viernes, 17 de julio de 2015

Disfruta el viaje

Todo ser humano tiene problemas, dificultades. No se trata ahora de problemas sencillos, sino de situaciones serias en sus vidas. Si no tienes problemas, es que no le estás haciendo daño al enemigo.
Y ¿qué haces cuando tienes problemas? Muchos dirán: leer la biblia, orar,.. eso son solo respuestas religiosas.
El deleite de Satanás es ver a un hijo del Eterno, nervioso, cansado, quejándose, murmurando, aburrido. Santiago 1: 2 – 3. (BT) “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os veáis cercados de diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia”.
“… Tened por sumo gozo cuando os veáis cercados de diversas pruebas…”. Es decir, que esté tu gozo al máximo cuando estés en diversas pruebas.
“… Sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia”. La paciencia produce consistencia. Si estás en prueba gózate, pero que este gozo esté al máximo. Porque la prueba en tu vida va a producir consistencia.
Y la consistencia te lleva a un nuevo nivel en el cual, a pesar de la prueba, se mantiene el mismo gozo.
Santiago 1: 4. (BT) “Y dejad que la paciencia tenga su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna”.
Luego la prueba te dio consistencia. Entraste a la prueba faltándote algo, pero si te gozas vas a salir con lo que necesitabas.
Cuando entiendes lo que es gozo, sales de la prueba sin que te falte cosa alguna. Entras con algo que te faltaba, pero sales completo. ¿Por qué sucede esto?
Porque cuando el enemigo te ataca injustamente, el Padre tiene el derecho de darle a sus hijos lo que les hace falta, si ellos se gozan.
El Padre te dice: Gózate, porque si te gozas el enemigo tiene que pagarte por cada golpe que te da. La condición es gozarte, si no te gozas vas a salir incompleto, como entraste. Pero si te gozas vas a salir completo, más consistente.
Hebreos 12: 1 – 2. (BT) “Por lo cual también nosotros, teniendo alrededor nuestro una tan grande nube de testigos, desprendiéndonos de todo peso, y del pecado que nos asedia, corramos con paciencia la carrera que nos es puesta delante,  puestos los ojos en Jesús, el Autor y Consumador de la fe; el cual, por el gozo puesto delante de Él, soportó la cruz, y despreciando el oprobio, se ha sentado a la diestra del trono de Dios”.
Jesús colocó gozo delante de Él. En el primer momento era dolor lo que estaba pasando. Pero el gozo era que Él podía sentir a los millones que iban a ser salvos por medio de Su sacrificio.
El gozo es una fuerza espiritual y una decisión del corazón, es decir, tú decides estar gozoso, es un fruto del Espíritu. Tú decides amargarte o estar gozoso, y si te gozas vas a salir completo de la prueba.
Ahora bien, ¿qué sucede si entras en prueba?
La prueba produce paciencia, consistencia, tiene el gozo al máximo en tu vida. Debes decidir gozarte.
De hecho, ¿qué arreglas si sigues enfadado, enojado y murmurando? Nada. Vas a salir tan vacío como cuando entraste a la prueba. ¿Qué vas a cambiar enojado? Nada. Recuerda que el gozo es una fuerza espiritual que sale desde adentro.
En medio del problema di: Señor, yo tomo la decisión de servirte, adorarte, darte gracias, de gozarme. Si quieres salir completo de la prueba, disfruta el viaje. ¡Caramba!, puedes decir: usted no conoce a mi esposo. -Tú disfruta el viaje. Eso es temporal.

La Pasión de Cristo según la medicina

El mundo cristiano reflexiona y recuerda los padecimientos de Cristo en la cruz, por los que demostró así su amor por la humanidad. Vamos a ver los sufrimientos de Cristo desde un punto de vista médico. A los 33 años Jesús fue condenado a muerte. La “peor” muerte de la época. Sólo los criminales eran condenados como Jesús.
Jesús en el Huerto suda sangre
Los Evangelios nos dicen que Jesús comenzó a sudar sangre cuando estaba orando en el monte de los Olivos, específicamente en el jardín del Getsemaní, lo cual es una condición médica llamada “hematidrosis”. No es muy común pero puede darse cuando hay un alto grado de sufrimiento psicológico.
Lo que sucede es que la ansiedad severa provoca la secreción de químicos que rompen los vasos capilares de las glándulas sudoríparas. Como resultado, hay una pequeña cantidad de sangrado en las glándulas y el sudor emana mezclado con sangre. No es mucha sangre sino una cantidad muy pequeña. Esto provocó que la piel quedara extremadamente frágil, de modo que cuando Jesús fue flagelado por el soldado romano al día siguiente, su piel ya estaba muy sensible.
Jesús ya estaba debilitado por lo sucedido en el Huerto y además, la noche entera sometido a un falso juicio, palizas y cárcel.
La flagelación
Las flagelaciones romanas eran conocidas por ser terriblemente brutales. Generalmente consistían en treinta y nueve latigazos. El soldado usaba un látigo con tiras de cuero trenzado con bolas de metal entretejidas; cuando el látigo golpeaba la carne, esas bolas provocaban moretones o contusiones, que se abrían con los demás golpes. Y el látigo también tenía pedazos de hueso afilados, los cuales cortaban la carne severamente.
La espalda quedaba tan desgarrada que la espina dorsal, a veces, quedaba expuesta por los cortes tan profundos. Los latigazos iban desde los hombros, pasando por la espalda, las nalgas, y las piernas. Mientras continuaba la flagelación, las laceraciones llegaban hasta los músculos y causaban jirones temblorosos de carne sangrante. Las venas de la víctima quedaban al descubierto y los mismos músculos, tendones y las entrañas quedaban abiertos y expuestos.
La víctima podía experimentar un dolor tan grande que le llevase a una conmoción hipovolémica. Hipo significa “bajo, “vol” se refiere a volumen y “émica” significa “sangre”, por lo tanto, conmoción hipovolémica quiere decir que la persona sufre efectos de la pérdida de una gran cantidad de sangre. Esto causa 4 efectos:
1. El corazón se acelera para tratar de bombear más cantidad de sangre, sangre que falta.
2. Baja la presión sanguínea, lo que provoca un desmayo o colapso.
3. Los riñones dejan de producir orina para mantener el volumen restante.
4. La persona comienza a sentirse sedienta porque el cuerpo ansía fluidos para reponer el volumen de sangre perdido.

Dale Tiempo a Dios

Si tienes un problema muy agobiante, una necesidad muy grande en tu vida, tal vez el problema es que monopolizas toda la charla con Dios, y no le estás escuchando a Él para nada.
¡Deja de hablar tanto y dedica tiempo a escucharle! Escucha la Palabra de Dios. Quédate en silencio y deja que Él te hable.
Cuando estés en silencio, esperando en Él, escucharás un susurro, una suave voz. Alguien llamó a esto “impulso divino”, pues es como una impresión en tu corazón indicándote que tienes que hacer algo en particular.
Algunos creen que orar significa seguir pidiendo y pidiendo, seguir hablando y rezando, rogándole al Señor con una gran palabrería y una gran insistencia, para convencerlo de que nos conceda lo que queremos.
Este tipo de oración no demuestra mucha fe, ni confianza en que Él va a responder. Todo lo contrario, demuestra tu falta de fe e incredulidad, pues dudas que Él ya te oyó y que la respuesta está en camino.
Cuando ores, no necesitas seguir pidiéndole lo mismo, insistir tratando de expresar lo que quieres. Lo que en verdad necesitas es seguir ‘creyendo’, y ‘esperando con fe’. ¡Espera que Dios te responda! La respuesta está en camino, ¡Dios responderá!

Servidores del reino

Permanecer fiel al servicio a Dios no siempre es fácil, y mantener un ministerio mucho menos. Son dignas de admiración aquellas personas que han aceptado el llamado de Dios, y que lo dan todo por cumplir los propósitos del Señor; que a pesar de las dificultades, cuentan con el respaldo de Dios y han visto su gloria, pero también son admirables aquellas que aún están empezando el proceso, que están pasando dificultades sin ver resultados eficaces.
No importa lo grande o pequeño que sea el ministerio o el proyecto que estés desarrollando para el Reino de Dios. Lo que importa es que permanezcas fiel creyéndole al Señor, pues Dios siempre nos pone a prueba para prepararnos y además, el enemigo también se levanta en contra de lo que Dios quiere hacer a través de nosotros.
Uno de los grandes ejemplos de esto es el Apóstol Pablo, quien sufrió mucho por establecer el Reino de Dios en la tierra, pero aun así, leemos expresiones como estas: ¨Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia; de la cual fui hecho ministro, según la administración de Dios que me fue dada para con vosotros, para que anuncie cumplidamente la palabra de Dios¨ Colosenses 1: 24-25 (RVR 1960).
La gran mayoría de nosotros conoce todo lo que sufrió Pablo a causa del evangelio. Fuera de toda lógica, porque ¿quién se va a gozar por sufrir tanto?; lo que demuestra que hacer sacrificios por Dios vale la pena. Eso sí, no todo el que Dios llama, lo usa, y no es porque Dios lo valore poco o no quiera, sino porque esa persona no está dispuesta a vivir para Dios y ser sacrificio vivo para Él.
Aunque es cierto que cada servidor, sea líder, pastor, salmista, ministro etc., ocupa un lugar en la iglesia y es porque Dios así lo ha permitido, son personas de las que Dios ha tenido misericordia y en quien Él se ha complacido. ¨Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. ¨Romanos 9:16 (RVR 1960).

Un Toque celestial

Había sido un día desalentador. Los médicos nos habían dado la peor de las noticias. A nuestra hija, que acababa de pasar su primera cirugía cerebral para hacer desaparecer un tumor y estaba siendo sometida a radioterapia, ahora se le daba únicamente, un dos por ciento de probabilidades de sobrevivir ya que este tipo de cáncer no tenía cura.
Mi esposa y yo decidimos llevar a nuestra hija a almorzar antes de seguir con nuestros quehaceres de la tarde. Fuimos a un restaurante local donde nos sentamos en silencio esperando a la camarera. Nuestra hija Molly no podía entender tal tristeza o silencio, así que jugaba alegremente con papel y lápices de colores, mientras permanecíamos sentados mirando al suelo.
En esas, observé a una pareja muy anciana sentada a unos cuantos metros de distancia; ellos, también en silencio, sin hablar una palabra. No pude por menos que preguntarme qué desafíos enfrentaban en sus vidas y si nunca habrían tenido que enfrentarse a una noticia tan terrible sobre uno de sus hijos.
Dejé mis pensamientos, y de vuelta a nuestro almuerzo, todavía sentados, en silencio comimos lo que pudimos. Pero quedé intrigado por la anciana pareja y les observé más intencionadamente, a cada momento que pasaba. Pensé en que no se habían hablado el uno al otro todavía, y me pregunté si sería la paz que disfrutaban, o la comida, o tal vez ambas cosas. Sin embargo, en algún momento perdí interés y me centré nuevamente sobre mi almuerzo.
Molly aún hablaba consigo misma y disfrutaba su comida, mientras su madre y yo escuchábamos e intentábamos ser felices en su presencia, pero no nos estaba yendo muy bien. De repente, vi esa mano aparecer de la nada. Era enorme, y se podía apreciar que había sido afligida por la artritis. Los nudillos estaban hinchados, y los dedos torcidos y fuera de alineación. No pude quitar mis ojos de esa mano que se desplazó y se puso sobre la manita de mi hija de seis años; al hacerlo, miré hacia arriba; era la anciana que había estado sentada con el anciano, comiendo su almuerzo en silencio.
La miré a sus ojos, y ella habló, pero no a mí. Miró a mi hija y simplemente susurró: “Si pudiera hacer más por ti lo haría”. Y entonces, sonrió y se alejó para encontrarse con su esposo que se dirigía hacia la puerta.