jueves, 8 de enero de 2015

Grado de implicación real del Cristiano Evangélico Bautista en su Iglesia

La vida cristiana es una tremenda y dulce experiencia. Es un crecimiento continuo. Dios quiere que crezcamos, que nuestra vida cristiana no pare de crecer. Para ello debemos tener muy en cuenta que no debemos ser únicamente oidores de la dulce y maravillosa Palabra de Dios, sino hacedores de la misma. 

Si alguno es oidor de la palabra de Dios pero no hacedor de ella, ese es semejante al hombre que considera su rostro reflejado en un espejo; él se considera a sí mismo natural y se va, y pronto olvida cómo era. Pero el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo sino hacedor de la obra, este será bienaventurado en lo que hace. Santiago 1:23-25 

La vida cristiana no es un evento sino una evolución continua, un proceso. Diremos que en ella hay tres niveles de crecimiento cristiano. Se va avanzando en ellos según el grado de implicación del cristiano mismo. Vemos, a modo de demostración, en Lucas 5 que: Inicialmente, el Señor ministró a orillas del lago de Genesaret. 

-1º nivel: Todos comenzamos en la orilla y le conocemos a Jesús. Es en la orilla donde Dios toca nuestra vida. Pero Dios no quiere que sigamos siempre en la orilla. Cosas importantes suceden más allá de la misma. La Biblia dice que había mucha gente alrededor de Él. Jesús estaba predicando y la gente en este 1º nivel, simplemente oía. Estaban ahí para, simplemente, entretenerse y olvidarse de todos los problemas. Por lo tanto, aún no había ningún compromiso, incluso se notaba cierta falta de interés en lo que Dios decía. El poco interés que había era por el beneficio personal en que Cristo hiciera un milagro por ellos, lo que solo demuestra egoísmo personal de cierta gente. Pero eso no es todo en la vida cristiana.

-2º nivel: La Biblia dice que, después, Él entró en una barca y se retiró un poco más alejado de la orilla y comenzó a enseñar. Ya no estaba predicando, ahora estaba enseñando. En la predicación se necesitan oyentes, mas en la enseñanza se precisan discípulos, y un discípulo necesita practicar lo que se le instruye, tiene algo que hacer en la Obra de Dios.

En este nivel hacemos, o sentimos, más o menos habitualmente, la lectura de la Palabra de Dios, la oración, el tiempo devocional con Dios, y la comunión (congregación) con nuestros hermanos en Cristo.

Los discípulos, en este 2º nivel, estaban limpiando las redes pero se sentían frustrados. Habían estado pescando toda la noche pero no habían atrapado nada. En la vida actual, es como si trabajáramos con denuedo y no viéramos el fruto de nuestro trabajo. Así se sentían los discípulos. Y en medio de ese ambiente, el Señor les invitó a ir al 3º nivel. Y es en este nivel donde algo grande sucede.

¿Cómo ser medio de bendición?

"Los labios del justo apacientan (instruyen) a muchos, pero el necio muere por su imprudencia." Proverbios 10:21
Inline image 1Nuestras palabras pueden bendecir o lastimar a otros. Así como un cuchillo sirve para cortar los alimentos y comer, también puede ser usado para matar.
Solemos ser descuidados con las palabras que decimos y en vez de bendecir, lastimamos y destruimos a los que nos rodean. Pero gracias a la ayuda del Señor, nuestros labios pueden transformarse en un canal de bendición para otros.
El pasaje anterior nos dice que los labios del justo “apacientan”. La palabra “apacentar” significa “dar buenos pastos”.
Extrapolándolo a lo que sale de nuestra boca, podemos decir que, cuando digamos palabras que edifican y bendicen, estaremos dándoles a los demás algo positivo y productivo.
Muchas veces, por nervios o por la ira descontrolada, decimos palabras hirientes o expresiones de las que luego queremos arrepentirnos, y a pesar de que Dios nos perdone, quedan secuelas en aquellos que nos rodean.
Porque Dios nos ha creado con dos oídos y una boca para que aprendamos, primero a escuchar y luego a decir palabras que apacienten a los demás. ¿Estamos apacentando a los que nos rodean con nuestras palabras?

POR FE, CON EL PODER DE DIOS, BENDIGAN MIS LABIOS  A LOS QUE ME RODEAN

Dios mío, Padre celestial. Anhelo ser un canal de bendición, Señor, y por eso te pido que toques, con el poder de tu Espíritu Santo, mis labios para que digan palabras de bendición que apacienten a otros. Cuídame de hablar sin pensar y de expresarme de forma ligera cuando estoy nervioso. Enséñame a callar cuando sea necesario. Gracias Jesús. En Tu Nombre, amén.

Sentimientos de un Padre - Reflexiones

Los sentimientos de mi hija están heridos. Le digo que para mí, ella es especial, pero está lastimada. Haré lo que sea necesario para que se sienta mejor. 
Tiene miedo. No dormiré mientras no se sienta segura.
No soy un héroe…solo soy padre. Cuando un hijo siente dolor, un padre hace lo que le sale del corazón: ayudarle.
¿Por qué no dejo que mi Padre haga por mí lo que estoy más que dispuesto a hacer por mis propios hijos?
Estoy aprendiendo … Ser padre me está enseñando que cuando me critican, me hieren o me asustan, hay un Padre que está dispuesto a consolarme. Hay un Padre celestial que me sostiene hasta que esté mejor, que me ayuda para que pueda convivir con el dolor, y que no se dormirá cuando siento miedo de despertarme y ver la oscuridad.
Dios es padre y es el verdadero Padre. Él ha llegado hasta nosotros para restaurar la imagen de padre que, quizás, nuestro progenitor terrenal distorsionó. Nunca dudes del amor del Padre Celestial.

Hacer las cosas de Dios

“…CADA UNO SOMETA A PRUEBA SU PROPIA OBRA…” (Gálatas 6:4)
las-cosas-de-Dios-BibliaTe pasarás la vida haciendo tus propias cosas o las de Dios. Para comprender cuál es cuál, toma en consideración tu corazón y tu personalidad. Pablo advirtió: “…cada uno someta a prueba su propia obra y… cargará con su propia responsabilidad” (Gálatas 6:4).
Pregúntate cosas como: ¿Qué es lo que realmente me gusta hacer? ¿Cuándo me siento más animado? ¿Qué es lo que estoy haciendo cuando pierdo la noción del tiempo? ¿Me gusta la rutina o la variedad? ¿Prefiero servir en equipo o por mi cuenta? ¿Soy introvertido o extrovertido? ¿Soy pragmático o sentimental? ¿Con qué disfruto más, con competir o con cooperar?
Examina las experiencias de tu vida y extrae las lecciones que has aprendido. Revisa tu vida y piensa en cómo te ha moldeado.

¿Qué te puedo decir Si mis ojos aún brillan por ti?

Yo, el Señor, te llamé y te tomé por la mano, para que seas instrumento de salvación; yo te formé, pues quiero que seas señal de mi pacto con el pueblo, luz de las naciones. Quiero que des vista a los ciegos y saques a los presos de la cárcel, del calabozo donde viven en la oscuridad.
Isaías 42, 6-7
Frecuentemente tenemos problemas o circunstancias adversas, pero aunque no lo parezca, son necesarias.
Duele mucho cualquier carencia, y puede llegar un momento en el que creemos que no hay escapatoria. Nos ahogamos entonces, porque no sabemos qué hacer para ponerle fin a tanta deuda o conflicto con aquél hermano, esposo, hijos...
Es entonces cuando oramos, clamamos y... ¡vaya!, parece que el cielo está en completo silencio u ocupado porque no contesta ni una de nuestras oraciones; pero no es cierto.
Nos asombramos al saber que Dios lo permite para que nos gocemos solamente en Él. Desea que aprendamos a tener fe, anhela que seamos hijos llenos de convicción, quiere que decidamos creer.

Fue ayer cuando vinieron a mí una cantidad de situaciones nada favorables y junto con ellas, una serie de circunstancias nada bonitas ni agradables.
No dije ¿Por qué, mi Dios? Solo dije: por favor, si puedo ayudar, úsame para resolver el problema de una vez por todas. Hice un intento de hallar la solución, pero antes de llevarlo a cabo, le dije a Dios que se hiciera su voluntad.
Al día siguiente, su voluntad no fue que fuese aceptada en ese trabajo que tanto esperaba, no sé por qué razón. Solo sé que la dicha que sentí luego, fue comparable a la sensación de que todos los problemas económicos desaparecieran en un instante.
Ver y escuchar a mi papá hablarle a mi mamá de la palabra de Dios con entusiasmo, contemplar a mis hermanitas orar con total devoción por el día que reciben, ver a mi hermano cerrar sus ojos para bendecir los alimentos, todo hizo que mis ojos brillaran y sentí mi corazón palpitar raudamente por Dios.