domingo, 3 de enero de 2016

¿Cómo Salgo de la Rutina?

“El peor fracaso es la pérdida del entusiasmo.” Anónimo
Uno de los enemigos del éxito es la falta de entusiasmo, y habitualmente las personas pierden el entusiasmo cuando caen en la rutina. Se dice que la rutina es producto de una costumbre arraigada o de un hábito adquirido por mera práctica, que permite hacer las cosas sin pensarlas. Algunos la llaman hacer las cosas de forma automática.
No es que las rutinas sean malas o buenas, todo depende del objetivo y el entorno donde te desenvuelvas. Lo que sucede muchas veces, es que cuando entras en la dinámica de la rutina pierdes el entusiasmo y no disfrutas la vida, y al no disfrutar la vida no alcanzas tus objetivos, tus metas, tus sueños.
Muchos matrimonios o los trabajos de mucha gente han caído en la rutina, y ellos están viviendo sin entusiasmo. ¿Eres tú de esas personas que dicen estar cansadas, aburridas, desilusionadas, fastidiadas?
Hay quienes piensan y es muy cierto, que para romper con la rutina hay que despertar la pasión. Sin pasión o entusiasmo no podremos lograr nada grande ni extraordinario en nuestras vidas. En cada una de las personas hay un toque de grandeza que no puede ser activada sin activar la pasión, sin generar entusiasmo en las cosas que hacemos.
Y un entusiasmo genuino es capaz de transformar las crisis en oportunidades. Te lleva a hacer lo imposible, a esforzarte más por lo que quieres. Te da inspiración para tu matrimonio o tu trabajo. Una persona entusiasta puede superar todos los obstáculos o circunstancias que se le presentan en el camino. El entusiasta es como ese poeta que vive en la poesía.
El entusiasmo te guía hacia el cumplimiento de tus sueños, mientras la falta de entusiasmo te estanca en la vida.

El buen Dios

¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y generosidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? Romanos 2:4
Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios. Marcos 10:18
En uno de sus últimos folletos, publicado en 1968, el novelista Henry de Montherlant escribió: "Mi aventura terrenal se acaba… Pronto mi alma emprenderá el vuelo, y si el Dios de los cristianos, a pesar de todo, es el bueno, estoy muy tranquilo. Cuatro años después se quitó la vida. ¿El escritor habrá muerto con esta ilusión, con este equívoco?
¡El Dios de los cristianos sí que es el bueno; no hay otro! Pero para estar tranquilo, es necesario haber escuchado y creído lo que nos dice en su Palabra.
Pero no es el "buen Dios" que algunos evocan con ligereza sin conocerlo, a quien, no obstante, fácilmente hacen responsable de todas las desgracias de la humanidad.
El Dios de los cristianos es, en efecto, el bueno, el único verdadero Dios. Y es también el Dios bueno, pues desea que todos los hombres sean salvos.
Pero es igualmente, el Dios santo que condena inexorablemente el pecado. Es el Dios de verdad que censura toda forma de mentira, y que tendrá en cuenta la mínima injusticia cometida en la tierra.
No nos equivoquemos, la bondad de Dios no es indulgencia. Su bondad consiste, ante todo, en instar a los hombres al arrepentimiento para que se vuelvan a su Hijo, quien sufrió en su lugar, el castigo que ellos merecían. ¡Ese es el don de Dios!
¿Despreciaremos las riquezas de esta bondad y de esta paciencia de Dios?

Retroceder nunca, rendirse jamás

“Pon la mirada en lo que tienes delante; fija la vista en lo que está frente a ti.  Endereza las sendas por donde andas; allana todos tus caminos.  No te desvíes ni a diestra ni a siniestra; apártate de la maldad.”
(Proverbios 4:25-27 NVI)
Desde que estaba en el colegio, me incliné por mi gusto hacia la música. Me gusta cantar pero mi voz aunque agradable, tiene un enemigo muy cruel y desalmado a la hora de presentarme en tarima ante cualquier tipo de público… mi memoria.
Les oí decir una vez a mis familiares, que así también era mi papá. Que se le dificultaba memorizar las letras, y así crecí, con esa debilidad en mi interior.
He intentado en varias oportunidades vencer mis temores respecto a esto, porque independientemente de ese defecto, creo haber sido privilegiada con una excelente voz.
Hace un año y medio, participé en un concurso a nivel empresarial, y mi presentación la vio el país entero vía streaming. Mis expectativas eran muy altas, y mi corazón palpitaba en mi pecho; había ensayado suficientemente, y la pinta de todo era más que perfecta; me había caracterizado para la ocasión y había quedado divina, tanto que ni siquiera yo me reconocía, pero al final, olvidé el inicio de la canción. Hice la “tonta” y salí avergonzada de aquel lugar.
Ese fin de semana estaba coronada de vergüenza, no podía mirar a los ojos a mi familia y la culpa me perseguía todo el tiempo. Fueron tres días pensando en qué explicaciones daría a mis compañeros de trabajo acerca de aquel bochornoso incidente, y de solo pensar que debía reintegrarme nuevamente a mis labores cotidianas,... me enfermé de la ansiedad y angustia de pensar en afrontar el señalamiento de quienes trabajaban conmigo y que se sintieron defraudados.
No faltaron los comentarios mal intencionados, pero fueron más las palabras de aliento que llegaron a mis oídos ese día. Sin embargo, decidí no volver a cantar más, para evitar pasar de nuevo por la vergüenza y el qué dirán de los demás.
Pero por un instante, olvidé que mis dones y talentos no me pertenecen. Éstos fueron conferidos por Dios para glorificarlo a Él, y es Él quien decide el cómo, cuándo, dónde y por qué debo usarlos.

Un verdadero sentido a la vida

Mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar. Salmo 31:10
El Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en la fe, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo. Romanos 15:13
En la década de los 90, cuando la Biblia pudo entrar más libremente en Rusia, miles de rusos renunciaron al ateísmo para volverse a Dios. Un profesor universitario, antes ateo, hizo la siguiente declaración: "Traté de dar un sentido a mi vida mediante mis investigaciones científicas, pero nada pudo satisfacerme verdaderamente. Los científicos que conozco también sentían un vacío. Cuando trabajaba en la astronomía vi la grandeza del universo y sentí un vacío en mi alma. Entonces empecé a leer la Biblia y ella llenó poco a poco el vacío de mi corazón. Es la única fuente de confianza para mi alma. Cuando acepté a Jesús como mi Salvador, encontré la paz y la felicidad".
El cristiano, feliz de conocer a Dios como su Padre, sabe que sólo Él responde a las necesidades más profundas del corazón y da un verdadero sentido a su vida. Dios no promete una vida sin dificultades a los que se vuelven a Él, pero sí asegura su apoyo a los que mantienen una relación personal con Él. El Dios todopoderoso, que ideó y creó el universo, desea tener una relación estrecha y personal con cada ser humano. Nuestro Creador se preocupa por cada uno de nosotros, y por ello envió a su Hijo Jesucristo a la tierra para salvarnos.
Él se interesa en usted como si fuese el único ser que creó. Todavía hoy le interpela mediante su Palabra: “Mirad a mí, y sed salvos” (Isaías 45:22).
“Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:7).