domingo, 15 de enero de 2017

El Anemómetro

Un aparato meteorológico que se usa para predecir el clima y, específicamente, para medir la velocidad del viento se llama anemómetro o anemógrafo. Resulta ser muy importante el uso del mismo para predecir qué puede pasar con el clima, y también nos ayuda a prepararnos al conocer la velocidad del viento.
La Palabra de Dios dice en Mateo 8:23-27. Cuando entró Jesús en la barca, sus discípulos le siguieron. Y de pronto se desató una gran tormenta en el mar, de modo que las olas cubrían la barca; pero Jesús estaba dormido. Y llegándose a Él, le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! Y Él les dijo: ¿Por qué estáis amedrentados, hombres de poca fe? Entonces se levantó, reprendió a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma. Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Quién es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?”

Dios conoce nuestras necesidades

«Y al orar, no hablen solo por hablar como hacen los gentiles, porque ellos se imaginan que serán escuchados por sus muchas palabras. No sean ellos, porque su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan». Mateo 6: 7-8, XVI
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SI DIOS le ha proporcionado a las humildes florecillas que se marchitan y perecen, sus delicados y diversos colores, ¿no tendrá mayor cuidado con aquellos que han sido creados a su propia imagen?
Dios es un amigo en la perplejidad y la aflicción, un refugio en el fracaso, un protector en los miles de invisibles peligros que nos acechan.
Cuando amamos y obedecemos a Dios, y cumplimos con nuestra parte, Él nos proporciona todo lo que necesitamos. Nadie puede «añadir a su estatura un codo» no importa con cuanto empeño trate de hacerlo (Mateo 6: 27; Lucas 12: 25). No es sensato angustiarse en demasía por el mañana y por nuestras posibles futuras necesidades (Mateo 6:34). Cumplamos, pues, nuestro deber y confiemos en Dios, porque Él sabe qué necesitamos. Él nos consuela con más ternura que una madre a su hijo afligido.
El Señor está presente en todos los hogares; oye cada palabra que se pronuncia, escucha cada oración que se eleva; siente los pesares y los desengaños de todos y cada uno; ve el trato que recibe cada padre, madre, hermana, amigo y vecino. Cuida de nuestras necesidades, y para satisfacerlas, su amor y misericordia fluyen de continuo. Bajo su protección nos sentiremos seguros.
El Señor se adapta a las necesidades espirituales de cada persona. Camina a nuestro lado como si fuera nuestra sombra (Salmos 121: 5), presto a apoyarnos en todas nuestras necesidades. Siempre está cerca de quienes le sirven con sinceridad, nos conoce a cada uno por nuestro propio nombre. iQué maravillosa seguridad la nuestra, disponer en todo momento del tierno amor de Cristo! 

¿Llorar Te Hace Feliz?

Soy la mayor de tres hermanas en mi familia; sí, todas mujeres, y ahí, en mi casa nunca se escuchó esa lapidaria frase de “no llores, hijo, porque eres hombre”. Yo  me preguntaba, ¿por qué los hombres tienen lagrimales si no deben llorar? En fin, como te decía, soy la mayor de tres hermanas, y aunque me libré de la frase ya leída, no me libré de esta otra, “ya no llores más porque tus hermanas más pequeñas se van a asustar y tú debes darles ejemplo”.
Cuando yo pasaba por un momento difícil, vivía alguna terrible pena o simplemente me machacaba un dedo, estaba muy bien entrenada para no llorar, y mi manera de liberar un poco de tensión o pena era gritando o diciendo alguna grosería.
Resultado de imagen de Bienaventurados los que lloran, porque recibirán consolaciónTenía un excelente control sobre mis lágrimas, y si alguna vez me sentía desolada o triste y me daba permiso de llorar, sabía que en cuanto viera frente a mí a alguien más pequeño en cualquier aspecto de mi vida, aspiraría aire con mucha fuerza, comenzaría a respirar lenta y profundamente, tenía el control, y entonces, ya estaba lista para consolar a los que estaban a mi alrededor.
Pasaron los años, y para la mayoría de mis familiares y amigos yo era muy fuerte y valiente, pero eso estaba muy lejos de ser verdad...
...Porque poco a poco fui descubriendo que llorar era prácticamente un regalo de Dios; tanto es así que Jesús dice que el que llora es bienaventurado, que significa doblemente bendecido, o sumamente feliz. Sin embargo, la palabra enseña que los gritones, malhumorados o los que dicen malas palabras se están buscando problemas con Dios. 
Efesios 4:29 Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. 4:30 Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. 4:31 Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería maledicencia, y toda malicia.
En el aspecto social, la mayoría de las personas entienden que llorar es una muestra de debilidad, que es señal de inmadurez o de falta de control. Pero alguna vez leí que llorar no te hace más débil, simplemente es una señal de que estás vivo. Dios dice respecto a llorar:
Mateo 5:4 Bienaventurados los que lloran, porque recibirán consolación.
Lucas 6:21 Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.
Lucas 23:27, 28. “Y le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él. Pero Jesús, vuelto hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos”.

Trabajar juntos

Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Romanos 8:28
Mi esposa prepara un estofado delicioso. Mezcla carne, patatas en rodajas, apio, hongos, zanahorias y cebollas, y pone todo en una olla de cocción lenta. Seis o siete horas después, el aroma llena la casa, y el primer bocado es una delicia. Siempre me resulta ventajoso esperar hasta que los ingredientes se cocinen juntos lentamente, para que resulte algo que sería imposible lograr por separado.
En la frase «todas las cosas los ayudan», expresadas en un contexto de sufrimiento, Pablo usó la palabra de donde proviene el término, sinergia. Dijo: «Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados» (Romanos 8:28). Quería que los romanos supieran que Dios, que no era el causante de su sufrimiento, haría que todas las circunstancias cooperaran a su plan divino, para un beneficio final. Ese bien no eran bendiciones temporales, como salud, riquezas, fama o éxito, sino ser «hechos conformes a la imagen de su Hijo» (verso 29).
Esperemos con paciencia y confiados porque nuestro Padre celestial está tomando todo sufrimiento, angustia y mal, y haciendo que se combinen para su gloria y nuestro beneficio espiritual. Él quiere hacernos como Jesús.

Señor, que pueda ver tu mano detrás de cada circunstancia.
El crecimiento que logramos al esperar en Dios suele ser más importante que el resultado que deseamos.