martes, 21 de abril de 2015

¿Qué prioridad debe tener la adoración en la iglesia?

Si alguien nos salvara la vida, nuestra respuesta sería de gratitud hacia él. Cuando se nos da un regalo que además, nunca podremos pagar, hacemos saber nuestro aprecio. La adoración a Cristo es la expresión de nuestra gratitud y aprecio a Él. Jesús nos salvó, y el amor de Dios es incondicional. 
Nuestra adoración reconoce Su autoridad como creador de nuestro universo, así como Salvador de nuestras almas. La adoración, por lo tanto, es una de las mayores prioridades para el creyente, así como para el cuerpo de la iglesia.

El cristianismo es único entre las religiones, ya que está basado en una relación personal con Dios. Éxodo 34:14 dice: "No te has de inclinar a ningún otro dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es." El centro de nuestra fe es nuestra relación personal con nuestro Creador. 


La adoración es el acto que celebra esa relación personal. A través de la adoración nos comunicamos con nuestro Dios. A través de la adoración reconocemos Su señorío y divinidad. Ya se exprese a través de la música, la oración, u otros medios, la adoración es, fundamentalmente, una expresión de intimidad con Dios. Debemos vivir obedeciendo los mandamientos de Dios, pero lo que Él desea no es una obediencia fría, mecánica. Deuteronomio 6:5 dice: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.”

Excusas y Más Excusas

Es increíble la capacidad del ser humano para esgrimir toda clase de excusas con tal de justificar la falta de compromiso.
Somos especialistas en la autodefensa, y muchas veces, indulgentes con nosotros mismos en cosas que no estamos dispuestos a tolerar en otros.
Es una habilidad de nuestro ingenio para disimular la doble vara de medir que muchas veces, va de la mano de la primera imagen que tenemos como carta de presentación.
Sin embargo, la vida siempre nos presenta oportunidades en las que cruza nuestro camino con el de personas y sus circunstancias, que nos ofrecen verdaderamente, su afecto y su ayuda, pero nos hemos malacostumbrado a usar múltiples caminos "adornados" para decir que no.
Porque sí, ciertamente estrechamos manos, pero los corazones se encuentran a mucha distancia del apretón. Cada día usamos más palabras cuyo significado es realmente profundo, pero nuestra actitud no las respalda, son solo frases bonitas pero huecas.

Quiero seguir a Jesús

Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Juan 8:11
¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre! Juan 7:46

¿Es posible conocer a Dios? ¿El Creador se interesa realmente en mí?, se preguntaba Habiba. De repente se acordó del evangelio según Juan que alguien le había dado, y que había guardado en el fondo de un cajón.
Su corazón latió más fuerte cuando empezó a leerlo, pues el poder del texto del evangelio la conmovía. La compasión de Jesús la dejó "sin habla", y cuando llegó al capítulo 8, sintió algo especial en su corazón. ¿Qué iba a hacer Jesús ante la mujer adúltera acusada? ¡Claro que ella había pecado!, pero los hombres eran tan injustos e hipócritas… ¡Y Jesús debía ser severo con el adulterio! Entonces Habiba cerró bruscamente el evangelio.

A solas con el Señor

En medio de tanto ajetreo diario que tenemos, cuando la agenda parece ser que no da para más, cuando el reloj parece que no tiene sesenta segundos en un minuto sino muchos menos, cuando el trabajo se convierte en una importante parte de nuestra vida, tan importante que parece ser lo prioritario, es cuando más disfrutamos de unos momentos a solas con el Señor.

Cuando la enfermedad llega a nuestra vida, cuando el dolor se hace insoportable, cuando pensamos que no hay derecho que a uno le pasen todas las desgracias, cuando las lágrimas impiden que los ojos puedan ver la belleza del día, es cuando más bendición encontramos a solas con el Señor.

Cuando la alegría del trinar de un pájaro llega a tus oídos, cuando el dulce sonar de las olas escuchas romper contra la costa, cuando hay regocijo en tu corazón porque las cosas van estupendamente, es también cuando más satisfacción encuentras a solas con el Señor.


Cuando escuchas una predicación, cuando entonas un hermoso cántico de gratitud al Creador, cuando disfrutas teniendo unos minutos de oración con el Todopoderoso, es cuando más agradeces poder estar a solas con el Señor.


Cuando miras hacia atrás en el camino de tu vida, y ves tantas montañas escaladas y a tantos valles haber descendido, cuando observas cómo el paso del tiempo fue dejando huellas en tu cuerpo y en tu cara, y desde la experiencia, ves que has ido madurando poco a poco, es cuando agradeces haber estado tantas veces a solas con el Señor.


Y cuando lleguemos a la presencia del Señor, cuando le veamos cara a cara, cuando hayamos dejado atrás tantas tristezas, cuando hayamos sobrevivido a tantos contratiempos, en fin, cuando nos encontremos con quien nos creó y veamos a quien tanto nos amó, cuando el tiempo no exista y todo lo demás sea eterno en su más profunda esencia, entonces sí, entonces nos postraremos por habernos permitido estar a solas... con el Señor.


Los huevos en el precipicio

Viajar a Escocia es una hermosa experiencia. Es un país integrante de la Comunidad Británica junto a otras tres naciones. A este conjunto se le llama Gran Bretaña. Tiene como capital a Edimburgo, y su moneda es la libra esterlina. 
huevos en el precipicio
En Escocia tiene su origen la siguiente historia: Un grupo de turistas visitaba una zona montañosa de aquél país, cuando quisieron para sí, unos huevos que estaban en un lugar de muy difícil acceso. 
Entre ellos había un niño que no formaba parte de la expedición, y a alguien se le ocurrió la idea de pedirle que alcanzara el nido y sacara los huevos; le propusieron que bajara atado a una cuerda que sería sujetada firmemente por ellos, desde la cima hasta el precipicio. Una vez realizado el objetivo, le darían una buena suma de dinero. Después de varios intentos lograron convencerlo, no sin antes oír la condición del muchacho, ”estoy dispuesto a sacar los huevos, pero con una sola condición: que mi padre sea el que sostenga la cuerda”.