miércoles, 14 de febrero de 2018

¿Deben los cristianos seguir pidiendo perdón por sus pecados?

Una pregunta frecuente es “¿Qué sucede si peco, y luego muero antes de tener la oportunidad de confesarle ese pecado a Dios?” Otra pregunta común es, “¿Qué sucede si cometo un pecado, pero luego lo olvido y nunca lo recuerdo para confesarlo a Dios?” Ambas preguntas están basadas en una falsa suposición. La salvación no estriba en creyentes tratando de confesar y arrepentirse de cada pecado que cometan antes de morir. La salvación no está basada en si los cristianos han confesado y se han arrepentido de cada pecado. Sí, por supuesto, debemos confesar nuestros pecados a Dios tan pronto como nos demos cuenta de que hemos pecado. Sin embargo, no es prioritario pedir siempre perdón a Dios, ya que cuando ponemos nuestra fe en Jesucristo para salvación, TODOS nuestros pecados son perdonados. Jesús murió para pagar el castigo por todos nuestros pecados, y al ser perdonados, ya está incluido el perdón (por todos ellos). ...en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados. (Colosenses 1:14De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él crean recibirán perdón de pecados por su nombre. Hechos 10:43).
Resultado de imagen de ¿Deben los cristianos seguir pidiendo perdón por sus pecados?
Lo que sí debemos hacer es confesar nuestros pecados: “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” (1 Juan 1:9). Es importante que La Escritura, y en especial este verso, no menciona el pedir perdón a Dios. En ninguna parte de la Escritura se enseña que los creyentes en Cristo deban pedir perdón a Dios. Lo que 1 Juan 1:9 nos dice que hagamos es “confesar” nuestros pecados a Dios. La palabra “confesar” significa “estar de acuerdo con.” Cuando confesamos nuestros pecados a Dios, nosotros concordamos con Dios que hicimos mal, que hemos pecado. Dios nos perdona a través de la confesión, sobre la constante base del hecho de que Él es “fiel y justo.” ¿De qué modo es Dios “fiel y justo?” Él es fiel al perdonar los pecados, cosa que Él había prometido hacer por todos aquellos que reciben a Cristo como Salvador. Y Él es justo al aplicar el pago de Jesucristo por nuestros pecados, reconociendo que los pecados ya han sido expiados. 

El Problema Está Adentro

La verdad es que el problema no está afuera. El problema está adentro.
Decimos muchas veces que si no fuera por el sitio donde vivimos o la gente con quien nos relacionamos, la casa donde estamos o el trabajo que desempeñamos seríamos más felices.
No tenemos que mirar mucho afuera. Una mirada a nuestro interior es suficiente para contemplar la raíz de nuestras dolencias y quebrantos.
El profeta Isaías habló de esto en el Capítulo 54:
Resultado de imagen de El Problema Está Adentro
«Tú, mujer estéril que nunca has dado a luz, ¡grita de alegría!
Tú, que nunca tuviste dolores de parto, ¡prorrumpe en canciones y grita con júbilo!
Porque más hijos que la casada tendrá la desamparada —dice el Señor—.
Ensancha el espacio de tu carpa, y despliega las cortinas de tu morada.
¡No te limites! Alarga tus cuerdas y refuerza tus estacas. Porque a derecha y a izquierda te extenderás; tu descendencia desalojará naciones, y poblará ciudades desoladas.
»No temas, porque no serás avergonzada. No te turbes, porque no serás humillada.
Olvidarás la vergüenza de tu juventud, y no recordarás más el oprobio de tu viudez.
Porque el que te hizo es tu esposo; su nombre es el Señor Todopoderoso.
Tu Redentor es el Santo de Israel; ¡Dios de toda la tierra es su nombre! Isaías 54;1-5

Dios de vida

¡Bendice, alma mía, a Jehová! Jehová, Dios mío, mucho te has engrandecido; te has vestido de gloria y de magnificencia. Salmo 104;1
Hace unos años, durante el invierno, mi ciudad atravesó una larga temporada de bajas temperaturas que calaban hasta los huesos. Durante dos semanas seguidas, el termómetro al aire libre se hundió muy por debajo de la marca de cero grados (-20 °C).
Una mañana particularmente helada, el sonido de pájaros que gorjeaban rompió el silencio de la noche. Docenas, si no cientos, cantaban con todo el corazón. Si no fuera porque sabía que no era cierto, ¡habría jurado que las pequeñas criaturas estaban rogándole a su Creador que entibiara un poco las cosas!
Los expertos dicen que los incontables cantos de aves que escuchamos durante las madrugadas invernales son, en su mayoría, de los machos, los cuales intentan atraer a las hembras y defender sus territorios. Su gorjeo me recordó que Dios puso armonía en su creación para sustentar y fomentar la vida, porque Él es Dios de vida.
El autor de un salmo que se maravilla ante la floreciente creación de Dios expresa: «Bendice, alma mía, al Señor» (Salmo 104:1); y agrega: «A sus orillas habitan las aves de los cielos; cantan entre las ramas» (verso 12).
Desde el canto de las aves hasta un vasto océano «en donde se mueven seres innumerables» (verso 25), todas son razones para alabar al Creador que da vida y la sustenta.
Gracias, Señor, por el mundo que creaste.
«Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten». Colosenses 1:17

Martín Lutero y la separación de la iglesia católica

Martín Lutero fue un teólogo alemán cuya ruptura con la Iglesia católica puso en marcha la Reforma protestante (Eisleben, Turingia, 1483-1546). Contrariando la voluntad de sus padres, Martín Lutero se hizo monje agustino en 1505 y comenzó a estudiar Teología en la Universidad de Wittenberg, en donde se doctoró en 1512.
Resultado de imagen de martin lutero y la separacion de la iglesia catolicaSiendo ya profesor, comenzó a criticar la situación en la que se encontraba la Iglesia católica: Lutero protestaba por la frivolidad en la que vivía gran parte del clero (especialmente las altas jerarquías, como había podido contemplar durante una visita a Roma en 1510), y también el que las bulas eclesiásticas -documentos que teóricamente concedían indulgencias a los creyentes por los pecados cometidos- fueran objeto de un tráfico puramente mercantil.
Las críticas de Lutero reflejaban un clima bastante extendido de descontento por la degradación de la Iglesia, también expresado desde la Baja Edad Media por otros reformadores que se pueden considerar predecesores del luteranismo, como el inglés John Wyclif (siglo XIV) o el bohemio Jan Hus (siglo XV). Las protestas de Lutero fueron subiendo de tono hasta que, a raíz de una campaña de venta de bulas eclesiásticas para reparar la basílica de San Pedro, decidió hacer pública su protesta redactando 95 tesis que clavó a la puerta del castillo de Wittenberg (1517).
La Iglesia hizo comparecer varias veces a Lutero para que se retractase de aquellas ideas (en 1518 y 1519); pero en cada controversia Lutero fue más allá y rechazó la autoridad del papa, de los concilios y de los «Padres de la Iglesia», remitiéndose en su lugar a la Biblia y al uso de la razón.
En 1520, Lutero completó el ciclo de su ruptura con la Iglesia, al desarrollar sus ideas en tres grandes «escritos reformistas»: Llamamiento a la nobleza cristiana de la nación alemana, La cautividad babilónica de la Iglesia Sobre la libertad cristiana. Finalmente, el papa León X lo condenó y excomulgó como hereje en una bula que Lutero quemó públicamente (1520); y el nuevo emperador, Carlos V lo declaró proscrito tras escuchar sus razones en la Dieta de Worms (1521). Lutero permaneció un año escondido bajo la protección del elector Federico de Sajonia; pero sus ideas habían hallado eco entre el pueblo alemán y también entre algunos príncipes deseosos de afirmar su independencia frente al papa y frente al emperador, por lo que Lutero no tardó en recibir apoyos que le convirtieron en dirigente de un movimiento religioso conocido como la Reforma.