sábado, 28 de marzo de 2020

¿Cuáles son las Cuatro Leyes Espirituales?

Resultado de imagen de ¿Cuáles son las Cuatro Leyes Espirituales?Las Cuatro Leyes Espirituales son una excelente manera de compartir las buenas nuevas de la salvación disponible por la fe en Jesucristo. Es una manera sencilla de organizar la información importante del Evangelio en cuatro puntos.

La primera de las Cuatro Leyes Espirituales es "Dios le ama y tiene un plan maravilloso para su vida". 

Juan 3:16 nos dice, "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna". Juan 10:10 nos da la razón por la que vino Jesús. "He venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia". ¿Qué nos impide experimentar el amor de Dios? ¿Qué nos impide tener una vida abundante?

La segunda de las Cuatro Leyes Espirituales es, "La humanidad está contaminada por el pecado, y por tanto está separada de Dios. Como resultado, no podemos conocer el maravilloso plan de Dios para nuestras vidas"

Romanos 3:23 afirma esta información, "Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios". Romanos 6:23 nos da las consecuencias del pecado, "Porque la paga del pecado es muerte". Dios nos creó para que tuviésemos comunión con Él. Sin embargo, la humanidad trajo el pecado al mundo y, por tanto, está separada de Dios. Hemos arruinado la relación que Dios quería que tuviéramos con Él. ¿Cuál es la solución?

La tercera de las Cuatro Leyes Espirituales es, "Jesucristo es la única provisión de Dios para nuestro pecado. A través de Jesucristo, nuestros pecados son perdonados y se restaura una verdadera relación con Dios"

Romanos 5:8 nos dice, "Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros". 1ª Corintios 15:3-4 nos dice lo que necesitamos saber y creer para ser salvos, "…que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras, y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras…" En Juan 14:6, Jesús mismo declara que Él es el único camino a la salvación, "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí". 
¿Cómo puedo recibir este maravilloso don de la salvación?

La cuarta de las Cuatro Leyes Espirituales es la respuesta a esta pregunta. "Debemos poner nuestra fe en Jesucristo como Salvador, a fin de recibir el don de la salvación y conocer el maravilloso plan de Dios para nuestras vidas". 

Juan 1:12 describe esto para nosotros, "Mas a todos los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios". Hechos 16:31 lo dice muy claro, "¡Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo!" Somos salvos solamente por gracia, solamente a través de la fe, y solamente en Jesucristo (Efesios 2:8-9).

Si usted quiere confiar en Jesús como su Salvador, dígale a Dios las siguientes palabras. ¡Decir estas palabras no le va a salvar, pero sí, el confiar en Cristo! Esta oración es simplemente una manera de expresar a Dios su fe en Él, y agradecerle por proveerle su salvación. — "Dios, sé que he pecado contra ti y merezco el castigo. Pero Jesucristo tomó el castigo que yo merecía, y a través de la fe en Él yo puedo ser perdonado. Me aparto de mi pecado y pongo mi confianza en Él para la salvación. ¡Gracias por Tu maravillosa gracia y perdón – el don de la vida eterna! En el nombre de Jesús, ¡Amén!"



Lo que siembres... cosecharás. Ley de causa y efecto

"No os engañéis; Dios no puede ser burlado, pues todo lo
que el hombre sembrare, eso también segará". Gálatas 6:7

Su hijo lo lleva hasta la cochera y le dice: -"Papá, mira, acabo de romper el espejo de tu coche". 

Tú le respondes: -¿Le diste con esa piedra, verdad? 
-"Sí". 
-"Entonces tendrás que comprar un espejo nuevo". 

Este tipo de enseñanzas hará que sus hijos aprendan sobre el principio de la ley de causa y efecto, y les estará dando una lección que les evitará consecuencias graves en el futuro. Nuestro Padre celestial inventó esta ley para que aprendamos la forma correcta de hacer las cosas. Con cada una de las acciones y decisiones que tomamos, estamos determinando el tipo de cosecha que vamos a recoger. Adán y Eva, estando aún en el Jardín del Edén, prefirieron no hacer caso al consejo de Dios, y por esta razón tuvieron que pagar un alto precio; las consecuencias de su elección. El hombre, tarde o temprano cosecha lo que siembra
Ahora bien, Dios no es un ser sancionador que está esperando agazapado que nos equivoquemos para cobrarnos. Es un Padre de Amor, y nosotros sus hijos, que si nos dio libre albedrío es para que elijamos entre lo bueno y lo malo. Si elegimos hacer lo malo, nos corregirá por nuestro bien

Hacer el bien sin buscar el aplauso

Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.” Mateo 6:1
El Señor nos pide que no nos envanezcamos en el momento de hacer el bien a los hermanos. Aunque se puede sentir un gozo interior cuando se hace la Voluntad de Dios o se ayuda al prójimo, no debemos permitir que el diablo contamine nuestra acción con el orgullo. Porque ésta es una gran tentación, la de sentirnos mejores que los demás y querer mostrarlo a la mayor cantidad de personas posible, para que nos admiren y comenten: “qué buena persona es tal…”.
Resultado de imagen de Hacer el bien sin buscar el aplausoHacer esto es un gran error, ya que quita todo el valor de nuestra acción y nos hace un mal espiritual irremediable. Deberíamos pedir continuamente al Señor, humildad que nos permita meditar y reflexionar. Todo lo bueno que hagamos, no proviene del fondo de nuestro corazón sino de la inspiración divina.
De nosotros proceden las malas obras, fornicaciones, impurezas, malos pensamientos, ira, envidia, soberbia... Estas son las acciones que brotan de nuestro interior. Pero cuando dejamos entrar a Cristo en nuestra vida, Él actúa con poder moldeando nuestro corazón. Envía su Espíritu que nos transforma y permite que empecemos a actuar como hijos de Dios.
Por eso el Señor nos pide que no toquemos la trompeta delante de nosotros a la hora de hacer el bien. Reflexionemos en qué bueno es Dios, que nos permite adjudicarnos para justificación nuestra, las buenas obras que hacemos por su inspiración. Pero podemos perder esta recompensa si nos la adjudicamos a nuestra bondad y la pregonamos entre los hombres como propia.
Luego sí vendrá el reconocimiento de los demás. Porque no se prende una lámpara para esconderla bajo el celemín. De la misma forma, en algún momento, si es voluntad de Dios, se sabrán las buenas obras que hemos hecho. Principalmente, para servir de edificación al prójimo, llevándolo a la fe.
Por eso dice:para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.” (Mateo 6:4)
Nada habrá más en público que el Día del Juicio. Allí nuestras almas estarán desnudas ante Dios y los demás. Y allí se sabrá la medida de nuestro corazón, viendo los demás todo el bien que podamos haber hecho en secreto. Y seremos recompensados con el amor de Dios.