jueves, 16 de enero de 2020

¿Qué dice la Biblia acerca del evangelio de la prosperidad?

En el evangelio de la prosperidad, también conocido como la “Palabra de Fe,” se le dice al creyente que utilice a Dios, mientras que la verdad del cristianismo bíblico es justamente lo opuesto: Dios utiliza al creyente. La Palabra de Fe, o la teología de la prosperidad, ve al Espíritu Santo como un poder para ser utilizado de la manera que el creyente lo desee, cuando, realmente, la biblia enseña que el Espíritu Santo es la Persona que habilita al creyente para que haga la voluntad de Dios. 

Resultado de imagen de ¿Qué dice la Biblia acerca del evangelio de la prosperidad?El movimiento del evangelio de la prosperidad es muy parecido al de algunas de las sectas de destructiva avaricia que se infiltraron en la iglesia primitiva. Pablo y los otros apóstoles nunca consintieron en adaptarse o conciliarse con los falsos maestros que propagaban tal herejía. Los identificaron como falsos maestros peligrosos y urgían a los cristianos a huir de ellos.

Pablo advirtió a Timoteo acerca de las “disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia. . . Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Timoteo 6:5, 9-11). 

Si las riquezas fueran una meta estimable para los piadosos, Jesús las habría perseguido. Pero no lo hizo. Por el contrario, prefirió no tener un lugar donde recostar la cabeza (Mateo 8:20) y enseñar a Sus discípulos a hacer lo mismo. También hay que recordar que el único discípulo que estaba preocupado por las riquezas era Judas.

Pablo dijo que la avaricia es idolatría (Efesios 5:5) y previno a los efesios para que evitaran a cualquiera que llevara un mensaje de inmoralidad o avaricia (Efesios 5:6-7). La enseñanza de la prosperidad niega que Dios trabaje por Él mismo, por su propia voluntad, dando a entender que Dios no es Señor de todo, porque Él no puede obrar hasta que nosotros le permitamos hacerlo. La fe, de acuerdo con la doctrina de la Palabra de Fe, no es una confianza sometida a Dios; la fe es una fórmula por medio de la cual manipulamos las leyes espirituales, que los maestros de la prosperidad creen que gobiernan el universo. Como implica el nombre “Palabra de Fe,” este movimiento enseña que la fe tiene que ver más con lo que digamos, que en quién confiamos o qué verdades adoptamos y afirmamos en nuestros corazones.

Sacrificio

Todos los años en Alaska, hay una carrera de 1.000 millas de trineos con perros, donde el ganador obtiene un premio de mucho dinero y prestigio. Lo que pocos saben es que esta carrera conmemora una carrera original cuyo propósito era salvar vidas.
Efectivamente, en Enero de 1926 en el pueblo de Nome, Alaska, Richard Stanley, un niño de seis años, mostró signos de difteria, una enfermedad que suele ser tan rápida de evolución que acaba en pocas horas con el enfermo. Un día después murió el niño y ante el peligro de una pandemia de esta enfermedad entre todos los del pueblo, el Dr. Curtis Welcha comenzó a inmunizar a todos los niños y adultos con un suero antidiftérico experimental. Pero en poco tiempo se acabó su provisión, y el suero más cercano se encontraba en la ciudad de Nenana, Alaska, a una distancia de Nome de 1,000 millas y a través de un desierto congelado.
Resultado de imagen de carrera de trineo con perrosAsombrosamente, un grupo de hombres se ofreció voluntariamente a hacer el viaje con sus trineos con perros. Trabajando en relevos, un trineo empezó desde Nome mientras otro, cargando el suero, empezó desde Nenana. A pesar de la congelación parcial de sus dedos y orejas, a pesar de su fatiga y agotamiento, estos hombres prosiguieron en su esfuerzo durante 144 horas, con vientos en contra enormes y temperaturas de hasta –50 grados centígrados, hasta hacer llegar el suero antidiftérico a Nome.
Como resultado de este gran sacrificio, solo murió una persona más. El sacrificio de estos hombres inestimables había proporcionado el regalo de la vida a un pueblo entero.
¿Te recuerda esta historia lo que hizo Dios por nosotros? Entregó a su hijo por toda la humanidad.

En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros. Así también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos. 1 Juan 3;16
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Filipenses 2:5-8
Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aun pecadores, Cristo murió por nosotros. Romanos 5:8
De tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, sino que tenga vida eterna.  Juan 3.16


¿Predestinados?

Este tema causa mucha controversia en muchos ámbitos. Tanto cristianos como ateos y agnósticos se cuestionan si estamos o no predestinados en este mundo. Muchos apuestan porque sí lo estamos, otros porque existe el libre albedrío que nos faculta con la capacidad de poder escoger qué hacer y qué no. Sin defender ninguno de los puntos ni entrar en debates o controversias, detengámonos solo un momento en una historia.
Imagen relacionadaUna pareja de adolescentes de clase trabajadora mantienen una relación. Nadie sabe de la vida de sus padres y parece ser que no tuvieran hermanos. Para sobrevivir, el joven trabaja desempeñándose en un oficio menor y la joven no estudia ni trabaja. Las circunstancias los llevan a que la joven quede embarazada; su pareja se asusta y decide dejarla. Después de pensarlo mejor decide quedarse con ella y hacerse cargo del hijo. Por circunstancias políticas deben partir del lugar en el que viven, dejando lo poco y nada que tenían; en medio de este viaje la joven comienza a sufrir contracciones que anuncian que el bebé va a nacer. Sin ninguna posibilidad de dirigirse a un hospital o pagarle a una partera, el desesperado joven busca un lugar donde pueda descansar su mujer y dar a luz a su hijo. No encuentra ninguno apropiado y después de mucho buscar encuentran un granero maloliente; la joven no puede esperar más, y en medio de condiciones paupérrimas de salubridad da a luz a su bebé, que no puede ser pesado ni medido, y tampoco lo registran,... ni siquiera lo limpian. En medio de la asquerosidad del entorno una vida vio la luz… y trajo la luz. Ese niño fue Jesús.
Jesús nació de padres muy jóvenes, incluso ella era adolescente; se quedó embarazada sin estar casada. El padre de Jesús era carpintero y casi la dejó (a ella) cuando se enteró de su embarazo. Nació en condiciones de insalubridad extremas, en medio de mal olor y heces de animal. No tenía ninguna posibilidad de ser controlado por un pediatra o un médico de la época. Tampoco sus padres tenían un techo para proporcionarle en aquel entonces, ni mucho menos las comodidades necesarias para un recién nacido. Imaginemos a María dando a luz en esas condiciones... se nos eriza la piel. Jesús no tenía ninguna posibilidad de ser lo importante que fue si vemos sus orígenes. No nació en una “cuna de oro” y tampoco contó con el escenario perfecto para su llegada. Si un trabajador social fichara su caso, seguro que se lo hubiese quitado a sus padres y lo hubiese dejado en un hogar de protección, porque su índice de vulnerabilidad era muy alto, era arriesgado su caso.
Si pensamos en el origen de Jesús y analizáramos su historia vital, podríamos deducir que seguramente estaba predestinado para ser un delincuente juvenil, un drogadicto, padre adolescente, atrevido con sus padres... ¡cualquier cosa! Sin embargo, Jesús fue todo lo contrario. El mensaje que Dios quería darnos a partir del origen de Cristo, era que no importa lo que creamos que somos o a dónde creemos que vamos, lo que importa es lo que Él dice de nosotros. Dios dijo que Jesús era Su hijo, y Jesús dijo que Él era el camino, la verdad y la vida. Dijo que era el rey de los judíos, el Salvador, el Mesías. Dios usó un humilde y vulnerable inicio para transformarlo en un final al más puro estilo hollywoodense.

No importa de dónde vengas. No importa tu apellido, color de piel, origen, clase social, educación, ubicación geográfica, estrato socioeconómico o antecedentes familiares; tú eres lo que Cristo dice que eres, y eso no es más ni menos que ¡HIJO DEL REY!