miércoles, 7 de junio de 2017

Amor es … escuchar

Stephen Sorenson escribió una vez en el “Disciples hip Journal”, sobre un período de dos años en el que se había sentido aquejado en ambas muñecas de una tendinitis tan severa, que no podía ni siquiera levantar a su pequeña hija ni abrir un frasco. Al mismo tiempo, estaba intentando hacer remodelaciones en su casa.
Guillermo, un músico militar retirado, vino en su ayuda. Sorenson escribió: “Guillermo venía a casa, día tras día. Desenterró nuestro tanque séptico, cortó árboles enfermos y... bueno, simplemente pasó un tiempo con nosotros. Presentía que él comprendía mi dolor y nuestras necesidades. Una tarde, mientras él y yo paseábamos y conversábamos por el bosque, descubrí el porqué”.
“Guillermo había vivido la mayor parte de su vida para la música, pero se le desarrolló un devastador problema de oído, impidiéndole escuchar música de cualquier tipo. Como resultado, más que sentir rechazo por mi problema, Guillermo se sintió identificado conmigo por nuestra causa en común. Y antes que se separaran nuestros caminos, Guillermo se convirtió en cristiano.
Cuando miro hacia atrás, no sé si hubiese empleado tiempo para hablar con Guillermo si mis muñecas hubiesen estado bien. Es muy probable que hubiese estado clavando o manejando una sierra, por lo tanto, lo único que hice fue escuchar y hablar. Pero en los planes de Dios, esto fue suficiente.”
El primer deber del amor es escuchar.
Santiago 1:19
Esto sabéis, mis amados hermanos. Pero que cada uno sea pronto para oír.

Dios es nuestro alfarero

Si en cielo hubiera un departamento de recursos humanos, este sería el único requisito, inútil presentarse.
Cuando pienso esto me pongo en la perspectiva de que Dios realmente puede hacer lo que quiera de mí, sin importar mi nivel, económico o educativo. En otras palabras, no depende de mis méritos o logros. Lo único que debo hacer es presentarme y permitir ser moldeado como el barro en las manos del alfarero.
Resultado de imagen de Dios es nuestro alfareroDebemos comprender que Dios siempre hará lo que sea mejor para nosotros, aunque tengamos que pasar por situaciones difíciles y dolorosas.
“…Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió e hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel?, dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel…” Jeremías 18:1–6

Perfecta paz

La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo. Juan 14:27
Una amiga me dijo que, durante años, había buscado paz y felicidad. Junto a su esposo, estableció un negocio exitoso y pudo comprar una casa grande, ropa elegante y joyas costosas. Sin embargo, ni estas posesiones ni su amistad con personas influyentes pudieron satisfacer su anhelo de paz interior. Entonces, un día, cuando se sentía deprimida y desesperada, una amiga le contó la buena noticia de Jesús. Así descubrió al Príncipe de paz, y su comprensión de la paz verdadera cambió para siempre.
Después de cenar por última vez con sus amigos (Juan 14), Jesús les habló de esta paz, al prepararlos para lo que pronto sucedería: su muerte, su resurrección y la venida del Espíritu Santo. Al describir una paz distinta a cualquier cosa que el mundo pueda dar, Él quería que descubrieran cómo encontrar una sensación de bienestar en medio de las dificultades.
Más adelante, cuando el Jesús resucitado se les apareció a los aterrados discípulos, los saludó, diciendo: «Paz a vosotros» (Juan 20:19). Ahora podía ayudarlos (y ayudarnos) a entender cómo descansar en lo que Él hizo por nosotros. A medida que lo hacemos, descubrimos una seguridad mucho mayor que nuestros sentimientos tan cambiantes. 
Padre celestial, Tú nos guardas en completa paz. Ayúdanos a confiar siempre en ti, nuestra Roca eterna.
Jesús vino a traer paz a nuestras vidas y nuestro mundo.