En una ocasión, una mamá me comentó que su hijo la había sorprendido al decirle que quería irse de su casa. Mientras le ayudaba a empaquetar, le hizo recapacitar sobre su precipitada decisión, diciéndole que esperaba que encontrara un lugar como su hogar, que lo pensara muy bien e hiciera cuentas, que pensara si quería independencia porque uno de sus amigos le había dicho que se fuera a vivir con él, que éste solo le apoyaría un tiempo y luego le pediría que se fuera de su casa porque no podría ayudar con los gastos... Al final terminaría yéndose a vivir solo a un cuarto donde tendría que pagar todo: alquiler, luz, agua y el imprescindible teléfono que no usaba en su casa, sino que se aprovechaba, abusaba, además de la comida, el transporte, etc. Cuando su maleta ya estaba casi lista, le dijo que con ellos lo tenía todo, que trabajan de sol a sol para que no le faltara nada y que lo hacían porque lo amaban.
Cuántos de nosotros hemos actuado igual que este muchacho, porque queríamos independizarnos y no queríamos escuchar más los sermones de nuestros padres, sin darnos cuenta que ellos solamente querían nuestro bien.
La Palabra dice: “Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.” Efesios 6:2-3
En ocasiones, escuché a muchos papás decir que sus hijos los abandonaron, que se olvidaron de ellos, que no los iban a visitar ni los llamaban. No olvides nunca que ellos dieron todo por nosotros, incluso en ocasiones se privaron de comer para que nosotros pudiéramos alimentarnos.
¿Y qué estamos haciendo ahora por ellos? ¿Te das cuenta de que no estamos haciendo lo correcto?, abandonar a nuestros padres ahora que nos necesitan, o no tener paciencia como ellos como la tuvieron con nosotros. Estamos tan ocupados en nuestras propias actividades que no tenemos tiempo para compartir con ellos.
¿Y qué estamos haciendo ahora por ellos? ¿Te das cuenta de que no estamos haciendo lo correcto?, abandonar a nuestros padres ahora que nos necesitan, o no tener paciencia como ellos como la tuvieron con nosotros. Estamos tan ocupados en nuestras propias actividades que no tenemos tiempo para compartir con ellos.
Honra a tus padres como lo manda Dios, ámalos porque no sabes hasta cuándo estarán a tu lado. Ellos te dieron mucho amor y cariño cuando estabas a su cuidado, y ahora te toca a ti devolverles todo lo que ellos te dieron, porque lo necesitan.
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