martes, 30 de agosto de 2016

Yo elegí

Hace unos cuantos años, en la televisión de mi país se emitía un programa maratoniano de ayuda social para discapacitados. Entonces vi esta historia que me pareció muy interesante y aplicable a nuestras vidas:
Sebastián Demangel, comentaba su experiencia de vida, o más bien una experiencia al borde de la muerte.
    Resultado de imagen de Yo elegí levantarme de mi aflicción
  • -Yo iba en el coche porque quería.
  • -Salí de juerga porque yo quería.
  • -Iba borracho porque yo quería.
  • ¡Nadie me obligaba!
A altas horas de la madrugada del año 98, y completamente ebrio, sobrevivió a un accidente que casi acaba con su vida y la de sus amigos. Sebastián remarca responsable e intencionadamente, aquellas palabras y asume haber tomado decisiones equivocadas: “porque yo quería”.
Hoy todo ha cambiado. Él sobrevivió al accidente pero quedó con secuelas graves en su sistema nervioso central. Ha tenido que aprender a caminar de nuevo, a comer solo, a abrochar sus zapatos solo; hasta su lengua está un poco torpe y cuesta entenderle, pero Sebastián aprendió a levantarse después de una caída, dos, tres, y más... Ahora Sebastián sale a "trotar" a la playa... , sus pies tropiezan uno con el otro, cae y se levanta para seguir intentando correr.
Ahora salgo a enfrentar el mundo de manera muy diferente, dice Sebastián.
Con la hombría de asumir errores, y con la fortaleza de no quedarse en una silla de ruedas, se puso de pie y decidió enfrentar cada caída que vendría en el futuro, para ponerse de pie con la bandera de la victoria. Sebastián sigue “eligiendo”. Igual que reconoció elegir lo peor, ¡hoy elige lo mejor!

¿Quién soy en Cristo?

2 Corintios 5:17, “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. 
Resultado de imagen de "¿Quién soy en Cristo?"Hay dos palabras griegas que son traducidas como “nuevo” en la Biblia. La primera, neos, se refiere a algo que acaba de ser hecho pero que existen muchos otros iguales. La segunda, la palabra traducida como “nueva” en este verso, es la palabra kainos, la cual significa algo recién hecho pero que no se parece a nada que exista. En Cristo, somos hechos enteramente una nueva creación, al igual que Dios creó originalmente los cielos y la tierra. Él los creó de la nada, y de igual manera lo hace con nosotros. Él no sólo nos limpia de nuestro antiguo yo, sino que hace de nosotros un ser enteramente nuevo, y ciertamente, este nuevo ser es parte de Cristo mismo. Cuando estamos en Cristo, somos “partícipes de la naturaleza divina” (2 Pedro 1:4). Dios mismo, en la persona de Su Espíritu Santo, hace Su morada en nuestros corazones. Nosotros estamos en Cristo, y Él está en nosotros.

Cuando estamos en Cristo, y Él en nosotros, somos regenerados, renovados y renacidos, y esta nueva creación es de mentalidad espiritual, mientras que la antigua es de mentalidad carnal. La nueva naturaleza es en compañerismo con Dios, obedientes a Su voluntad y devotos a Su servicio, aspectos que la antigua naturaleza es incapaz de hacer o desear hacerlo. La antigua naturaleza está muerta a las cosas del espíritu y no puede revivirse a sí misma. Está “muerta en sus delitos y pecados” (Efesios 2:1), y sólo puede revivirse mediante una resucitación espiritual, la cual sucede cuando venimos a Cristo y somos hechos Su morada. Él nos da una naturaleza totalmente nueva y santa, y una vida incorruptible. Nuestra antigua vida, previamente muerta ante Dios a causa del pecado, es sepultada, y somos resucitados “para andar en vida nueva” con Él (Romanos 6:4).
En Cristo, estamos unidos a Él, dejando de ser esclavos del pecado (Romanos 6:5-6); "Dios nos dio vida juntamente con Cristo..” (Efesios 2:5); “…hechos conforme a la imagen de Su Hijo…” (Romanos 8:29); libres de la condenación y no andando conforme a la carne, sino conforme al Espíritu (Romanos 8:1), y formando parte del cuerpo de Cristo con otros creyentes (Romanos 12:5). El creyente posee ahora un corazón nuevo (Ezequiel 11:19), y ha sido bendecido “con toda bendición espiritual en los lugares celestes en Cristo.” (Efesios 1:3).

Insiste y Ganarás

“¡Insista! Nada en el mundo puede sustituir a la perseverancia. El talento no lo hará; nada es más común que el hombre fracasado con talento. El ingenio no lo hará; los genios sin recompensa son casi un proverbio. La educación tampoco lo hará; el mundo está lleno de vagos educados.” Calvin Coolidge
La perseverancia es una de las cualidades de las personas que hace alcanzar el éxito. La mayoría de las personas no alcanzan sus sueños porque se rinden antes de llegar a la meta. Muchos dicen que no tienen las habilidades o el talento, y otros que no tienen los recursos ni la preparación necesaria para completar lo que iniciaron.
¿Tú eres de los que se rinden o de los que perseveran?
Perseverar es insistir constantemente, a pesar de las circunstancias difíciles y los obstáculos que se puedan presentar en el camino. Es una palabra de origen griego que significa constancia, persistencia, atender constantemente, continuar sin desvíos, adherirse firmemente, agarrarse bien.
La gran mayoría de la gente ha escuchado o leído historias de hombres y mujeres que perseveraron, sin importar las dificultades que se presentaron. De estos tiempos tenemos personas como Steve Jobs, fallecido recientemente, empresario y magnate de los negocios del sector informático, que en una oportunidad fue expulsado de la compañía que él mismo había creado. Sin embargo, nunca se rindió, y con determinación pudo volver para dejarnos un gran cambio en esta era tecnológica.

El toque que no se oyó

En tiempos de Oliver Cromwell, estratega militar y parlamentario inglés del siglo 17, un joven bajo su mando fue condenado a muerte por una falta menor. Su ejecución debía realizarse a la hora de queda del día señalado.
La novia del joven soldado suplicó a los jueces que al menos perdonaran la vida de su amado, pero sus ruegos fueron inútiles y la sentencia permaneció invariable.
Desesperada, fue a ver al anciano campanero a ver si le convencía de no dar el toque que señalaría la ejecución. Pero nada podía desviarlo de su deber.
El toque que no se oyóEl día de la ejecución, en un último intento de salvar al que amaba más que a sí misma, la novia subió al campanario y se escondió hasta la tarde. Al crepúsculo, el campanero llegó a realizar su tarea. Entonces la novia se aferró al badajo, envolviéndolo con su cuerpo, y esperó en angustioso silencio. El viejo empezó a tirar de la cuerda, y ella, prendida del badajo y sacudida sin misericordia, absorbió en su cuerpo los golpes del pesado hierro, enmudeciendo la gran campana.
El campanero, en su sordera, no se dio cuenta de que sus esfuerzos no rendían sonido alguno. Él siguió tirando de la cuerda, cumplió sus acostumbrados toques y se fue de la iglesia.
Apenas salió, la joven, golpeada y sangrante, bajó del campanario y corrió al lugar de la ejecución. Allí, Cromwell esperaba impaciente el toque de la campana. Echando una mirada hacia su amado, la novia se tiró a los pies del general y confesó lo que había hecho.
Él le oyó y, viendo su vestido roto y manchado y su cuerpo contusionado, se conmovió profundamente por tal muestra de amor. Le dijo: -Vete, tu novio vivirá. El toque no se oyó.
Tanto impresionó tal abnegación al severo Cromwell que anuló la sentencia y dejó al prisionero en libertad.
Sería imposible medir el agradecimiento del joven soldado hacia su novia. ¡Fue salvado de la muerte con el coste de los sufrimientos de su amada!