domingo, 10 de agosto de 2014

La otra cara del “selfie”

Es preocupante el afán de muchas jóvenes en llamar la atención de hombres con palabras envueltas en “cristianismo”, a pesar de la timidez demostrada en sus fotos, y en sus mismas palabras.
NO está mal que quieran mostrarse bellas, llamativas o como le quieran llamar, lo que realmente preocupa es que estamos y seguimos en un patrón anormal de comportamiento, en el que hay una necesidad de afecto y de llamar la atención realmente impresionantes. Y si bien es cierto que todas hemos pasado por lo mismo, también es cierto que no toda la gente tiene que saber o ver, que mostrando partes de nuestro cuerpo como las piernas, nuestro torso, los senos, entre otras, vamos a conseguir algo, porque de hecho lo que se logra es el efecto contrario.
El efecto que pone a la gente a pensar: bueno... ¿ella no era tímida, penosa, discreta e introvertida?, ¿y las fotos y comentarios no muestran algo completamente diferente?
Aquí el asunto no es que seamos juzgadas, lo principal, lo primero es que empecemos por aceptarnos y mostrarnos tal como somos para así conseguir lo que anhelamos.
Todas tenemos derecho a conseguir una pareja real y ser felices, pero la provocación pasiva, es muy fea y más si viene de mujeres que, de una u otra forma, son una influencia para otros.
El tema es que nuestra imagen coincida con quien decimos ser, y que no utilicemos fotos para publicar mensajes “de Dios” con imágenes que muestran nuestro cuerpo en formas seductoras o atrayentes. Esto no coincide de ninguna manera posible, con lo que Dios diría.
Pensemos mejor, nosotros también podemos cambiar las tendencias.

Señor, ¡cuánto amo yo tu palabra!

¡Cuánto amo yo tus enseñanzas! ¡Todo el día medito en ellas! Salmo 119:97 (RVC)
Un recurso bíblico en Internet, el sitio Bible Gateway, observó los hábitos de búsqueda de sus más de 8 millones de visitantes mensuales y descubrió que Juan 3:16 fue el versículo más buscado durante 2010.
Señor, cuánto amo yo tu palabra!
No sorprende a nadie que sea el número uno de la lista. Nos dice que Dios nos amó tanto que mandó a su Hijo para rescatarnos de nuestro pecado y darnos vida eterna. El versículo que ocupa el décimo lugar en la lista, son las palabras de Jesús cuando les encarga a sus seguidores que difundieran esta buena noticia: Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones… (Mateo 28:19). También, entre los diez mejores están Jeremías 29:11 y Romanos 8:28, que hablan de los planes y los propósitos bondadosos de Dios para su pueblo.
Las Escrituras están llenas de verdades para investigar y compartir. En el Salmo 119, el capítulo más largo de la Biblia, el salmista comunicó sus pensamientos sobre la Palabra y su deseo de escudriñarla y de que el Señor le enseñara. Dijo: ¡Oh, cuánto amo yo tu ley! (verso 97). Algunas de las razones por las que el salmista la amaba: Le daba sabiduría y entendimiento, resguardaba sus pies del mal y era dulce. Por eso meditaba en ella todo el día.
Sigamos dedicando tiempo a leer la Biblia. Cuanto más investiguemos la Palabra, más aumentará nuestro amor a ella y a sus autores.

Pruebas y gozo

“Tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas” (Santiago 1.2) –¡qué expresión tan extraña! ¿Cómo puede tener sentido, si las pruebas y el gozo no empatizan entre sí? Pero Santiago está hablando desde la perspectiva divina, no desde la humana.
Hay beneficios realmente sorprendentes en el sufrimiento que no son fáciles de distinguir por la mayoría de las personas.
Ante todo, necesitamos tener presente que este verso no dice que debemos estar felices por el dolor, sino que nos regocijemos por las bendiciones que acompañan al sufrimiento. La frase “tened por” da a entender “evaluar” o "valorar".
Cuando evaluamos las adversidades desde la perspectiva de Dios, podemos regocijarnos por su resultado provechoso aunque nos produzcan dolor. Humanamente hablando, las pruebas duelen; pero desde el punto de vista del Señor, ayudan.
Y para gozarse en las pruebas, es necesario entender el propósito para el cual Dios las creó. No importa qué origen sea el de ellas, que podemos saber que el Señor quiere usarlas para poner a prueba nuestra fe y así, producir paciencia y madurez espiritual.

Gracias por ser mi amigo

“En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia”.
Proverbios 17:17
No hay nada como un buen amigo, no existe nada mejor que un amigo en Cristo. Tener un amigo que hable tu mismo idioma, el de Cristo, tener esas mismas ganas de leer la Biblia y compartir un versículo contigo.
No existe nada como un buen amigo que te comprenda, aliente y te diga ¡vamos, tú eres hija de Dios, continuemos! Tener un amigo así es una hermosa bendición, no es comparable a nada en este mundo.
¿Te imaginas un día lluvioso y no tener paraguas, o tener hambre y no tener un poco de pan? Pues el verdadero amigo es como el paraguas y el pan, ambos son oportunos.
Si encuentras un amigo así, riega esa hermosa amistad día a día, no la descuides. Además, hoy en día la tecnología nos ayuda mucho, usémosla para darle toda la gloria a Dios. ¿Cómo?, por ejemplo, podemos comunicarnos con ese amigo por teléfono, móvil, mensajes de texto, facebook, twitter, correo electrónico, etc.
La idea es no perder esa amistad. La amistad de un hermano en Cristo es tan dulce como la miel, tan reconfortante como un abrigo, tan sincera como nuestro señor Jesucristo. La amistad que hoy tienes vale mucho, aprende a valorarla.
Por favor, no cometamos el gran error de pensar que si ese amigo nos corrige deja de ser nuestro amigo. Al contrario, si te corrige es porque en verdad te quiere, te considera un verdadero amigo y desea que corrijas tus errores y vuelvas al camino correcto.
Por último, démosle gracias a Dios por poner en nuestro camino tan bonita amistad y démosle toda la gloria a Dios conservándola y creciendo junto con ella.

Disfrutemos el hermoso obsequio de tener un amigo en Cristo

Gracias por todos los amigos.

¿Dónde estás?

“Pero Jehová Dios llamó al hombre, y le preguntó: -¿Dónde estás?
Él respondió: Oí tu voz en el huerto y tuve miedo, porque estaba desnudo; por eso me escondí.” Génesis 3:9-10
Todos conocemos la historia, Adán y Eva habían quebrantado la advertencia de Dios de no acercarse ni comer del árbol prohibido. El pesar de la desobediencia les había robado la alegría de salir libremente a encontrarse con Dios. Ahora era Dios quien debía salir a buscarles porque ellos estaban escondidos.
¿Por qué estaban escondidos Adán y Eva? Porque se sentían culpables, ya no se sentían dignos, se dieron cuenta que hicieron lo incorrecto a los ojos de Dios.
where i am
Frecuentemente invitamos a alguna persona a asistir a la iglesia o hacer la oración de fe (confesar a Cristo como su Salvador)  y nos sorprende la enfática respuesta: “No”.  Algunos dicen “ya estoy asistiendo a una iglesia, pero todavía no quiero aceptar a Cristo, o dicen “un día de estos aceptaré a Cristo; pero aún no es el momento, estoy esperando que Él me llame”. Tal vez si les pidiéramos que donaran un riñón o que nos acompañaran a un viaje a la luna aceptarían más rápido; pero ninguno acepta voluntariamente tener un encuentro con Dios.
¿Y qué pasa con las personas que rechazan acercarse a Dios? Les pasa lo mismo que Adán y Eva, tienen miedo al llamado de Dios porque se sienten avergonzados. Creen que serán rechazados por lo que son, por lo que han hecho o por el tipo de vida que están llevando. Reconocen que no están llevando una vida recta, incluso muchos están esperando primero ordenar sus vidas, para luego venir a los caminos del Señor.