sábado, 2 de junio de 2018

¿Qué pide Dios de ti?

Oh hombre, Él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Dios de ti: solamente hacer justicia, amar, misericordia y humillarte ante tu Dios.

Hay muchos pedidos de Dios en la Biblia para todos aquellos que hemos decidido seguir sus mandatos. Tales como buscarlo, amarlo con todo el corazón, perdonar al ofensor, hablar la verdad, amar al prójimo,

Pero estos, y muchos más, los podemos resumir en estos tres:  Justicia, Misericordia y Humildad.

Analicemos estas tres cosas que Dios pide de ti:


JUSTICIApero no la nuestra, sino la que es de Dios por medio de la fe en Jesucristo.
Pues todos nosotros somos como cosa impura, todas nuestras justicias como trapo de inmundicia. Todos nosotros caímos como las hojas y nuestras maldades nos llevaron como el viento. Isaías 64:6.

Y tendremos justicia cuando cuidemos de poner por obra todos estos mandamientos delante de Jehová nuestro Dios, como él nos ha mandado. Deuteronomio 6:25.


MISERICORDIA: es la disposición a compadecerse de los sufrimientos y miserias ajenas. 
Resultado de imagen de ¿Qué pide Dios de ti?Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento. Mateo 9;13
Dios, tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable; que castiga la maldad de los padres sobre los hijos hasta los terceros y hasta los cuartos. Números 14;18
HUMILDADes la ausencia de soberbia. Es una característica propia de los sujetos modestos, que no se sienten más importantes o mejores.
Riquezas, honra y vida Son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová. Proverbios 22:4.
Hacer lo que Dios nos pide nos asegura una vida feliz.

Dios ha escondido un instrumento dentro de nosotros

“Alegraos, oh justos, en Jehová; en los íntegros es hermosa la alabanza”. Salmo 33;1
 “Quiero amarte Señor
con todo lo que soy.
Cada día mis labios te darán el honor.
Tu presencia busqué
y tu gloria encontré dentro de mí.
Viviré para darte el honor”.
Esta es la estrofa de una alabanza que describe muy bien el poder interior que tenemos los hijos de Dios, de hacer que ocurran cosas grandes y maravillosas en nuestra vida. Porque dentro de nosotros Dios puso Su Gloria. Y nosotros la manifestamos a través de la alabanza.
En el libro de Isaías dice: “El que vive, éste te dará alabanza, como yo hoy”. Isaías 38;19
Los que vivimos tenemos el privilegio de declarar el poder de Dios y rodearnos de Su Presencia, cada vez que lo alabamos con todo nuestro corazón. La Escritura dice: “Que Él habita en medio de la alabanza de su pueblo”, o sea Él vive en medio de un pueblo que lo adora en Espíritu y en Verdad.
Cuenta la historia bíblica acerca de un rey llamado Josafat. Este era de la tribu de Judá que significa: “Que Dios sea alabado”. Este rey se encontraba en un grave problema; un pueblo enemigo muy numeroso, lo venía a atacar, por lo que él, siendo un hombre piadoso, decidió consultar a Dios y le dijo: “Jehová, Dios de nuestros padres, ¿no eres Tú Dios en los cielos, y tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resista? ¡Oh Dios nuestro! ¿No los juzgarás Tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos”. 2 Crónicas 20
Dios tuvo una respuesta insólita para este rey. Le dijo que no hiciera nada, que se quedara quieto; pues Dios mismo pelearía contra los enemigos de Judá. Y el método que utilizó Josafat, fue ni más ni menos que el de LA ALABANZA.
“Y se levantaron los levitas para alabar a Jehová el Dios de Israel con fuerte y alta voz. Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros”.
Jesús viene de la tribu de Judá. La alabanza te cambia la vida. Te hace libre de la gente. Satanás antes de serlo, era un arcángel importante y él adoraba, con instrumentos de cuerda, percusión y viento. Pero había un instrumento que no tenía: el de metal.
Por eso Dios le dijo a Moisés que hiciera una trompeta de plata. ¡Hay un instrumento que Dios ha escondido dentro de nosotros; se llama la alabanza, que destruye los poderes del infierno.
Termina la historia de Josafat diciendo: “Y todo Judá y los de Jerusalén, y Josafat a la cabeza de ellos, volvieron para regresar a Jerusalén gozosos, porque Jehová les había dado gozo librándolos de sus enemigos. Y vinieron a Jerusalén con salterios, arpas y trompetas, a la casa de Jehová”.

Es Tiempo de Confiar en Dios

Para lo único que Satanás es realmente bueno es para hacer maldades. Este despreciable ser conoce muy bien nuestras debilidades, y se esconde tras ellas esperando la oportunidad para lanzar sus dardos y golpes. Lamentablemente lo hace con bastante precisión, y solo Dios conoce el corazón del hombre más que él.

La buena noticia es que hay una forma de descubrir sus planes, de frustrar sus maquinaciones, ¿Cuál es?..., pues estudiando las escrituras y leyendo acerca de los triunfos de aquellos que lo enfrentaron antes que nosotros.

Al creer en Dios y al hacer su voluntad, permitimos que todo su poder se despliegue alrededor nuestro. Él pone ángeles para protegernos, y además lo más importante.. nos llena con su Espíritu Santo. Esto nos hace mucho más fuertes que los mejores golpes de Satanás.

Cuando David enfrentó a Goliat, no lo hizo porque se sintiera el hombre mas fortachón del mundo, pues sabia que su fuerza no provenía de su físico casi de niño, sino de Dios que estaba en él. De ese mismo Dios que se le apareció cuando un león se cruzó en su camino, el mismo Dios que le dio fuerzas cuando se encontró cara a cara con un oso. La confianza que David necesitaba se la había dado la experiencia y el conocimiento del Dios que lo protegía; Jehová.

Si optamos por creer que Dios nos dará la victoria, conoceremos realmente su enorme poder. En cambio, si elegimos confiar en nuestras propias fuerzas o en nuestra inteligencia, rápidamente veremos cuán débiles somos, y lo fácil que se le hace al diablo acertar con los dardos o con los golpes que nos tira.

Son tiempos peligrosos para los creyentes, quizá los más peligrosos de todos después de aquella primera persecución, y hoy más que nunca necesitamos creer verdaderamente en Dios. Juan 15:5 nos enseña que nada podemos lograr sin su ayuda. 
Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí y yo en él, éste lleva mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer.