miércoles, 13 de mayo de 2015

Un Testimonio de Fe y Aliento

El Dios al que servimos es tan real que puedo testificar de sus grandezas. No solo porque lo he visto glorificarse en mi vida, sino también en la de mucha gente que me rodea. Hace algunos años una de mis amigas más cercanas lloraba desconsolada. Parecía que nada iba bien en su vida. Pasaba por un proceso de enfermedad, además de esos problemas y dificultades que nunca faltan. No tenía esperanzas de encontrar al hombre de su vida y ver realizado el sueño de tener su propia familia.
testimonio-de-feEl ambiente era proclive a pronosticar la desdicha, el panorama no era alentador, y no se veían esperanzas de que algo pudiera cambiar. Ella ni siquiera tenía la certeza de que cuando se casara, si encontraba a ese hombre que la complementara, podría tener hijos. Lloraba y daba gritos porque no lograba entender las razones y el por qué de muchas cosas que estaba viviendo en aquel tiempo.
Pero después de la noche viene, con el día, la alegría del Señor. Después de la tormenta viene la calma. Después de unos tres años aproximadamente, en un cambio de ambiente y de mudanza por su trabajo, conoció a un hombre que la cautivó. Les puedo relatar que hoy llevan dos años de casados y unos meses. Dentro de un mes mi gran amiga dará a luz un hijo varón, y todos estamos esperando su llegada ansiosamente.
Parece que aquellas noches, muchas, de tristeza e insomnio, valieron la pena por los buenos resultados que está teniendo ahora. Estoy segura de que eso es un premio a su fidelidad. Los hijos de Dios no serán avergonzados; aunque muchas veces parezca larga la espera, Dios actuará en el momento más inesperado y de manera sorprendente.

Lo más Importante es buscar la Salvación

Texto Biblico: Lucas 12:13-21
La historia habla de un escritor que pasó por una aldea, y vio a un hombre que le llamó mucho la atención porque lo vio demasiado afanado y turbado en lo material; trabajaba arduamente, para él no había domingo, no había días de fiesta, para él no había nada más que trabajar, trabajar y trabajar. Y al hombre le llamó la atención y dijo: de veras es un hombre demasiado afanado.
Años mas tarde, el escritor pasó por el mismo lugar y preguntó por él. ¿Que pasó con aquel hombre que yo conocí, que trabajaba demasiado?, y le dijeron: 
-¡Ah! ese pobre hombre murió de un paro cardíaco, murió de repente, y la fortuna que tenía, pues como no tenía herederos todas sus propiedades pasaron a manos del Estado.
La Biblia dice: trabajad sí, pero no por la comida que perece. Eso dice la Palabra, y nosotros lo hemos oído muchas veces, pero hay una ambición tremenda en el día de hoy por lo material, de manera que el escritor bíblico, el evangelista Lucas, nos cuenta acerca de esta parábola que Jesús dijo: Un hombre le dijo: maestro di a mi hermano que comparta conmigo la herencia.
No era su misión el hecho de separar las herencias. Jesús, por el contrario, dijo: guardaos de toda avaricia, porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.
Normalmente pensamos que la gente que se afana y logra muchas cosas, es la gente que está en alta estima, y la Biblia remacha y dice: el que no trabaja bueno es que no coma; lo que no significa que por obligación tengamos que trabajar, porque entonces estamos contradiciendo lo que la Palabra de Dios dice. Ésta dice: guardaos de toda avaricia, porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.
El ser humano tiene tendencia a materializarse y pensar solo en las cosas terrenales, pero olvida lo más importante, la vida eterna. Muchas veces estamos tan materializados que queremos convertir las piedras en pan, trabajamos arduamente mirando solo para abajo y se nos olvida dar una miradita hacia el cielo, donde debe estar nuestro corazón, nuestro tesoro. La biblia dice que donde está nuestro tesoro ahí esta nuestro corazón.
Referente a esto, se cuenta la anécdota de un hombre, una anécdota de un hecho bastante frecuente como es encontrar algo en la calle. Dice que un hombre encontró en cierta ocasión una prenda, y desde ese momento este hombre comenzó a mirar hacia abajo para ver qué más podía encontrar. Efectivamente, encontró muchas cosas, encontró alfileres, encontró ganchos, monedas, encontró varias cosas.
Pero también, como nunca más volvió a ver hacia el frente, tampoco hacia arriba, ni a los lados, logró conseguir una tremenda joroba. Ya nunca más miró recto, solo miraba para abajo.
Jesucristo habló muchas veces de la vida, refiriéndose a la vida eterna. Él dijo: yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia. ¿A qué tipo de vida se refería? Bien sabemos que estaba refiriéndose a esa vida especial que tenemos en Él, los que conocemos a Jesucristo. Amén.
Jesucristo también dijo: entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida y pocos son los que la hallan.

Te estoy mirando y voy a obrar

“Confía callado en el SEÑOR y espéralo con paciencia”. 
Salmos 37:7a (La Biblia de las Américas)

Mi querido tesoro especial:

He visto tu aflicción, te he mirado en lo secreto. He escuchado tu clamor, y conozco e interpreto tu silencio. He mirado y recogido cada lágrima que tus ojos han derramado. He sentido tu corazón querer estallar y la furia arder en tu pecho cuando frustrado(a), no consigues entender el propósito de lo que está pasando en tu vida.
carta
He escuchado tus preguntas y tus muchos cuestionamientos. He sentido también tu dolor cuando impotente, dudas de lo que te he prometido. Yo soy Dios, no existe nadie que te conozca mejor que yo. Conozco cada centímetro de tu estatura, los detalles de tu cara y cuántos cabellos hay sobre tu cabeza. Soy el que te dice: ¡No temas! Esta situación parece muy grande y piensas que se ha ido de tus manos. Pero es el momento de dejar tus cargas y tristezas sobre mí y aprender a descansar en mi reposo.
Hallarás respuesta cuando apartes a un lado la confusión, ¡deja de hablar y guarda silencio! Porque mientras tú te quejas y hablas yo escucho, pero no te puedo contestar porque no vas a lograr escucharme. Permíteme conectarte con mi corazón, deja que mi aliento se impregne en tu espíritu para que puedas experimentar la paz que quiero darte en medio de la tormenta. Quiero silbarte una canción al oído, quiero que sientas mi sonrisa y puedas experimentar la certeza de que mientras estés en mis manos, estas te sujetarán fuertemente para que no te caigas y te rompas.
Siento tu fragilidad, pero recuerda que YO SOY tu fortaleza. Veo que te sientes desarmado(a) y sin defensas, pero YO SOY tu ayudador, quien te vigila, pelea por ti y te guarda. Soporta, resiste y aguarda, que muy pronto viene la respuesta. ¿Quién sino yo?

Tu Padre, Dios

¡Vuelve a casa!

Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me pertenece. Y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, partió lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.
Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambruna en aquella provincia, y le comenzó la escasez. Fue, y se allegó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Hasta deseó llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie se las daba.
Volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Lucas 15:11-19
La palabra de Dios dice que el joven “volviendo en sí”, recapacitó. Pareciera hacer referencia a una persona que se aparta del lugar indicado. Un día, este joven perdió el enfoque y se apartó de la casa de su padre, pero vivir las consecuencias de su mala decisión lo hizo reflexionar.
“Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, ya no soy digno de ser llamado tu hijo.”
Aquel hijo tuvo que tomar una decisión: “volver a su casa”. Sentía vergüenza al regresar por lo que hizo, pero en cualquier momento tendría que hacerlo porque lejos de su padre seguiría así o peor. Entonces decidió regresar y ocupar el lugar de un empleado.
Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.” Lucas 15:22-24

El manantial de la vida

El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Salmo 27:1.
Contigo está el manantial de la vida; en tu luz veremos la luz.  Salmo 36:9.
Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo. Salmo 16:11.
Antonio, acostado en una camilla, había tratado de suicidarse. Así explicaba su decisión y su desaliento: "De nuestra sociedad no se puede sacar nada; sus intereses son únicamente materialistas. No puedo vivir así". Hoy en día, ¡cuántos jóvenes piensan igual! Se sienten desamparados frente al porvenir, sin ninguna esperanza ni seguridad moral frente a la muerte y al más allá. ¿Nos dejaría Dios sin esperanzas? ¡Desde luego que no!