miércoles, 4 de diciembre de 2013

Muerte impresionante - Meditación

LA MUERTE CIENTÍFICA DE JESÚS
A los 33 años Jesús fue condenado a muerte.
La "peor" muerte de la época. Sólo los peores criminales murieron como Jesús. Y con Jesús todavía fue peor, porque no todos los criminales condenados a aquel castigo recibieron clavos en sus miembros.
Sí, fueron clavos... ¡y de los grandes! Cada uno tenía de 15 a 20 cm, con una punta de 6 cm. y el extremo puntiagudo. Fueron clavados en las muñecas y no en las manos como dicen. En la muñeca hay un tendón que llega a nuestro hombro, y cuando los clavos fueron martillados, ese tendón se rompió obligando a Jesús a forzar todos los músculos de su espalda, por tener sus muñecas clavadas, para poder respirar porque perdía todo el aire de sus pulmones.
De esta forma, estaba obligado a apoyarse en el clavo metido en sus pies, que era más grande aún que el de sus manos, porque clavaban los dos pies juntos. Y como sus pies no aguantarían por mucho tiempo sin rasgarse también, Jesús era obligado a alternar ese "ciclo" simplemente para lograr respirar.
Jesús aguantó esa situación algo más de 3 horas.
Sí, ¡más de 3 horas! Mucho tiempo, ¿verdad? Algunos minutos antes de morir, Jesús ya no sangraba más. Únicamente le salía agua de sus cortes y heridas. Cuando le imaginamos herido, imaginamos meras heridas, pero no; las de Él eran verdaderos agujeros, agujeros hechos en su cuerpo.
No tenía más sangre para sangrar, por lo tanto, le salía agua.

El cuerpo humano está compuesto de aproximadamente 3,5 litros de sangre (en un adulto).
Pues Jesús derramó 3,5 litros de sangre; tuvo tres clavos enormes metidos en sus miembros; una corona de espinas en su cabeza y además un soldado romano le clavó una lanza en su tórax.
Todo esto sin mencionar la humillación que pasó después de haber cargado su propia cruz casi dos kilómetros, mientras la multitud le escupía el rostro y le tiraba piedras. La cruz pesaba cerca de 30 kilos, y la parte superior, la más pesada, fue en la que le clavaron sus manos.

En las manos del Maestro - Reflexión

Había una vez un pincel que era la admiración de todos los demás lápices, pinceles y crayones, porque con él habían sido pintados los cuadros más hermosos que habían salido de ese taller.
Cuando el pintor tenía que realizar una obra de calidad o un trabajo muy importante, siempre acudía a él, debido a que sus suaves cerdas eran las que más finos y delicados trazos imprimían sobre el lienzo, y le daban un toque especial a cada detalle de la obra.
Esto llenaba de orgullo al pincelito, que solía pasearse orondo por el taller, mirando por encima del hombro a las demás herramientas de dibujo, porque sabía que él era el mejor. Todas las fibras y acuarelas del taller suspiraban por el galán.
Cierto día, un viejo plumín de tinta china, envidioso porque el pincelito era el centro de la atención femenina del taller, sembró en él una inquietante duda. Le dijo: “¿Tú te crees muy bueno? Pues lamento informarte que tú solo no vales nada. Tú jamás decides qué es lo que pintarás, o qué colores utilizarás, sino que eres un miserable esclavo del pintor, quien te usa como a él le parece mejor”.
Esto inquietó al pincelito. ¿Sería verdad lo que el plumín había dicho? ¡No! El pintor era bueno… pero… si fuera así, ¿qué derecho tenía el pintor de hacer con él lo que quisiera? ¡El pincelito era el que se ensuciaba y el que se desgastaba al raspar contra el lienzo. ¿Por qué el pintor había de llevarse todo el mérito?
La sombra de esta incomodidad quedó flotando en el ánimo del pincelito. Al día siguiente, cuando el pintor lo tomó en sus manos, decidió que sería él quien dictaría los trazos. Así, cuando el pintor quería realizar una línea, el pincelito hacía fuerza para pintarla en otra dirección. Cuando el pintor quería humedecer el pincel en un color, él apuntaba hacia otro tarrito de pintura. El pintor no entendía qué estaba sucediendo, puesto que en el lienzo tan sólo aparecían manchones deformes y desapropiados. Después de varios intentos fallidos, dejó al pincelito a un lado y tomó otro para recomenzar su obra.
Esto puso aún más furioso al pincelito. ¿Quién se creía que era ese pintor para cambiarlo a él, al mejor, por un pincel cualquiera? ¡Ahora mismo se pondría él solo a pintar, sin necesidad de que ese tonto pintor lo manosease con sus manos sucias de pintura!
Y así lo hizo. Se ubicó frente a un lienzo, y con varios tarros de pintura junto a él comenzó a pintar. Todos observaban absortos al pincelito, incluso el pintor, que había dejado su trabajo; y el pincelito, al ver la satisfacción del plumín, comenzó a sospechar que algo estaba ocurriendo. No hace falta decir, que tan sólo una masa deforme de colores superpuestos apareció sobre el lienzo. Y todos se rieron de él.
El pequeño pincel, avergonzado, deprimido y frustrado se retiró a llorar en su vaso. Había hecho el ridículo. Todos se habían reído de él… Todos menos el pintor, que lo tomó dulcemente en sus manos y le dijo: “Querido amiguito, yo sé que tú eres el mejor, pero eres el mejor en mis manos. No eres mi esclavo, sino que juntos, los dos, pintamos. Sólo dejándote conducir por mis manos, juntos podemos crear la belleza. Que sea yo quien dirige tus movimientos no te quita mérito, sino que por el contrario te enaltece, porque yo te elijo a ti entre todos los otros pinceles. ¿Nunca lo habías pensado así? Yo te amo, y te elijo a ti, entre muchos otros, cada vez que te utilizo. Y ahora sécate esas lágrimas, y vamos a seguir pintando”.
Y el pincelito comprendió que en su naturaleza de pincel estaba dejarse conducir por las manos del pintor, que sólo así podía ser lo que él era: un pincel.

El tiempo de justicia - Devocional

Wooden justice gavel and block with brass
Cuando sufrimos alguna infamia, algún engaño, una traición u otra experiencia dolorosa, queremos que la persona que nos dañó o las personas involucradas que lo hicieron paguen por ello. Una frase dice “Si la justicia tarda, ya no es justicia”, y se basa en que aún está a flor de piel el dolor o la rabia de lo acontecido, hasta el punto que queremos tomarnos la justicia por nuestra propia mano.
Cometemos, entonces, el error de actuar por impulso, nos causa rabia, y si en ese momento no vemos a esa persona pagando por lo que hizo, nos frustramos y creemos que no existe justicia en la tierra.
Pero Justicia es dar a cada cual lo suyo, y ten por seguro que Dios te dará lo tuyo: consuelo, amor, paz y sanidad. Preocúpate más en recibir lo que Dios te está dando que en lo que recibirá la otra persona.
Dios tiene un tiempo para actuar en cada caso y su tiempo no será el mismo que el nuestro, puesto que Dios no hace justicia sólo para que nos arrepintamos, sino para provocar el cambio en nuestras vidas. Su justicia va más allá de las leyes terrenales.

¡Avanza! - Ánimo en mensaje

Avanzar es ir hacia el frente, es mirar hacia adelante. Es tantas cosas, es intentar progresar, marcar tu territorio, abrir tus alas, extenderte y volar. Avanzar es ir en pos de tus sueños. Es luchar con valor y tenacidad. Es escoger tu terreno, explorarlo, sembrarlo, trabajarlo y prepararte para cosechar.
avanza
Avanzar es continuar caminando a pesar de los tropiezos. Mirar más allá de lo que puedes ver, es pensar en descubrir y evolucionar. Sobre todo es depositar tu confianza en Dios y lanzarte a la aventura de creer que por fe, eso que esperas y ambicionas, si te esfuerzas y esmeras, probablemente lo alcanzarás.

Avanzar es desafiarte a ti mismo y tratar de confrontar tus miedos. Es aceptarte, amarte y respetarte. Es mirar al horizonte y saber que no importa lo duro, ni lo largo del viaje, pues no te detendrás hasta llegar, porque vale la pena caminar hacia tu destino.
Quien avanza abre caminos, cruza puentes, salta cercas, quita piedras del camino y aún agotado, mantiene su confianza. Y en los malos tiempos aún puede sonreír porque la derrota no es su opción.

Avanzar es correr hacia los brazos de tu Padre celestial sabiendo que Él es quien imparte nuevas fuerzas y que quien clama a Él obtiene respuestas y sabiduría.

El evangelismo por internet es una realidad - Cristianismo

Nuestro objetivo como Iglesia es llevar a la gente a la fe en Jesús e integrarla en la familia de Dios. Y que nuestro carácter se parezca al de Cristo, glorificando a Dios y sirviendo en toda buena obra. Este espacio, así mismo, tiene esta prioridad. Y llevar la palabra de Dios a todo el mundo.

En la época del Apóstol Pablo, el sistema de carreteras del Antiguo Imperio Romano y sus medios de transporte y de correo, fueron elementos estratégicos en el Plan de Dios. Contribuyeron a la propagación del Evangelio a través de todo el mundo conocido, al desarrollo de iglesias, y sirvieron como método para discipular nuevos creyentes.
De la misma manera, Internet es una Red Mundial que puede facilitar la comunicación del Evangelio en nuestros días, de una manera efectiva y ¡explosiva!
Cada cristiano, ministerio o iglesia debe asumir su responsabilidad y utilizar todos los medios y herramientas disponibles “aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos”.
Los principales ministerios a nivel mundial ya están integrando estrategias de Evangelismo por Internet y están desarrollando Proyectos de Evangelismo, también por esta red. La población mundial conectada a Internet sigue creciendo cada día y el reto de ser testigos de Jesucristo “hasta el fin del mundo” sigue cobrando vigencia.
La Mies es Mucha
35 Jesús recorría todas las ciudades y las aldeas, y enseñaba en las sinagogas de ellos, predicaba el evangelio del reino y sanaba toda enfermedad y toda dolencia del pueblo. 36 Al ver las multitudes, Jesús tuvo compasión de ellas porque estaban desamparadas y dispersas, como ovejas que no tienen pastor. 37 Entonces dijo a sus discípulos: «Ciertamente, es mucha la mies, pero son pocos los segadores. 38 Por tanto, pidan al Señor de la mies que envíe segadores a cosechar la mies.» Mateo 9:35-38
Fdo.: M.G.L.