miércoles, 4 de mayo de 2016

¿Cuál es la visión que tienes de ti? - No pierdas el tiempo, aprende de los errores

“Para ver claro basta con cambiar la dirección de la mirada.” Antoine de Saint-Exupery
Cuando estás frente a un espejo: ¿cómo te ves? ¿Ganador o perdedor?
Algunas personas tienen siempre una visión perdedora de ellos, se ven a sí mismos  como  “miserables”, “gusanos”  y todo lo despectivo que puedan llegar a imaginar.  Viven bajo el síndrome del “patito feo”, que se ve reforzado cada vez que tienen un revés o un fracaso económico, emocional, sentimental o profesional, inclusive espiritual.
Las personas que se ven a sí mismas como perdedoras tienen el papel de víctima, viven reaccionando y culpando a todos los que puedan de la vida que están llevando. Su canción favorita es “pobre de mí que me tocó sufrir”. El enfoque de su vida es el sufrimiento, el dolor, la miseria, la tragedia, la vergüenza,... la culpa. Juegan el papel de victima tan bien que son dignos de un premio de la academia de cine. Y lo más triste es que piensan que nunca van a salir de su situación perdedora.
¿Tienes la mirada perdedora? ¿Te gustaría cambiarla por una mirada ganadora?
Las personas con miradas ganadoras siempre asumen la responsabilidad en sus vidas y están dispuestas a superar cualquier obstáculo en el camino. Lo cual significa que tendrán que aprender nuevas habilidades, adaptarse a los cambios, a abrir sus mentes y sus corazones a nuevas posibilidades.
Una persona que se ve como ganadora reconoce que la vida es dura, pero siempre busca encontrar un nuevo camino, un nuevo enfoque. Su canción favorita es “debe haber una manera de lograrlo”. Definitivamente, tener una mirada ganadora es una elección y conlleva una determinación tremenda de superación.
“Lo que hará de ti una persona ganadora o perdedora es la visión que tengas de ti mismo.” 
Seguramente has escuchado la frase “Los ojos son las ventanas del alma”. Pues es muy cierta, allí se encuentra reflejada la personalidad del individuo. Jesucristo también nos mostró esta verdad  “Tu ojo es una lámpara que da luz a tu cuerpo. Cuando tu ojo es bueno, todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando tu ojo es malo, todo tu cuerpo está lleno de oscuridad. Y si la luz que crees tener en realidad es oscuridad, ¡qué densa es esa oscuridad!” Lucas 11;34-35
¿Cómo es tu ojo con respecto a ti?
Los ojos pueden reflejar luz u oscuridad, victoria o derrota, todo depende del alimento que yo le dé a mi vida, mente, alma. Si la alimento con cosas positivas voy a lograr cosas positivas, recuerda el principio “Todo lo que sembramos, eso cosechamos”.
Las grandes obras, los grandes inventos, las cosas maravillosas o asombrosas que podamos ver son resultados de una visión, de personas que mantenían una mirada ganadora ante la vida. La mirada ganadora es la mirada de la confianza, es la mirada de la fe.
¿Qué mirada eliges hoy?
¿Estás listo(a) para dejar de culparte? ¿Estás dispuesto(a) a buscar ayuda para ver claro el potencial que hay en ti?
Hay circunstancias en nuestras vidas que atraen la mirada perdedora, y la clave es no estancarse sino levantarse con una mirada ganadora cargada de una visión poderosa. La visión debe llevarte siempre a mirar al frente, a ir hacia adelante, a conquistar cimas y montañas. Cuando hay buena visión se puede llegar al lugar deseado.
 Y......

¡Dios no existe!

¡Dios no existe…! Es la frase repetida de aquellos que, diciendo no creer en Dios, no quieren hacerse responsables de su propia vida espiritual. Pasa igual con el que finge no ver la luz roja, pretendiendo así no hacerse acreedor de una multa. La ley de tráfico está ahí, creamos en ella o no.
¡Dios no existe…! Sí, también fueron las palabras de una joven que luchaba con la decepción de una mala decisión pasada. Pretendiendo, con esta respuesta, que la tranquilidad que había perdido regresara a su vida. El caso es que los seres humanos desde la antigüedad nos hemos especializado en dos cosas:
1) Buscar otro responsable de nuestros descalabros.
2) Con esta conducta, autodestruirnos.
¿Dónde estaba Dios? ¿Por qué permitió que me pasara esto? ¿Por qué no me detuvo?
Quizá fue la misma pregunta que hizo Adán… El “libre albedrío” no es más que la oportunidad que Dios nos da de tomar la decisión por Él.
El diccionario nos define el albedrío como:
1. Potestad de obrar por reflexión y elección: libre albedrío.
2. Antojo, capricho o voluntad de alguien: actúa según su albedrío.
Dicho así, nuestro “albedrío” nos puede llevar a la autodestrucción. Pero Dios, al darnos a Jesús, nos da la oportunidad de tomar la decisión que nos garantiza, no la falta de dificultades, pero sí una vida llena de una paz inexplicable en medio de esta vida tan convulsionada.

Un comentario no va a acabar conmigo

Un comentario no va a acabar conmigo es una afirmación para aquel desanimado que ha escuchado que no es bueno en cierta área, para quien ha sufrido las duras críticas de personas que no han visto el esfuerzo y entusiasmo con que hace las cosas, y para todos los que han vivido escuchando a gente negativa que ningún aporte de crecimiento tienen hacia ellos.

Comentarios positivos y negativos siempre vamos a escuchar, seguramente queramos evitar algunos, pero la mayoría de las veces es imposible, sin embargo, somos nosotros y nadie más que nosotros quienes decidimos si los creemos o no, si permitimos que nos causen daño, vengan de quien vengan.
Puede que los comentarios que hayas recibido últimamente sean todos negativos ante lo que haces. Tu esfuerzo puede haber sido mucho, pero poco el valor que le dieron a lo que hiciste, y hasta puede ser que las personas más cercanas a ti sean las que los hayan dicho, pero a pesar de lo que has escuchado, eres tú quien toma la decisión de creerlos o no, de hacerlos parte de lo que piensas de ti mismo o simplemente ignorarlos, y tomarlos solo como una crítica constructiva.

Los hijos y la Antorcha

¿Hay un período de tiempo mágico en el que los hijos se hacen responsables de sus propias acciones?
¿Hay un momento maravilloso, en el que los padres nos convertimos en meros espectadores en la vida de nuestros hijos?, ¿en el que nos encogemos de hombros y decimos:
“Es su vida”, sin sentir nada?...
... Cuando contaba con 20 años estaba en el pasillo de un hospital, esperando a que los doctores pusieran unos puntos en la cabeza de mi hijo y pregunté:
¿”Cuándo dejaré de preocuparme”?
La enfermera dijo:
¡Cuando salgan de la etapa de accidentes!
Mi mamá apenas sonrió y no dijo nada.
Cuando contaba con 30 años, me senté en una pequeña silla en la clase y escuchaba cómo uno de mis hijos hablaba incesantemente, interrumpiendo la clase y moviéndose continuamente.
Casi como si me hubiera leído la mente, la maestra me dijo:
¡”No se preocupe, todos ellos pasan por esta etapa, y luego usted podrá sentarse tranquila… relajarse y disfrutarlos”!
Mi mamá apenas sonrió y no dijo nada.