lunes, 21 de enero de 2019

Gente de fe

Hebreos 11:1 “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.
La fe implica abandonar toda la confianza en sí mismo, en nuestras propias fuerzas, en nuestros propios recursos, en nuestras habilidades y razonamientos; es decir, en todas las cosas que vemos o en lo que nos podemos apoyar humanamente.
Resultado de imagen de Gente de feLa fe es confiar en las cosas que no se pueden ver, porque lo que se ve ¿a qué esperarlo, si ya lo estamos viendo?; si esperamos con paciencia lo que no vemos, si lo aguardamos con seguridad y certeza en nuestro corazón, lo recibiremos, ésta es la verdadera fe; (Marcos 11:22-23).
La fe en Dios es creer plenamente en Él y sus promesas, en su provisión y su preocupación por nosotros, sabiendo que al entregar nuestras vidas como posesión de Dios, Él mismo toma el control de todos los aspectos de nuestras vidas.
Tú puedes ser una persona de fe teniendo tu propia convicción del Poder y de la presencia de Dios en tu vida; aunque a veces frente a las evidencias parezca todo lo contrario, siendo tú una persona de fe no vas a desfallecer, sino que te fortalecerás en la fe y en la seguridad de las promesas de Dios.
Como una persona de fe, tienes la fidedigna seguridad de que lo que has pedido en la perfecta voluntad de Dios, ya lo puedes dar como recibido, no mirando el tiempo del cumplimiento de la promesa o las circunstancia adversas, sino que te aseguras y te aferras con mayor fuerza en ellas, no desmayando en la espera, sino accionando la palabra de fe, confesando la promesa con tus palabras, sabiendo que lo que confesares, creyéndolo en tu corazón, lo recibirás.
Dios habilita el tiempo del cumplimiento de las promesas. Abraham tuvo que esperar 25 años para recibir la promesa, pero no desfalleció sino que se fortaleció en ella, y su fe fue contada por justicia. No fue fácil para él, las circunstancias no eran favorables para recibir la promesa, la ancianidad de Sara, sus pocas fuerzas y el haber perdido su fertilidad de mujer para ser madre,... todo humanamente indicaba la imposibilidad de que la promesa de Dios se cumpliera en ellos. Abraham fue el padre de la fe y hoy tú puedes ser hijo de la fe, una persona con una fe inquebrantable convencida del poder de Dios y de su perfecta voluntad. Él es Todopoderoso para cumplir todo lo que te ha prometido.

¿Tienen que obedecer los cristianos la ley del Antiguo Testamento?

La clave para entender este asunto es saber que la ley del Antiguo Testamento fue dada a la nación de Israel, no a los cristianos. Algunas de las leyes se hicieron para que los israelitas supieran cómo obedecer y agradar a Dios (por ejemplo los Diez Mandamientos); otras eran para mostrarles cómo adorar a Dios (el sistema de sacrificios), y otras más simplemente, para hacer a los Israelitas diferentes de otras naciones (las reglas de alimentación y vestimenta). Pero ninguna de las leyes del Antiguo Testamento se aplican a nosotros hoy, porque cuando Jesús murió en la cruz puso fin a la ley del Antiguo Testamento (Romanos 10:4; Gálatas 3:23-25: Efesios 2:15).

En lugar de estar bajo la Ley del Antiguo Testamento, estamos bajo la ley de Cristo (Gálatas 6:2), esto es “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mateo 22:37-40). Si hacemos estas dos cosas, estaremos cumpliendo con todo lo que Cristo quiere que hagamos, “Pues éste es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos” (1 Juan 5:3). Técnicamente, incluso los Diez Mandamientos no son aplicables a los cristianos. Sin embargo, nueve de los Diez Mandamientos están repetidos en el Nuevo Testamento (todos, excepto el mandamiento de observar el Día de Reposo). Obviamente, si estamos amando a Dios, no estaremos adorando a otros dioses o adorando a ídolos. Y si estamos amando a nuestros vecinos, no estaremos asesinándolos, mintiéndoles, cometiendo adulterio contra ellos, o codiciando lo que les pertenece. De manera que, no estamos bajo los requerimientos de la ley del Antiguo Testamento. Debemos amar a Dios y a nuestros vecinos. Si hacemos estas dos cosas fielmente, todo lo demás va a estar en su lugar.
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La Ley Mosaico del Antiguo Testamento abarca tres diferentes aspectos: la ley civil (específicamente para la nación de Israel), la ley ceremonial y levítica (los sacrificios y otras prácticas relacionadas con la vida espiritual de la nación de Israel), y la ley moral (resumida en los diez mandamientos).

La ley civil siempre ha sido de aplicación exclusiva para la nación de Israel, bajo el liderazgo de Dios como su Soberano, y nunca a las naciones gentiles. Estas leyes civiles no tienen nada que ver con el cristiano hoy en día. Estas leyes tratan de la vida diaria (comida, etc.), y la conducta personal de los judíos como el pueblo de Dios. Además, son las leyes aplicables a la vida social y civil de Israel.

Las leyes ceremoniales y levíticas no tienen NADA QUE VER con el cristiano hoy en día. Cuando Cristo murió en la cruz, Él cumplió la ley, hizo innecesarias estas leyes, porque Él fue el último y suficiente sacrificio por los pecados de la humanidad. No ofrecemos sacrificios de animales por el pecado hoy en día, no hay necesidad. Tampoco estamos obligados a celebrar las fiestas anuales de Israel.

Sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz. Colosenses 2:12-14

Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos. Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado. Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que lo esperan. Hebreos 9:23-28

La ley moral, sí es aplicable al cristiano hoy en día, porque los diez mandamientos son un reflejo de la santidad de Dios y la base de la conducta en todo tiempo para el hombre o la mujer que quiere agradar a Dios.

Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Gálatas 4:4-5

Cristo nació bajo la ley, pero, ¿qué dice el evangelio de Juan?

Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. Juan 1:17

Aunque Fracasare… En Él Tendré Oportunidad

“Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse; más los impíos caerán en el mal” Proverbios 24:16
El mundo está lleno de fracasos. Fracasos grandes y pequeños. Nadie nace para fracasar, pero los fracasos son necesarios, porque a través de los fracasos aprendemos lecciones que de otra manera quizá no entenderíamos ni apreciaríamos muy bien. Cuando fallamos, cuando fracasamos, lo más importante es levantarnos y persistir.
Resultado de imagen de Aunque Fracasare… En Él Tendré OportunidadEl ejemplo más grande de persistencia es Abraham Lincoln. Abraham nació en medio de  una gran pobreza y se encontró rodeado de derrotas a lo largo de su vida. Perdió ocho elecciones, dos veces falló en los negocios y sufrió una gran crisis nerviosa. Podría haber renunciado a persistir, pero por seguir a pesar de todo… llegó a ser uno de los más notables presidentes de los Estados Unidos.
En 1816 Abraham Lincoln se vio obligado a salir de su casa y trabajar para apoyar a su familia. En 1818 su madre murió, en 1831 fracasó en los negocios, en 1832 se lanzó en campaña por la legislatura del estado y perdió, perdió su trabajo y quiso entrar a la escuela de leyes, pero no pudo.
En 1833 pidió prestado dinero a un amigo para iniciar un negocio y a fin de año estaba en bancarrota. Empleó 17 años de su vida para pagar esa deuda. En 1834 se lanzó en campaña por la legislatura estatal y ganó. En 1835 se casó y su esposa murió. En 1836 tuvo una crisis de nervios y estuvo en cama seis meses. En 1838 buscó ser el portavoz de la legislatura estatal y fue derrotado.