miércoles, 12 de septiembre de 2018

¿Qué quieres de la vida?

Todos los días Dios nos brinda la oportunidad de ir tras nuestros sueños. La decisión que tome o no tome es lo que hará la diferencia.
El secreto de la vida es saber tomar buenas y sabias decisiones. A eso se le llama sabiduría, el arte de saber vivir. La decisión que tomes hoy determinará tu mañana.
¿Cómo quieres que sea tu futuro? Depende de la decisión que tomes hoy.
Está comprobado que la clave del éxito es tomar decisiones claras y definitivas, y la clave del fracaso es no tomar ninguna decisión. Cuando no tomamos decisiones, estamos diciendo que tenemos miedo a fracasar. Esperamos que otros tomen la decisión, y así excusarnos de que son ellos los culpables de la situación.
Esta historia se repite desde el principio. Recordemos a Adán y Eva cuando estaban en El Edén y decidieron comer la fruta prohibida; luego él la culpa a ella y ella a la serpiente, y así vamos por la vida... echando la culpa a nuestros padres, cónyuges, maestros, amigos y otros.
Ahora bien, toda nuestra vida se basa en decisiones. Desde que te levantas hasta que te acuestas estás decidiendo, y los resultados que obtienes son consecuencia de las decisiones que has tomado. Dios nos dio la libertad de elegir la vida o la muerte, la bendición o la maldición, el éxito o el fracaso, el camino ancho o el camino angosto. Nadie más puede determinar tu éxito o tu fracaso, tu felicidad o tu infelicidad. Tú eres responsable de tu destino.

Nada me faltará (Salmo 23)

En ocasiones los hijos de Dios tenemos que pasar por desiertos, véanse momentos de necesidades físicas como el alimento o la salud, emocionales como el amor y la aceptación, o espirituales como la salvación y la regeneración. Pero podemos experimentar una gran fortaleza y llenarnos de fe cuando sabemos que, a pesar de las circunstancias que la vida presenta, tenemos un pastor bueno que está interesado en nuestro bienestar, y nos llevará a pastos verdes, donde habrá descanso y provisión todos los días.

1.       Jehová es mi pastor; nada me faltará. Esta hermosa declaración al inicio del salmo, llena de tranquilidad el corazón de los creyentes a lo largo del mundo. Nuestro Señor Jesucristo declaró que mientras estemos en este mundo tendremos aflicciones (Juan 16:33), pero inmediatamente nos recuerda que Él es más poderoso que esas aflicciones. Nos recuerda que Él las ha vencido con el poder de Su Palabra. Cuando su corazón esté a punto de desfallecer, recuerde esta palabra que viene directamente de nuestro Padre Celestial, Él es Nuestro Pastor. Aquellos que hemos recibido a Jesús como Nuestro Salvador, somos sus ovejas. Siempre que estemos bajo su cuidado, nada faltará, nada. Ninguna cosa que sea necesaria hará falta, Él es nuestro proveedor (2 Corintios 9:10) y nuestro protector (Salmo 121:5). 

2.       En lugares de delicados pastos me hará descansar. Dios es bueno, y siempre buscará lo mejor para sus hijos. Él puede brindarnos un lugar para descansar de todas nuestras aflicciones. Un espacio físico o espiritual en el que nuestro corazón encuentre reposo. Suave, acogedor, fresco, donde podemos liberarnos de las pesadas cargas de la vida (Mateo 11:29), que es la misma presencia de Dios con nosotros, sin importar el lugar donde estemos. 
        Junto a aguas de reposo me pastoreará. Ese lugar de descanso para nuestro corazón, también es un lugar de provisión, donde el Señor pone a nuestra disposición el agua de la vida. Su Palabra es esa agua de vida que refresca nuestro espíritu, que nos purifica, y nos llena de energía para seguir el camino (Juan 7:37).

3.       Confortará mi alma. Dios conoce de lo que tenemos necesidad, conoce nuestros más profundos sentimientos. Cuando estamos desanimados desea llenarnos de aliento. Cuando estamos cansados desea darnos descanso. Solo debemos quitar todo el ruido de nuestra alma que evita que escuchemos sus suaves arrullos. 
         Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Hemos sido creados para el deleite del Señor, y no hay nada que lo alegre más que nuestra obediencia, que andemos por el camino derecho. Hemos sido creados para buenas obras (Efesios 2:10), para caminar en justicia. No perdamos el tiempo en truhanerías que no sirven para nada.

4.       Aunque ande en valle de sombra de muerte... Cuando las situaciones de este mundo, la carne o el mismo Satanás, arremeten contra los hijos de Dios, podemos experimentar la sensación de caer en un agujero profundo, donde parece que no hay salida, la depresión puede hacerse patente, hasta podemos llegar a pensar que nuestra vida no tiene sentido, y la sombra de la muerte parece que nos cubre.  
           ...No temeré mal alguno. Pero el creyente, a pesar de estos sentimientos, que son naturales en los seres humanos, puede llenar su corazón de coraje, arremeter con valor y pronunciar con autoridad que nuestro Dios ha vencido a la misma muerte, y no tenemos nada que temer (Juan 10:17). 
           Porque tú estarás conmigo. Pero esta firme convicción solo puede proceder de una relación íntima y personal con Dios, por la que conozcamos su carácter y su voluntad, y en la que podamos experimentar su presencia como un poderoso gigante (Jeremías 20:11). 
          Tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Como todo pastor, nuestro Señor tiene herramientas para brindarnos su cuidado, una vara para arremeter contra toda bestia que se atreva a poner en peligro la vida de sus ovejas, un brazo fuerte (Deuteronomio 26:8), y un cayado para acercarnos amorosamente a Él cuando necesitemos su consuelo, sin descuidarse tan solo un segundo de nosotros (Salmo 121:4).

La semilla del pecado

Dios en Su palabra habla de diferentes tipos de semillas que para que den fruto necesitan obligatoriamente un terreno, un terreno para su crecimiento. La Biblia habla de:
  • La semilla de la palabra de Dios.
  • La semilla de la fe.
  • La semilla de nuestro dinero, entre otras.
Debemos entender que todas estas semillas, obran de acuerdo a la ley de “La Siembra y la Cosecha”. Veamos dos cosas que nos enseña la ley de la siembra y la cosecha.
Resultado de imagen de La semilla del pecadoLo que se siembra es lo que se cosecha. (Por ejemplo, si siembras una semilla de mango, cosecharás mango. Nunca, mientras siembres mango, cosecharás otra cosa, es imposible).
Y cualquier siembra tiene su tiempo de cosecha.
El pecado como semilla.
¿Es el pecado una semilla? Claro que sí, según Gálatas 6:7-8, por lo que la semilla del pecado obligatoriamente obra de acuerdo a la ley divina de la siembra y la cosecha. Es decir, siembras pecado y cosecharás hábitos, costumbres y prácticas pecaminosas, todo a su debido tiempo.
¿Y cómo ocurre?
El Apóstol Pablo nos enseña que el pecado es una semilla sembrada en nuestra carne con el fin de dar un fruto pecaminoso. Veamos el siguiente ejemplo de cómo se puede cosechar un fruto pecaminoso:
Resulta que un día Mario decide mancillar a su novia Sheila. En el mismo instante que él se propuso cometer tal pecado, la semilla pecaminosa fue sembrada en su carne. Mario, impulsado por la semilla pecaminosa que ha sido sembrada en su carne, trata de irrespetar a su novia, pero rápidamente siente un remordimiento de conciencia de parte del Espíritu Santo, y dicho remordimiento lo lleva a pedir perdón por ese pecado.
Pero días mas tarde vuelve a sentir el mismo impulso de pecado, y una vez más cae en lo mismo pero con un poco más de intensidad, casi al borde de caer; el Espíritu Santo actúa y libra a Mario y a Sheila de tal error, vuelve a pedir perdón por el mismo pecado y comienza de nuevo. Una semana más tarde, Mario y Sheila, se encontraban solos en su casa, y de inmediato el mismo impulso pecaminoso volvió al corazón de Mario, mas esta vez el ambiente se puso más difícil; aquel impulso sexual que semanas antes había sido sembrado en el corazón de ellos, llegaría a su clímax más intenso; el Espíritu Santo, trató de actuar, como las otras veces, pero era demasiado tarde, la semilla que fue un día sembrada, produciría el fruto.