lunes, 3 de octubre de 2016

10 Conceptos Transferibles - Concepto 7

Cómo puede ayudar a cumplir con la Gran Comisión

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Ahora que es cristiano puede entender el gran regalo de la salvación que Jesús nos ofrece. Gracias a que el evangelio le fue presentado y ha creído, ha sido liberado del pecado y la muerte, y Dios le ha dado vida eterna y abundante. Sin embargo, todavía hay millones de personas que no han escuchado las buenas nuevas sobre Jesucristo, no han tenido la oportunidad de creer en Él y experimentar una vida eterna abundante.
De la misma forma que Dios deseaba que usted escuchara el evangelio para que creyera en su Hijo Jesús y fuera salvo, Dios también "quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad" (1 Timoteo 2:4). Por eso Jesús nos dio el mandamiento de "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura" (Marcos 16:15) y haced discípulos a todas las naciones (Mateo 28:19). Llevar las buenas nuevas de Jesús al mundo se llama la Gran Comisión, y como cristianos tenemos este privilegio. Usted puede ayudar a cumplir la Gran Comisión hablándoles a otros sobre Jesús, orando por los que aún no saben de Él o donando, ya sea su tiempo o dinero, para ayudar a que el evangelio sea proclamado en el mundo. Pídale a Dios la manera en la que Él desea que usted ayude a cumplir con la Gran Comisión.
"Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" (Mateo 28:19)
“Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.” 2 Corintios 5:20
“¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian el evangelio de la paz, de los que anuncian buenas nuevas! Romanos 10:15





¿Salvar o perder su vida?

Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Mateo 16:24-25

Inline image 1Tener éxito en la vida es el objetivo de todo el mundo. Éxito en el plano familiar, profesional o económico, alcanzar cierta notoriedad… cada uno tiene sus ambiciones y a veces hace esfuerzos ilimitados para lograr sus metas.
Un cristiano cuya empresa llegó a ser muy importante, confesó al final de su vida: "Alcancé todos los objetivos que me había propuesto, pero perdí mi vida".

Escoger como primer objetivo nuestro éxito en el mundo no es el comportamiento cristiano digno de Cristo.
Si por amor de Cristo” (Filipenses 3:7), no damos la prioridad al éxito material sino que nos consagramos a hacer la voluntad de Dios, Él nos dará lo que necesitamos y permitirá que nos hagamos un tesoro en el cielo para la vida eterna (Lucas 12:33).
Toda la Biblia nos enseña que Dios es fiel y sabrá recompensar a los que viven para Él, simplemente porque son sus hijos y desean agradarlo.
Por supuesto, los que consagran su vida a Él en esta tierra y aceptan renunciar a ciertas cosas por amor a Cristo, no lo hacen con el objetivo de obtener su entrada o su lugar en el cielo. Para eso, únicamente el sacrificio de Cristo nos da este lugar (Juan 14:1-3).
Pero recordemos que no podemosservir a dos señores”. Es imposible ir tras las riquezas del mundo y al mismo tiempo buscar las riquezas divinas (Lucas 16:13). Hagamos bien nuestras cuentas y acumulemos tesoros en el cielo (Mateo 6:20).



El cumplimiento de la ley

Romanos 13:8-14 No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros, pues el que ama al prójimo ha cumplido la Ley, porque: «No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás», y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la Ley es el amor.
Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño, porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas y vistámonos las armas de la luz. Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y libertinaje, no en contiendas y envidia. Al contrario, vestíos del Señor Jesucristo y no satisfagáis los deseos de la carne.
Toda la ley se resume en amar al prójimo como a uno mismo. Vamos a verlo:
La Ley de Dios es una guía que nos da dirección en cuanto a nuestra conducta hacia Dios y hacia nuestros semejantes; no nos justifica, ya que la justificación es por la fe en Cristo. (Gálatas 2:16, “Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado”). La Ley de Dios se resume en el Amor hacia Dios y hacia mi prójimo.
1) El que ama no quebranta la ley en lo respecta a nuestras obligaciones hacia el prójimo.
A) Los seis últimos mandamientos de la Ley, tienen que ver con el amor al prójimo.
1) El número cinco. Honra a tu padre y a tu madre…
Resultado de imagen de El cumplimiento de la leyMi primer prójimo es mi padre y madre, mi familia, mi hogar, los míos. No podemos manifestar amor para con otros, si primero no damos amor a quienes nos dan la vida y velan por nosotros, y por la familia donde crecemos y nos desarrollamos; a quienes debemos respeto, obediencia, lealtad; todo bajo el principio del amor.
2) El seis. No matarás.
Debemos, antes de nada, valorar la vida, la cual es un don de Dios, y que solo Él tiene poder de dar y quitar. En esto hay que reconocer perversidad en la premeditación y alevosía del que comete falta contra ella. El Señor quiere que seamos respetuosos con la vida, tanto la del prójimo como la nuestra. No se debe tomar el poder de quitarle la vida a nadie.
3) El Siete. No cometerás adulterio.
Se debe tener respeto y fidelidad a la persona con la que se esté unido, lo que demuestra el amor que se le profesa y que fue lo que los unió. Fidelidad, esté presente o ausente esta persona.
4) El ocho. No hurtarás.
Se debe respetar la propiedad de otro y no quitarle nada. Si existen deudas no olvidarlas; más bien, pagarlas.
5) El nueve. No dirás contra tu prójimo falso testimonio. No se debe ser falso en el trato con el prójimo, no engañarlo para buscar beneficio propio en detrimento del otro. Ni prestarse a  participar en un juicio como testigo falso.
6) El Diez. No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo”. Se prohíbe el codiciar cualquier cosa del prójimo, lo que tiene que ver más que solo una acción física contra él; también con los sentimientos y pensamientos, como la envidia y la avaricia. Sentimientos mezquinos.
B) El Amor hacia el prójimo nos hace procurar la paz y ser solidarios ante cualquier necesidad que éste pueda tener.
1) No debemos estar en deuda con nadie. 
2) La deuda ha de ser de amarse unos a otros.
3) Cuando hay amor, no se obra mal al prójimo.
4) El amor es el cumplimiento de la ley misma.

Crece en gracia y sabiduría

Resultado de imagen de Crecía en gracia y sabiduríaExiste un axioma que le oí a alguien en cierta ocasión, que decía: “hay personas que llegan a viejo, pero nunca alcanzan la adultez”. Resulta contradictoria esta forma de pensar, pero es un hecho que un gran número de personas que peinan canas se comportan como inmaduras. Lo cierto es que siempre se espera que aquellas personas que han tenido un contacto más prolongado con la existencia humana, sean personas sabias a las que se puede acudir, suponiendo que encontraremos en ellos respuestas a muchas interrogantes.
Es verdad que entretanto somos jóvenes, la experiencia no es un atributo del cual podemos sentirnos orgullosos, porque constantemente estamos cayendo en errores propios de nuestra inmadurez. Ahora bien, cuando la experiencia toca a nuestras puertas, la juventud hace las maletas, y ya no podemos retroceder en el tiempo. Como cristianos, tenemos promesas de Dios para alcanzar sabiduría independientemente de nuestra edad. Por lo tanto, aprender a conciliar ambas cosas aunque no sea nada fácil, resulta imperativo.