lunes, 20 de junio de 2016

La fe salvadora

Sabemos cuáles son las creencias fundamentales del cristianismo. Concentrémonos entonces, en los aspectos de la fe. El conocimiento de quién es Jesús y de lo que hizo debe estar acompañado por la fe de que los hechos son ciertos y que se aplican en nosotros. Debemos comenzar por entender que hemos violado la ley de Dios, y eso nos hace pecadores.
Primero, que todos hemos nacido con una naturaleza que se rebela contra el Señor. Segundo, reconocer que ninguno de nuestros esfuerzos puede hacernos merecedores de su perdón. Tercero, aceptar que Jesús murió por nosotros; Él pagó por todos nuestros pecados, no importa lo terribles que sean a los ojos del mundo.
Cuarto, entender que la muerte de Jesús fue el pago por nuestros pecados y además, que no se necesita nada más. Debemos aceptar que Él pagó nuestra condena y que sufrió la ira de Dios en nuestro lugar. Por último, aceptar por fe que hemos sido adoptados en la familia de Dios por la muerte expiatoria de Jesús. La invitación es para toda la humanidad, pero no todo el mundo tiene una convicción verdadera. Muchos ven estos hechos solo como “información”, no como verdades transformadoras.

Obediencia y Discernimiento

Ser capaz de mantenerse firme en las creencias es un acto difícil en estos tiempos, especialmente porque estamos expuestos a multitud de fuentes de información y de comunicación.
Hoy en día es muy fácil dar a conocer un pensamiento o una idea al mundo entero; para esto se usan los conocidos “medios sociales”, los cuales son muy útiles, pero al mismo tiempo son muy peligrosos; especialmente si no se “filtra” el contenido.
Dios nos pide obediencia, fe y constancia. Todos sus principios están centrados en estos tres elementos.

Tratemos el tema de la obediencia.
Existen tres razones por los que la gente es obediente: Primero, cuando se es un esclavo se obedece “porque se tiene que hacer”. Segundo, un empleado obedece “porque necesita hacerlo”; y tercero, un hijo amoroso obedece “porque decide hacerlo”. Hay muchas personas que viven como esclavos, a pesar de que Jesús dijo: Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre os las he dado a conocer.  (Juan 15:15).
Obedecemos a Dios por amor y convicción, no por temor a una represalia.

¿Te Sientes Indispensable?

Valentín se graduó hace un par de años y vive en Estados Unidos. Tiene un trabajo en el área de informática de una compañía internacional, que lo hace viajar con frecuencia por diversos países. Cuando le pregunté por su trabajo, me respondió: “Tranquilo, pero muy bien”.
¿Por qué tranquilo?, le pregunté. Me dio una respuesta muy interesante:
“Porque allí se entra muy puntualmente pero se debe salir también a la hora exacta. Si te quedas a trabajar más tiempo, tu jefe empieza a dudar de tu capacidad y te amenaza con quitarte el trabajo. El trabajo que se asigna es para realizarse dentro de las horas que debes permanecer en la oficina, y a la empresa le interesa que quienes trabajan ahí tengan una vida personal.” 
Esa vida personal comienza a las 6:00 de la tarde…
Esto coincide con un  programa de televisión que vi en días pasados. Era una reunión de expertos en relaciones laborales, y la gran discusión era sobre los horarios de trabajo que se han alterado en muchos países. 
Uno de los expertos en relaciones humanas dijo que el trabajo NO debería sustituir nunca a la vida personal del trabajador. Y explicó por qué: “La única posibilidad de encontrar el equilibrio necesario para que una persona sea sana en lo psicológico, emocional e intelectual, es que le dedique tanto tiempo a sus relaciones personales como a sus relaciones laborales.
Las exigencias laborales, explicó, se han vuelto muy estresantes y rígidas.
Algunas empresas han obligado a sus empleados a posponer su vida personal para un futuro que nunca llega, y lo que es peor, a renunciar a ella para sustituirla por la vida laboral, lo cual es absurdo”.

¿Está permitido a un cristiano tatuarse?

“...Y no haréis rasguños en vuestro cuerpo por un muerto, ni imprimiréis en vosotros señal alguna. Yo Jehová…” Levítico 19:28
Una tendencia que se ha generalizado en el mundo y que es aplaudida y aceptada como una obra artística, es la referente a los tatuajes, tan frecuentes hoy en una gran cantidad de jóvenes y en otros no tan jóvenes.
Lo cierto es que uno puede estar confundido y preso de las mentiras, pero solo hasta el momento en que descubre la verdad. El Señor se refiere en Juan 8:31-32 a este particular cuando expresa: “…Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres…”
Por lo tanto, que los jóvenes cristianos sean librados de los engaños del diablo, de manera que puedan entender que el tema de los tatuajes tiene que ver de manera directa con la santidad, sin la cual dicen las escrituras, que nadie verá al Señor.
Se puede llamar al capítulo 19 el corazón del libro de Levítico, y al versículo 2 la clave del capítulo. El versículo 2 tiene el llamado a ser santo.
El capítulo contiene mandamientos que enseñan cómo ser santos, entre los que se encuentra el referente a imprimir marcas en el cuerpo, el cual encabeza este artículo. Ser santos es el primero de todos.
La razón para ser santo que el Señor nos da en las escrituras es: “…Porque yo soy santo…”
Para presentarse ante Jehovah se tiene que ser santo.
“Ser santo” es la manera como se debe vivir. Es importante hacer notar que la santidad es llevar una vida ordenada y disciplinada, y no una vida de confusión. Llegados a este punto conviene preguntar:
¿Cómo diferenciar si un cristiano se tatúa, que realmente no lo es, de otro que sí lo es y no lo hace? La santidad está expresada en la moralidad de la vida.
La vida santa no es una idea mística ni tampoco es llevar una vida apartada del mundo, sino mantener una vida pura en el mundo. Pedro cita este versículo (1 Pedro 1:16) “…porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo…”
Él quiere decirles a los cristianos que su vida deber ser distinta. Como Cristo dice, están en el mundo pero no son del mundo (Juan 17:15–17). Entonces, ¿por qué debo imitar sus prácticas? Si tatuarse no es malo, entonces tampoco lo sería robar, ni fornicar, ni cualquier otra falta que viole los más elementales principios de Santidad.