
También es importante reconocer que en el año 70 d.C., los romanos invadieron y destruyeron Jerusalén y la mayor parte de Israel, matando a sus habitantes. Ciudades enteras fueron literalmente quemadas hasta sus cimientos. Entonces, no debería causarnos sorpresa que muchas evidencias de la existencia de Jesús fueron destruidas. Muchos testigos oculares de Jesús debieron haber muerto. Estos hechos, obviamente, disminuyeron la cantidad de testimonios de testigos oculares sobrevivientes de Jesús.
Además, considerando el hecho de que el ministerio de Jesús fue reducido a un lugar culturalmente atrasado en un pequeño rincón del imperio romano, hay una sorprendente cantidad de información acerca de Jesús que puede ser extraída de fuentes históricas seculares. Algunas de las más importantes evidencias históricas de Jesús, son las siguientes: