jueves, 17 de marzo de 2016

La imprudencia


Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento. Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar. No te dejes impresionar por tu propia sabiduría. En cambio, teme al SEÑOR y aléjate del mal”. Proverbios 3:5-7 (BIBLIA NTV)
La imprudencia es un hecho contundente, propio de la humanidad. Los hombres y las mujeres en nuestra soberbia, tomamos decisiones con ligereza sin tener en cuenta el mal que acarrearán a nuestras vidas. Cuando estamos en "nuestro" momento nada nos importa, no hay advertencia o precepto establecido que obstaculice nuestros caminos; la cruda verdad es que somos tercos y testarudos, somos imprudentes cuando no buscamos la sabiduría divina. Por desgracia, muchas veces sabemos lo que tenemos que hacer y sencillamente no lo hacemos, porque estamos tan centrados en lo que nosotros creemos o pensamos que pasamos por alto lo que Dios ha establecido en su palabra, ignoramos los consejos de nuestros padres terrenales o autoridades (que al final es nuestro padre celestial hablando a nuestras vidas a través de ellos)…
Próximo a una ciudad había un terreno que se distinguía por su tranquilidad y seguridad. Un día los habitantes del mismo fueron sorprendidos, cuando recibieron un aviso de las autoridades, informando que a las 5:00 pm harían un toque de queda en la última calle del mismo, pues, ellos explicaban, se habían escapado unos delincuentes de la cárcel, y al interferir los datos de unos móviles que ellos habían robado, lograron descubrir un plan que ellos tenían: iban a robar en una casa de ese campo justo a esa hora, en esa calle, por lo cual los policías avisaron a todos los jóvenes, que por favor a esa hora evitasen pasar por esa calle; estaremos escondidos, tenemos orden de detenerlos, y como esos señores son expertos cambiando de apariencia, dicen a todo aquel que pase por allí: a esa hora le mataremos. ¡Madres y padres, tomen las medidas correspondientes!
La comunidad del campo hizo una reunión, en la que exhortaban a sus hijos a quedarse en sus casas ese día para evitar desgracias. Pero un grupo de jóvenes se mostró confiado, y contradijeron a sus padres diciendo a los demás que nada ocurriría, que ellos les iban a demostrar que los policías estaban mintiendo, que seguramente quienes iban a robar eran ellos y por eso no querían que nadie estuviera allí, para no tener testigos. Las mamás ofendidas daban voces diciendo: hijos, independientemente de lo que vaya a suceder, lo único que sabemos es que ya tenemos una advertencia, no pasen por allí. Si ellos van a infringir la ley no nos compete a nosotros entrometernos, obedezcamos las advertencias y no salgamos.
Llegada la hora establecida, el grupo de jóvenes rebeldes se echaban suertes para ir a la calle, pero uno de ellos se apartó y corrió a su casa. No pasaron ni diez minutos de haber llegado el joven a su casa, cuando se oyó un fuerte golpe, gritos de dolor, y muchas mujeres llorando. Finalizado esto, todas las personas se acercaron y vieron a dos hombres que yacían muertos en el pavimento, el joven que escapó pensó que eran dos de sus compañeros, y con temor se acercó y notó que no eran los cadáveres de ellos. En ese momento los policías trajeron al grupo de jóvenes rebeldes esposados, y golpeados, y al entregarlos a sus padres les dijeron: solo por esta vez respetamos sus libertades porque pensamos en sus familias, pero la próxima vez que desobedezcan pagarán justos por pecadores. Tuvieron su merecido para que les sirviera de experiencia…

Desamparados

Reflexionar es una de las cosas que nos distingue tanto de los animales como de las máquinas, y a la vez, también da sentido a nuestras vidas. ¿Qué sería de una vida que no se detuviese un momento a pensar, a meditar, a reflexionar? Seríamos como animales irracionales, como máquinas programadas. Gracias a Dios podemos respirar y frenar nuestro ritmo un momento para reflexionar, para pensar.

Algo que nos puede hacer pensar es una noticia que apareció hace algún tiempo en los medios informativos. El dato es, cuando menos, escalofriante: más de cuarenta mil menores en España viven en situación de desamparo. Cuarenta mil seres humanos que están en orfanatos e instituciones similares; cuarenta mil personas que no tienen culpa de la irresponsabilidad de lo que sus progenitores han hecho; cuarenta mil personas que están esperando una mirada de cariño, una mirada de amor de alguien, un abrazo de afecto. Puede parecernos un número frío cuarenta mil personas dentro de las casi cuarenta y seis millones que somos en España. No es un número muy significativo, algo así como un 0,08%; pero los números son una cosa y la realidad es otra: son cuarenta mil seres humanos, cuarenta mil individuos, cuarenta mil nombres, cuarenta mil historias, cuarenta mil ilusiones, cuarenta mil realidades, cuarenta mil personas que quieren llamar a alguien “papá” o “mamá”.

Espere siempre la bondad de Dios

Así como el sol irradia calor, Dios irradia bondad. No se trata de lo que hace; se trata de quién es Él. La misma naturaleza de Dios es buena.
Es importante que reconozcamos la bondad de Dios. La Escritura dice que toda buena dádiva proviene de nuestro Padre celestial, tanto grandes como pequeñas.
sunriseDios trabaja en nuestra vida mostrándonos su favor, protegiéndonos, dándonos sanidad, pero demasiadas veces no reconocemos su bondad. No demos las cosas por sentadas. No es una coincidencia que haya conocido a su cónyuge y se haya enamorado. Dios estaba dirigiendo sus pasos. No fue una oportunidad afortunada lo que le hizo obtener ese trabajo. Fue la mano del favor de Dios. El hecho de que sus hijos estén fuertes y saludables no es solamente buena fortuna. Es Dios siendo bueno con usted. A lo largo del día deberíamos estar diciendo: “Gracias, Señor, por tu bondad. Gracias por mi salud. Gracias por mi cónyuge. Gracias por las oportunidades y buenas ocasiones que me has dado”.
Usted precisa buscar, esperar y reconocer la bondad de Dios. Nuestra actitud debería ser: ¡No puedo esperar a ver lo que va a hacer Dios hoy!, pues cualquier cosa buena que suceda en su vida, debe ser raudo en darle el crédito a Dios. Quizá sea algo pequeño. Quizá de pronto haya tenido una buena idea. “Señor, gracias por esa idea. Sé que provino de ti”. Si usted termina un proyecto más pronto y fácilmente de lo esperado: “Señor, gracias por tu gracia con ese proyecto”. Dios constantemente está trabajando, mostrándonos su bondad, pero con demasiada frecuencia no lo reconocemos. Estamos esperando solo las cosas visibles, grandes y espectaculares.
Siempre que suceda algo bueno, le voy a dar gracias a Dios. Cuando veo favor: “Gracias, Señor”. Cuando se me recuerda algo que necesito hacer: “Gracias, Señor”. Cuando alguien me deja entrar a la vía rápida: “Gracias, Señor”. Cuando la temperatura baja a menos de 37 ºC: “Gracias, Señor”. Cuando estoy protegido: “Gracias, Señor”. Cuando veo la victoria: “Gracias, Señor”. Vivamos con una actitud de agradecimiento y acción de gracias. Dios bendice una actitud agradecida.

¿Cómo, por qué y cuándo cayó del cielo Satanás?

La caída de Satanás del cielo está descrita en Isaías 14:12-14 y Ezequiel 28:12-18. Aunque estos dos pasajes se refieren específicamente al rey de Babilonia y al rey de Tiro, también hacen referencia al poder espiritual que estaba detrás de esos reyes, Satanás. Respecto a cuándo fue la caída de Satanás, estos pasajes describen por qué cayó, pero no dicen exactamente cuándo ocurrió la caída. Lo que sí sabemos es esto: Los ángeles fueron creados antes que la tierra (Job 38:4-7). Satanás cayó antes de tentar a Adán y Eva en el jardín del Edén (Génesis 3:1-14). Por lo tanto, la caída de Satanás debió haber ocurrido en algún tiempo después de que los ángeles fueron creados y antes de que él tentara a Adán y Eva en el Edén. Ya fuera que la caída de Satanás ocurriera pocos minutos, horas o días antes de que tentara a Adán y Eva en el jardín, la Escritura no lo dice específicamente.

Por otra parte, el libro de Job nos dice que al menos por un tiempo, Satanás aún tenía acceso al Cielo y al trono de Dios. “Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás. Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo; De rodear la tierra y de andar por ella.” (Job1:6-7). Aparentemente, en ese tiempo Satanás aún se movía libremente entre el cielo y la tierra, hablando directamente con Dios y respondiendo por sus actividades. Se desconoce en qué momento Dios suspendió este acceso.