sábado, 29 de junio de 2019

¿Existió realmente Jesús? ¿Hay alguna evidencia histórica de Jesucristo?

Normalmente, cuando se hace esta pregunta, la persona que la hace la cataloga como “aparte de lo que dice la Biblia”. No aceptamos que la Biblia sea considerada como una fuente de evidencia sobre la existencia de Jesús. Ahora bien, el Nuevo Testamento contiene cientos de referencias de Jesucristo. 
Imagen relacionadaHay quienes datan la escritura de los Evangelios en el siglo II d.C., lo cual es más de 100 años después de la muerte de Jesucristo. Aún si este fuera el caso (que rechazamos firmemente), en términos de evidencias antiguas, los escritos hechos menos de 200 años después de que los eventos ocurrieran, son considerados como evidencias muy fiables. Más aún, la gran mayoría de los estudiosos (cristianos y no cristianos) aceptarían que las Epístolas de Pablo (al menos algunas de ellas), fueron escritas por Pablo en la mitad del primer siglo d.C., o sea, menos de 40 años después de la muerte de Jesús. En términos de evidencias de manuscritos antiguos, esta es una prueba extraordinariamente seria de la existencia de un hombre llamado Jesús en Israel a principios del primer siglo d.C. 

También es importante reconocer que en el año 70 d.C., los romanos invadieron y destruyeron Jerusalén y la mayor parte de Israel, matando a sus habitantes. Ciudades enteras fueron literalmente quemadas hasta sus cimientos. Entonces, no debería causarnos sorpresa que muchas evidencias de la existencia de Jesús fueron destruidas. Muchos testigos oculares de Jesús debieron haber muerto. Estos hechos, obviamente, disminuyeron la cantidad de testimonios de testigos oculares sobrevivientes de Jesús. 

Además, considerando el hecho de que el ministerio de Jesús fue reducido a un lugar culturalmente atrasado en un pequeño rincón del imperio romano, hay una sorprendente cantidad de información acerca de Jesús que puede ser extraída de fuentes históricas seculares. Algunas de las más importantes evidencias históricas de Jesús, son las siguientes: 

Días Difíciles

Cada persona es un mundo, cada uno tiene sus propias vivencias, y por lo tanto no podemos infravalorar las malas circunstancias de los demás. A veces entramos en una etapa de quejas y reclamos delante de Dios, que en vez de traernos la solución lo que hace es retrasarla, pero no somos nadie para acorralarlo.
dias dificilesMas a pesar de que estemos pasando por momentos difíciles, lo cual no impide que seamos instrumentos usados por Dios, de las experiencias se aprende. Y por algo Dios nos lleva por el desierto; y es para estar más cerca de Él, para conocerlo más, amarlo y depender totalmente de Él. Aparte de esto, es muy importante también para ayudar a otros y así darles una palabra de aliento y un sabio consejo.
Nos sentimos mal al no poder ayudar a los demás como quisiéramos, y aún más cuando vemos que atraviesan por situaciones peores que las nuestras. Quisiéramos colaborar de muchas maneras, y se nos hace imposible porque la solución no está en nuestras manos, pero ayudamos con lo más importante que es la oración y la intercesión. ¨Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios? Salmos 42:3 (Reina-Valera 1960).
Esta es una de las preguntas que todos en algún momento nos hemos hecho, puesto que en esos instantes cegados por el dolor y la angustia, nuestras lágrimas no nos dejan observar el panorama y no notamos que detrás de las nubes grises está por salir un sol radiante.

Porciones compartidas

El alma generosa será prosperada: el que sacie a otros será también saciado. Proverbios 11;25
Esteban, un veterano de 62 años, sin hogar, se dirigió a un clima cálido, donde se podía dormir al aire libre todo el año. Una noche, una joven se le acercó y le ofreció varias rebanadas de pizza. Esteban aceptó con gratitud. Poco después, compartió su botín con otro vagabundo hambriento. Al ver que el hombre había sido generoso, la misma muchacha se acercó con otro plato de comida.
Historia que ilustra el principio de Proverbios 11:25: cuando somos generosos, lo más probable es que experimentemos generosidad. Sin embargo, no deberíamos dar esperando una retribución. En cambio, respondemos con amor a la instrucción del Señor y damos para ayudar a otros (Filipenses 2:3-4; 1 Juan 3:17). Esto agrada a Dios. Aunque Él no tiene ninguna obligación de reabastecer nuestras billeteras ni nuestros estómagos, suele encontrar la manera de retribuirnos… en lo material y en lo espiritual.

Esteban compartió su segundo plato de pizza con una sonrisa y las manos abiertas. A pesar de la falta de recursos, constituye un ejemplo de generosidad y de disposición compartir con alegría lo que tenemos en lugar de acapararlo. A medida que Dios nos guíe y nos permita hacerlo, que podamos seguir este ejemplo.
¿Con quién puedes compartir hoy? ¿Cómo te ha bendecido la generosidad de otra persona?
Debemos ser generosos con lo que Dios nos ha dado.