lo invaden todo sin piedad, pero no tiene sentido espantarlas; al fin y al cabo, pueden llegar a ser la única compañía digna de apreciar. Los demás presos observan al hombre con recelo. Éste se siente acechado. Para ser honesto, los últimos meses fueron pésimos para el callado prisionero. Sus hermanos lo odian con toda el alma y le tendieron una trampa; una clásica rencilla familiar que terminó en tragedia, en viejos rencores arraigados.
El hombre es apenas la sombra de aquel muchacho que solía lucir una impecable vestimenta, con un delicado toque de perfume francés. Ahora viste harapos, y una especie de taparrabo. Se comenta, en la celda, que está marcado por la desgracia. Pudo haber sido libre, de hecho llegó a trabajar como mayordomo para un importante magnate. Pero los comentarios afirman que quiso propasarse con la bellísima mujer del millonario. En su momento negó la acusación, pero no pretenderá que creamos que fue ella quien lo acosó sexualmente, opinan.
"Si fuese como él dice, debió haberse acostado con ella", afirma un viejo recluso apodado "el griego"; "una noche de lujuria le habría otorgado su pasaporte a la libertad".
El misterioso hombre sigue recostado sobre una de las paredes sucias de la prisión. Parece que supiera algo que los demás ignoran. Como si tuviese un hábil abogado que apelará su condena, o como si presintiese que la muerte está cerca y le aliviará tanto dolor injusto. Sonríe en silencio, sin alboroto. Teóricamente está muerto, sin esperanza.
Ya no siente el calor ni le molestan los grilletes. Es como si pudiese ver tras los enmohecidos muros de la celda. Los demás presuponen que está al borde de la locura. Pero el hombre espera como aquel que sabe que aún puede cambiar su estrella. Toma la celda como parte del plan, como su último escalón hacia el destino.

Por el valle de sombra

Nuestra vida en este mundo es temporal y pasajera. Si las fuerzas nos ayudan, podemos vivir setenta años, y aun llegar a los ochenta; pero no tiene sentido que vivamos tanto tiempo: esa vida de angustias y problemas pasa pronto, lo mismo que nosotros. Salmo 90:10 (TLA)
Algunas veces sentimos que vamos cuesta arriba y otras hacia abajo. Y si nos dieran a escoger tomaríamos ir hacia abajo pues nos costaría menos esfuerzo poder avanzar. Sin embargo, las cosas no siempre suceden como uno desea, y tendremos que bregar cuesta arriba muchas veces en la vida.
valle de sombrasA veces nuestros días son placenteros, soleados y hermosos, pues todo lo que nos proponemos se logra, no hay enfermedades, y si las hay no son graves, nuestra economía está estable, las relaciones familiares son sonrisa y fiesta, nuestros hijos son buenos y brillantes en la escuela, tienen buenas amistades,... casi todo suena a una hermosa melodía con violines y cuerdas, a aroma de flores, a pájaros cantando su trinar, etc.
Pero de improviso, ese día claro y soleado se convierte en un día nublado y frío, otras veces desértico y seco, o con fuertes vientos que azotan nuestra vida. Es cuando sin esperarlo, nos quedamos sin empleo, comenzamos a carecer de cosas que antes teníamos, hay enfermedades graves con personas queridas en el hospital, incluso llega la muerte a rondar a nuestro alrededor; nos llueve sobre mojado, parece que nunca pasara la tormenta.

Una red mortal

Era un gigante de los mares: un gigante feliz, hijo del inmenso mar. Podía nadar a cincuenta kilómetros por hora, zambullirse durante más de cien metros, para luego saltar sin inhibiciones por el aire y caer con todo su enorme peso de treinta toneladas en el mar.
Era una ballena gris que vagabundeaba libremente por todo el Pacífico.
Pero un triste día metió la cabeza en una espesa red de cazar tiburones. Con esa red encima, el gigante no podría comer. Podría soportar el hambre varias semanas, quizá meses, pero tarde o temprano moriría. La red donde metió la cabeza sería su muerte. Así ocurrió con esta ballena.
Es una pena pensar en este campeón de los mares. La ballena gris nada continuamente en el Pacífico, desde Alaska hasta México. Se alimenta tragándose media tonelada de agua y expulsándola luego a través de las barbas de la boca. Quedan en su boca, como alimento, los crustáceos apresados. Pero si la red la atrapa, no la deja comer. Y tarde o temprano sucumbe sin remedio.
De la misma forma, hay personas que se ven apresadas en redes mortales. Son redes que entorpecen la conciencia, que nublan la razón, oscurecen la mente y debilitan la voluntad. Aunque no traban los miembros físicos del cuerpo, sí traban el criterio, el sentido moral, la inteligencia y la razón.