martes, 12 de mayo de 2015

Imagínate en el Cielo

Para todos los que soñamos con viajar y conocer diferentes partes del mundo, constituye una aventura y un verdadero desafío lograrlo en tiempos en los que la economía a nivel mundial está afectada.
Pero cuando imagino calles doradas, el mar de cristal, estar ante la presencia del Señor riendo, alabándolo y mirándolo cara a cara, no puedo evitar sentir emoción.
Aunque en esta vida muchas veces tenemos tristezas y preocupaciones, un día podremos reconocer y apreciar que de veras valió la pena sembrar para el reino de Dios.
Porque tan solo un instante en Su majestuosa gloria, rodeado por sus brazos amorosos, me hará sentir estar en la verdadera gloria. Allí no va a haber problemas de ninguna índole. No existirán límites, ni fronteras, ni necesidad de pasaportes. Todos hablaremos un mismo idioma, compartiremos y nos amaremos sin que a nadie se le señale por su nacionalidad, color de piel, ideología política, apariencia física, condición o posición social, porque todos estaremos unidos en un mismo sentir, espíritu y pensar.
Cuando imagino lo asombroso de estar compartiendo todos los que seamos fieles a Dios, en las bodas del Cordero, mi corazón se inunda de alegría y de paz. Sonrío porque será señal de que no perdí mi tiempo en esta vida. Y cuando oiga, orgulloso, que el Señor me diga “Ven buen siervo y fiel, en lo poco fuiste fiel y en lo mucho te pondré, ¡entra en el gozo de tu Señor!", yo saltaré, gritaré y danzaré de felicidad. Cuando Dios me entregue una corona, no importa su tamaño, y me diga: “por cuanto hiciste el bien a uno de mis pequeñitos, me lo hiciste a mí”, presenciaré, seré testigo de la fidelidad de mi amado Dios.

¿Y tú puedes imaginarte cómo será estar en el cielo con nuestro Dios para siempre?

Caminando por el desierto

En los desiertos Dios no solo prueba nuestra fe, también nos pone a prueba para ver todo lo que haremos para ser mejores cada día. En las pruebas no tenemos nada, pues siempre estamos pidiéndole a Dios que responda a nuestras peticiones, pero nosotros no respondemos a las que Él nos hace a diario a través de su palabra.
Las pruebas tienen como motivo esperar, tener confianza y fe, pero estamos tan a la expectativa de lo que Dios nos vaya a dar o de lo que pase a nuestro alrededor, que no tenemos en cuenta lo que pasa dentro de nosotros y lo que tenemos que dar.
cambiando en el desiertoLos desiertos no son solo para fortalecer nuestra área espiritual, ya que a Dios le interesa todo lo que tiene que ver con nosotros; le cuestionamos por lo que nos está pasando, pero no nos evaluamos, no nos analizamos para saber qué debemos cambiar. Porque el desierto va más allá de no tener dinero, va más allá de la crisis en la familia, más allá de la enfermedad. Va hasta lo más profundo de nuestro ser, de nuestra alma, de nuestro corazón... y hasta de los huesos. ¨Porque será medicina a tu cuerpo, Y refrigerio para tus huesos.¨ Proverbios 3:8 (RVR1960).
Buscamos primero, el cambio en las circunstancias externas poniendo nuestra confianza en ellas, creyendo que eso nos va hacer cambiar para bien, lo que llevamos dentro. Mientras, el trabajo de Dios en nuestra vida es totalmente al contrario, porque el cambio comienza desde adentro y luego se ve reflejado en el exterior. Esta es una de las claves de los desiertos; así como pedimos provisión, pidamos revelación de qué es lo que Dios quiere que dejemos en ese desierto, para que al llegar a la tierra prometida no llevemos las basuras.
¨No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.¨ Filipenses 4:11-12 (RVR1960).

La carta de Dios

Mientras te levantabas esta mañana yo te observaba.
Esperaba que me hablaras, aunque fuesen solo unas pocas palabras preguntando mi opinión acerca de algún tema, o agradeciéndome por algo bueno que te hubiese sucedido ayer.
Pero noté que estabas muy ocupado buscando la ropa adecuada que te ibas a poner para ir al trabajo. Seguía esperando mientras corrías por la casa arreglándote, y creí que encontrarías unos cuantos minutos para detenerte y decirme ¡Hola! 
Pero estabas demasiado ocupado. 

Para comprobar si por fin me percibías, encendí el cielo para ti, lo llené de colores y dulces cantos de pájaros... pero ni siquiera
te diste cuenta de ello.
Te miré mientras te ibas al trabajo y esperé pacientemente todo el día.
Con tantas actividades,... supongo que estabas demasiado ocupado para haberme dicho algo.

De regreso vi tu cansancio, y quise rociarte de agua para que se llevara todo tu estrés. Pensé que agradándote te acordarías de mi. Sin embargo, enfurecido, ofendiste mi nombre. Deseaba tanto que me hablaras... bueno, aún quedaba bastante tiempo. Después encendiste el televisor.
Esperé pacientemente, mientras mirabas tu programa favorito, luego cenaste y nuevamente te olvidaste de hablar conmigo.
Te noté cansado, entendí tu silencio y apagué el resplandor del cielo pero no te dejé a oscuras. Lo cambié por un lucero; en verdad fue hermoso, pero no estuviste interesado en verlo.

A la hora de dormir, creo que ya estabas agotado.
Dijiste buenas noches
 a tu familia, caminaste hacia tu cama y casi de inmediato, te dormiste.
Acompañé con música tus sueños. Mis animales nocturnos se lucieron. No hay problema...porque quizás no te des cuenta que siempre estoy ahí para ti.
Tengo más paciencia de la que te imaginas. Quisiera enseñártela para que puedas tenerla con los demás.
Te amo tanto que espero todos los días por una oración, y el paisaje que diseño cada amanecer es para ti.

Bueno... te estás levantando otra vez. No me queda otra cosa que entregarte todo el amor que siento por ti, y continuar esperando que al menos el día de hoy me dediques solo... un poco de tiempo.
Que tengas un buen día...

Tu papá: Dios

 

Primer mandamiento de Dios

La Biblia nos dice que el primer mandamiento de Dios es “Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”, base de toda la ley de Dios. Mateo 22. 37-40. La sencillez de este mandato es precisamente, lo que hace tan difícil su cumplimiento.
Pero ante todo, debemos tener en cuenta que “la palabra de Dios es agradable y perfecta Romanos 12.2.”, y que “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia”. 2ª Timoteo 3.16. No es de difícil cumplimiento si estamos en Dios, pero se hace necesario resaltar que está dictada para que su cumplimiento nos beneficie, para que obre bien en nosotros, nunca mal.
Profundizando en este conocimiento vemos un ejemplo. Habitualmente escuchamos, y al menos, está escrito en el refranero español y en otros, por supuesto, que “para querer a los demás primero hay que quererse a sí mismo”. Y yo personalmente, añado “para quererse a sí mismo primero hay que querer a los demás”. Quiero explicar cómo, a mi entender, se produce esto último.

Debemos considerar que nunca podremos dar amor a los demás, si no tenemos implementado en nuestro corazón este sentimiento. Si no sabemos lo que es el amor nunca podremos amar a la gente. En este sentido es obvia la primera parte de este proceso: “para querer a los demás primero hay que quererse a sí mismo”.
Cuando alcanzamos este grado de madurez, cuando tenemos implantado en nosotros el conocimiento de amar, es cuando podremos dar amor a los demás. Y es en este momento cuando se produce la situación a la inversa: “para quererse a sí mismo, antes hay que querer a los demás”. Hay muchos ejemplos de esto pero solo voy a reflejar uno: supongamos que estoy a la puerta de un colegio de niños con una bolsa de caramelos. Y a medida que van saliendo los niños le voy dando a cada uno, un dulce caramelo. Por supuesto que ellos se pondrán contentos, pero en mí el gozo será aún mayor, ¿verdad? Ahora se hace evidente la segunda parte del proceso, y no olvidemos nunca que es mejor dar que recibir.

En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir. Hechos 20.35.

M.G.L.
 

Todos los detalles

Aquel sábado, Andrea no estaba con ánimo para tolerar las payasadas de su hijo de 6 años. Mientras Steven discutía con sus amigos por un juego de vídeo, ella sentía la presión de un montón de asuntos pendientes que requerían de su inmediata atención.
Los productos alimenticios recién comprados para la cena del día, ocupaban todo el espacio disponible en la cocina. Debajo de ellos, la lección de Escuela Dominical que debía preparar. La ropa de toda una semana, aún por lavar, yacía amontonada entre el cuarto de lavandería y la cocina. Y para colmo, la desconcertante carta de un amigo lejano que se encontraba muy necesitado, se balanceaba en el borde del fregadero.
En medio de ese alboroto, la maestra de la Escuela Dominical de Steven, llamó por teléfono:
-¿Irá Steven a la Fiesta con nosotros esta tarde?
– No mencionó nada al respecto.
– Bueno, pensábamos salir cerca del mediodía. Si no llevó consigo a casa la nota solicitando el permiso de los padres, puedes escribir la información solicitada en un pedazo de papel y lo envías con él.
En cuanto Andrea notificó a Steven acerca de su paseo, la disposición de éste cambió, y durante las siguientes dos horas su comportamiento fue el de un “chico modelo”.
... Andrea estaba sacando un pastel del horno, cuando sonó el timbre de la puerta, seguido por un terrible disturbio. Corrió hacia la sala y allí encontró a dos niñas, que agitaban papeles rosados, frente a su hijo que lloraba.
-¡No podré ir!, lamentó el chico.  ¡No tengo uno de esos papeles rosados!.
Por supuesto que sí, la única diferencia es que el tuyo es blanco, dijo ella mientras secaba sus lágrimas. Luego puso el papel en su bolsillo y lo despidió.
Al regresar a la cocina, Andrea se preguntó: ¿Y por qué no vino a mí y me pidió el papel? ¿Acaso no ha tenido mi hijo tiempo suficiente como para saber que yo tendría la solución?
De pronto, una leve sonrisa se vislumbró en su rostro al observar el caos a su alrededor, y casi pudo escuchar a su Padre celestial decir: ¿Acaso no has sido mi hija el tiempo suficiente, como para saber que tengo TODAS las cosas bajo control?
No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. Juan 14:1