jueves, 31 de julio de 2014

El prisionero 119.104

Viktor Frankl, de origen judío, nació en Viena y estudió neurología y psiquiatría. Desde el otoño de 1942 hasta abril de 1945 estuvo en varios campos de concentración, entre ellos el temido campo de Auschwitz, en el que le asignaron el número 119.104. Sus padres, hermano y esposa murieron en esos lugares.
Durante los siguientes años Frankl escribió varios libros y desarrolló la teoría de la Logoterapia. Dentro de sus postulados, él dice que los seres humanos, incluso en las condiciones más extremas de deshumanización y sufrimiento, pueden encontrar una razón para vivir basada en su dimensión espiritual. “En el momento en que encuentras un sentido a tu sufrimiento, puedes moldearlo en un logro; puedes convertir la tragedia en un triunfo personal, pero debes saber para qué. Si las personas no pueden encontrar ningún sentido a sus vidas, tal vez tengan algo con lo que vivir, pero no tendrán nada por lo que vivir”.
Muchos de los prisioneros de los campos de concentración se suicidaron, pero aquellos que tenían esperanzas de reunirse con sus seres queridos o que profesaban una gran fe, tenían mejores oportunidades que los que habían perdido toda esperanza.
¿Dónde está puesta tu esperanza?
“Fielmente respondes a nuestras oraciones con imponentes obras, oh Dios nuestro Salvador. Eres la esperanza de todos los que habitan la tierra, incluso de los que navegan en mares distantes”. Salmos 65:5

Lo Único que Quiero es Ser Feliz - Crecimiento Personal-espiritual

“Cuando todo parece imposible, cuando parece que nada va a funcionar, generalmente estás a pocos milímetros de que suceda”.
Ser feliz es una necesidad para las personas, de hecho, muchos quieren disfrutar la vida pero no saben cómo hacerlo, les pareciera más fácil odiar la vida que amarla. No disfrutan de las relaciones, de las amistades, del trabajo, no disfrutan de nada y llegan a preguntarse ¿por qué no puedo ser feliz? Y buscan respuestas en otros, haciéndoles culpables de todas sus desgracias, culpan a los padres, a los maestros, a los amigos, al cónyuge, al jefe y a todo aquel que se les ocurra o se les atraviese en el camino. Es fácil buscar culpables cuando no queremos cambiar y simplemente, nos dejamos llevar por las circunstancias de la vida.
Pero ser feliz es algo que depende exclusivamente de mí y que comienza a medida que me amo a mí mismo, para así, amar a los demás.
No se trata de ser egoísta al pensar en mí mismo, se trata del principio espiritual “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No puedes pretender ser feliz con otros si no eres feliz contigo, si no te aceptas ni te soportas a ti mismo. Recuerda que ser feliz no depende de otros, es tu elección la que cambia el mundo por y para ti.
La felicidad no es un sentimiento, es un modo de vida que se aprende viviendo en gratitud. Tu felicidad no está determinada por lo que digan o hagan otras personas, está determinada por lo que pienses acerca de ti mismo.
¿Qué piensas acerca de ti mismo?  Quizás es tiempo de cambiar esa imagen que tienes de ti porque no es la que Dios diseñó para ti. Es tiempo de dejar de verte como una víctima, tienes que comenzar a verte como protagonista.
¿Qué cosas necesitas cambiar para verte como protagonista? ¿Será tu comportamiento? ¿Será tu actitud? ¿Será tu manera de ver la vida? Quizás no alcances a verlas, quizá necesitas la ayuda de alguien para ver esas cosas que no estás viendo. Pues mira, el primer paso para ser feliz es tener paz con Dios, eso es lo primero que debes ver. Él es el dador de la felicidad, y si estás amándole a Él y te amas a ti mismo, es más fácil amar a los demás y disfrutar la vida.

Toma Su Mano - Reflexiones

Un hombre, con más de treinta años de casado con su novia de la infancia, dijo: “Todavía me gusta tomar la mano de mi esposa”. A continuación, sin embargo, admitió que la motivación era distinta a cuando era un adolescente.
Cuando éramos jóvenes, reflexionó, sentía una descarga eléctrica cuando tocaba su mano. En el momento actual, mi vida está cargada de demasiada electricidad y ahora siento paz cuando tomo su mano.
Cogerse de las manos significa mucho más que “te amo”. Puede significar: “Te necesito”, “me importas” o simplemente “aquí estoy”.
Las raíces del amor se ramifican y se entrelazan con el tiempo. Entran en juego muchas fuentes originarias de amor e intimidad. Algunas veces se arraigan en el sentido de la compasión, otras se centran en el sentido de hacer lo que es recto. A veces crecen por dar ayuda, otras por recibirla.
Mire hoy de una forma diferente a su cónyuge. Busque algo nuevo que apreciar de él/ella: Es muy posible que descubra que se vuelve a enamorar.
Un matrimonio de éxito requiere enamorarse muchas veces, siempre de la misma persona.
Oseas 2:19
Yo te haré mi esposa para siempre, y te daré como dote el derecho y la justicia, el amor y la compasión.

Cambia tu manera de pensar

Durante la segunda guerra mundial, un joven soldado se casó y fue a vivir con su esposa al destacamento militar, enclavado en un lugar árido y desolado.
Su esposo estaba fuera de casa la mayor parte del día, y ella se sentía abandonada y aburrida. Un día, le escribió a su madre en estos términos: “No me gusta que mi esposo me deje tanto tiempo sola. Éste es un lugar horrible para vivir. Mamá, me vuelvo a casa”.
La madre contestó la carta con una sola frase: “Dos hombres miraban a través de los barrotes de una prisión; uno veía lodo; el otro estrellas”. La joven esposa entendió el mensaje y decidió buscar las “estrellas”. Se informó acerca de la zona, investigó sobre la flora del lugar, estudio el idioma y aprendió las comidas típicas.
Para cuando terminó el período de servicio de su esposo, estaba tan fascinada con aquel lugar desértico, que había escrito un libro acerca del tema. Su equivocada forma de pensar anterior, la había llevado a resaltar el lado negativo de todo lo que la rodeaba.
Cuántos de nosotros procedimos alguna vez de la misma manera que esta joven esposa; puede que al mudarnos a una nueva ciudad, o al empezar un nuevo trabajo, la universidad o el colegio, al asistir a una nueva iglesia o al servir en un nuevo ministerio, y al final nos dimos cuenta que no todo era malo. Al principio, seguramente fue complicado, como todo lo que se inicia por primera vez, pero a medida que empezamos a conocer el lugar, que nos familiarizábamos con las personas y conocimos cómo funcionaban las cosas, llegamos a sentirnos uno más de ellos y a disfrutar cada día.

Un Toque del Cielo - Reflexiones

Había sido un día desalentador. Los médicos nos habían dado la peor de las noticias. A nuestra hija, que acababa de pasar su primera cirugía de cerebro para eliminar un tumor y estaba siendo sometida a radioterapia, le daban oficialmente un dos por ciento de probabilidades de sobrevivir, ya que este tipo de cáncer no tenía cura.
Mi esposa y yo decidimos llevar a nuestra hija a comer antes de seguir con nuestras obligaciones de la tarde. Fuimos a un restaurante local donde nos sentamos en silencio esperando a la camarera. Nuestra hija Molly no podía entender tal tristeza o silencio, por lo que jugaba alegremente con papel y crayones pintando, mientras permanecíamos sentados mirando al suelo.
Observé a una pareja muy anciana sentada a unos cuantos metros de distancia; ellos también en silencio, sin mediar palabra. No pude por menos que preguntarme a qué desafíos se enfrentaban en sus vidas y si habrían tenido que afrontar una noticia tan terrible sobre uno de sus hijos.
Sin darnos cuenta ordenamos nuestra comida y sentados, en silencio comimos lo que pudimos. Hubo un momento en que quedé intrigado por la anciana pareja y les observé más intencionadamente, a cada momento que pasaba. Pensé para mí, que no se habían hablado el uno al otro todavía y me pregunté si sería la paz que disfrutaban o la comida, o tal vez ambas cosas. Sin embargo, en algún momento perdí el interés y me enfoqué nuevamente sobre mi almuerzo.
Molly todavía hablaba consigo misma y disfrutaba su comida, y su madre y yo escuchábamos e intentábamos ser felices en su presencia pero no nos estaba yendo muy bien. De repente vi aquella mano aparecer de la nada. Era enorme y podía verse que había sido afligida por la artritis. Los nudillos estaban hinchados y los dedos torcidos, nada derechos. No pude quitar mis ojos de esa mano. La mano se desplazó y aterrizó sobre la manita de mi hija de seis años y, al hacerlo, miré hacia arriba; era la anciana que había estado sentada con el anciano, comiendo su almuerzo en silencio.
La miré a los ojos y ella habló,... pero no a mí. Miró a mi hija y susurró: “Si pudiera hacer más por ti lo haría”. Y entonces, sonrió y se alejó para encontrarse con su esposo que se dirigía hacia la puerta.
Escuché un ¡“Ehhhh, miren, un dólar”!. Molly habló emocionada, al descubrir que la anciana había colocado un arrugado billete de un dólar en su mano. Miré y vi el billete de un dólar y rápidamente me di cuenta de que había sido dejado por la anciana. Levanté la mirada para agradecérselo pero ya se había ido. Quedé anonadado, sin estar seguro de qué había pasado y entonces miré a mi esposa. Casi al unísono, nos sonreímos. La tristeza del día había sido limpiada por la mano lisiada y aquel toque generoso de una anciana.

miércoles, 30 de julio de 2014

Mis Raíces - Crecimiento personal-espiritual

En algún lugar, en algún momento, oí a alguien decir: “La pasión no es solo voluntad, ni una mera demanda, es un fuego que arde y que es encendido por un mero fósforo, un fósforo compuesto de entusiasmo cubierto de una factible experiencia de fracaso, teniendo, en este caso, que volver a encenderse y probar”.
A lo largo del camino he sido formada a partir de mis raíces, a las que atiendo con mucha empatía y sensibilidad. Yo era una mediocre para mis maestros, tan solo otra muchacha más para mis amigos y solo otra chica en este mundo, pero tuve mucho más que demostrar, mucho más por lo que vivir.
Nunca supe cómo mirar el futuro, cómo estaría, qué haría y qué querría. La vida, una palabra sencilla pero importante, tenía un significado demasiado simple para mí, significado de tan solo vivir y hacer mis tareas. Y estas tareas que tenía eran las de una chica normal que asiste al colegio. Sin embargo, comprendo ahora que aquello fue parte de mí por mucho tiempo.
No fue sino hasta más tarde que, siendo juzgada y percibida mal, y prejuiciada de vez en cuando, comprendí. Fue de aquella manera, hasta el día en que la vida me llevó a darme cuenta que la mediocridad se percibía como mi estandarte, como mi virtud. Así fue como yo, por primera vez en mi vida, sentí que tenía algo que demostrar, mucho más que considerar mi virtud; mi meta sería aspirar a ser algo más que otra muchacha del montón. Tenía que luchar por mi existencia; esto sería lo que me mantendría viva. Con un poco de esperanza y un poco de fe en mí misma, decidí tomar mis riesgos.
Definitivamente, la vida no es fácil. ¿Quién dijo que las cosas serían fáciles? Nada de eso, son difíciles hasta que alguien las hace. Las complicaciones invadían mi infancia de toda simplicidad, pero aquello fue lo que me hizo arrancar e ir adelante. En el camino, en altos y bajos, unos cuantos obstáculos serían obvios. La vida no sería una buena experiencia sin tropiezos.
En media década, cada parte de mí ha cambiado. La verdad es que no lo consideraría un cambio, más bien que cada parte de mí se ha conectado ahora a mi verdadero yo. Mi verdadero yo, que tenía oportunidad de germinar en medio de este ambiente y ser alguien. Es más, hoy no diría que soy alguien a quienes otros admiran, pero lo que considero mi logro más grande es que he llegado a saber que, tengo capacidad ilimitada para desatar la verdadera virtud en mí, que es mucho más que la mediocridad.
En estos años he aprendido que para ser alguien no necesito que el resto de la masa me crea. Todo lo que necesito es saber que dentro de mí soy algo y que puedo ser alguien. Y la única clave para esto es el incansable esfuerzo y trabajo por mi parte. De sobra sabemos que la suerte le viene a aquellos que dan lo mejor de sí, así que el buen destino sigue a los que no miran atrás, sino al horizonte con sus pies en la tierra.

Unidos al fin

Las puertas de la sala de emergencias se abrieron de par en par. Una camilla conducida por enfermeros pasó rápidamente. Traían a un hombre de sesenta y cinco años de edad, víctima de un ataque cardíaco. Los médicos hicieron todo lo posible por salvarlo pero el hombre murió.
Treinta minutos más tarde, otro hombre, de sesenta y tres años de edad, entró al hospital, víctima también de un ataque cardíaco. Y este también murió.
Los llevaron, entonces, al depósito de cadáveres y los pusieron uno junto al otro.
¿Quiénes eran estos hombres? Eran Ron y Peter Surveille, hermanos que vivían en la misma ciudad, París, hermanos que habían estado enemistados durante cuarenta años. Y ahora, a la fuerza, estaban juntos, pero muertos los dos.
Estos hermanos se enemistaron por motivos personales. No se habían hablado en cuarenta años aunque vivían en la misma ciudad. Ahora estaban juntos en la morgue, hombro con hombro, pero ya era muy tarde para cualquier reconciliación. Cuando tuvieron tiempo de hacer las paces no lo hicieron. Y aunque ahora estaban juntos, estaban separados para siempre.
¿Cuánto tiempo vamos a esperar nosotros para reconciliarnos con nuestro hermano o nuestra hermana, con nuestro esposo o nuestra esposa, o con cualquiera con quien estamos enemistados? ¿Un día? ¿Un mes? ¿Un año? ¿O esperaremos hasta el día de la muerte, cuando la puerta se haya cerrado para siempre?

El Ferrocarril más alto del mundo - Reflexiones

La gente decía que no podía hacerse: construir un ferrocarril sobre el nivel del mar desde la costa del Océano Pacífico hasta la Cordillera de los Andes, el segundo sistema montañoso más alto del mundo después de la Cordillera del Himalaya.
Pero eso era precisamente, lo que Ernest Malinowski, un ingeniero nacido en Polonia quería hacer. En 1859, se propuso construir una línea de ferrocarril desde Callao, en la costa del Perú, hasta el interior del país, a una elevación máxima de casi seis mil metros.
Si se alcanzaba el éxito, sería el ferrocarril más alto del mundo.
Los Andes son unas montañas traicioneras. La altitud hace muy difícil el trabajo, y a esto se suman las bajas temperaturas, los glaciares y la actividad volcánica. Las montañas van desde el nivel del mar hasta unos cuantos miles de metros en una distancia muy corta.
Ascender a esas alturas en aquellas montañas dentadas, requeriría toboganes, rutas en forma de zigzag y numerosos puentes y túneles. Es difícil imaginar cómo pudo hacerse este trabajo con un equipo de construcción relativamente primitivo, a grandes alturas y con un terreno montañoso lleno de obstáculos. Pero Malinowski y sus trabajadores triunfaron. Hay, en el trayecto, aproximadamente cien túneles y puentes, algunos de ellos verdaderas hazañas de ingeniería. 
Hoy en día, el ferrocarril es testimonio de la tenacidad de los hombres que lo construyeron. No importando lo que pudiera ocurrir en el proceso, Malinowski y su equipo nunca, nunca se dieron por vencidos.

Ellos me hicieron así

Esta frase la he escuchado y leído últimamente, y así responden algunas personas cuando se les pregunta la causa de su comportamiento, o cuando buscan dar una explicación a lo que hacen. ¿Por qué dejaron de ser, de creer y de hacer ciertas cosas? Y la respuesta es: porque “así me hizo la vida” o “quienes me lastimaron me hicieron así”.

Es cierto que cuando alguien es lastimado, herido o engañado, tiene un cierto sentimiento de desconfianza, de rechazo o de dolor, que le hace pensar que después de lo vivido no volverá a ser como antes. Pero hay dos cosas muy importantes que quedan en el olvido: “No todas las personas son iguales” y “lo que hacen los demás no determina lo que eres”.
ellos me hicieron asiNo puedes pensar que porque alguien te hizo daño todos te lo harán. La importancia de las cosas que vivimos, no debe determinarse por lo que nos pase o lo que nos hagan, sino por cómo reaccionemos ante ellas; lamentablemente, todos estamos expuestos a que alguien nos lastime por el simple hecho de pensar y sentir diferente, pero guardar temores en tu vida a causa de situaciones pasadas, solo hace que tú mismo renuncies a nuevas oportunidades.

El temor que sientes a volver a ser como antes, a confiar de nuevo, son secuelas que deja el dolor, pequeños sentimientos guardados que te hacen dudar de todo, de todos y hasta de ti mismo. 
A veces puedes creer que ya has perdonado, cuando en realidad solo has tratado de esconder tus sentimientos. Puedes pensar que no es posible olvidarse por completo de todo, pero recordar las cosas con dolor es una evidencia de la falta de perdón o de un corazón que sigue herido, y eso para superarlo requiere de un verdadero esfuerzo por tu parte.

Entrevista a Dios


Un día comprendí que el silencio vale más que mil palabras. 
Un periodista le hizo una entrevista a Dios, y le preguntó:
¿Qué es lo que mas le sorprende de la humanidad? A lo que Dios respondió:
  • Que se aburren de ser niños y quieren crecer rápido, para después desear ser niños otra vez.
  • Que desperdician la salud para hacer dinero y luego invierten el dinero en recuperar la salud.
  • Que ansían el futuro y olvidan el presente y así no viven ni el presente ni el futuro.
  • Que viven como si nunca fuesen a morir y mueren como si nunca hubieran vivido.......
Quedé en silencio un rato y le dije: Padre, ¿cuáles son las lecciones de vida que quieres que tus hijos aprendamos? Y con una sonrisa respondió: ...
  • Que aprendan que no pueden hacer que nadie los ame sino dejarse amar.
  • Que lo más valioso en la vida no es lo que tenemos sino a quién tenemos.
  • Que una persona rica no es quien tiene más sino quien necesita menos, y que el dinero puede comprar todo menos la felicidad.
  • Que el físico atrae pero la personalidad enamora.
  • Que quien no valora lo que tiene, algún día se lamentará por haberlo perdido.
  • Si quieres ser feliz haz feliz a alguien,
  • Si quieres recibir, da un poco de ti, rodéate de buenas personas y sé una de ellas.
Recuerda:
  • A veces a quien menos esperas es quien te hará vivir las mejores experiencias.
  • Nunca arruines tu presente por un pasado que no tiene futuro.

Una persona fuerte sabe cómo mantener en orden su vida. Aun con lágrimas en los ojos, se las arregla para decir con una sonrisa, "estoy bien". 

martes, 29 de julio de 2014

Dios responde…

Isaías 65;24a "Antes de que me llamen responderé".
Esta historia fue escrita por un médico que trabajó en África.
Una noche trabajé duro para ayudar a una madre en el paritorio; pero a pesar de todo, ella murió, dejándonos con un diminuto bebé prematuro y una hija de dos años que lloraba. Como no teníamos incubadora, tuvimos dificultades para mantener al bebé vivo, y tampoco había alimentos especiales ni instalaciones adecuadas para almacenarlos.
Aunque vivíamos sobre la línea del ecuador, a menudo habían noches con traicioneras corrientes de aire frío.
munecaUna comadrona estudiante me alcanzó la caja que teníamos para esos bebés, me dio también algodón y una sábana limpia para envolver al bebé.
Otra fue a avivar el fuego y llenar una botella con agua caliente. Volvió de forma apresurada, para decirme que cuando inició el llenado de la botella, ésta había estallado. ¡Y era nuestra última botella!,exclamó.
Como en todas partes, no es bueno llorar a toro pasado, no sirve de nada, y en África Central tampoco es bueno llorar por la explosión de botellas. El problema estaba en que en esos lugares no hay farmacias en los caminos forestales.
Así que ordené que, con toda las seguridades del caso, pusiesen al bebé muy cerca del fuego, y que una enfermera dormiría entre el bebé y la puerta para mantenerlo libre de corrientes y mantener al bebé caliente.
Al mediodía siguiente, como lo hacía casi todos los días, fui a orar al templo con algunos de los niños del orfanato que decidieron reunirse conmigo. A los jóvenes allí presentes, les sugerí algunos nombres para que los consideraran en sus oraciones y les hablé de la bebé. Les expliqué nuestro problema de mantener al bebé caliente, mencionando la botella de agua caliente, y que el bebé podría morir muy fácilmente si tenía escalofríos. También les hablé de la hermanita de dos años, que lloraba porque su madre había muerto.
Durante el tiempo de oración, Ruth comenzó a clamar a DIOS para que protegiera a los niños africanos. Ella dijo: “Por favor, DIOS, envíanos una botella para meter agua caliente ya que el bebé la necesita urgentemente. El bebé puede morir Señor, así que por favor envíanos la botella esta misma tarde.” También añadió de forma audaz, que por favor enviara una muñeca para la niña de 2 años, “porque nosotros sabemos que Tú realmente nos amas”.
Una vez que terminó de orar pensé. “¿Honestamente puedo decir Amén?”, ya que no creía que DIOS pudiera hacerlo. Pero la Biblia dice que DIOS puede hacer todo, que para ÉL no hay límites. La única forma como DIOS podía contestar a esta oración, sería enviándonos lo solicitado. Hasta ese momento yo llevaba viviendo en África casi cuatro años y nunca, nunca, había recibido una encomienda de una petición dirigida por algún amigo o familiar.
De todos modos, viviendo sobre la línea ecuatorial donde hace mucho calor ¿a quién se le ocurriría enviar como una encomienda una botella para agua caliente?
A la mitad de la tarde, mientras estaba enseñando en la escuela de enfermeras, me avisaron que había un coche en la puerta de mi casa. En el momento que llegué a mi casa el coche ya se había ido, pero en la puerta había un paquete de unos 10 kilos. En ese momento sentí que se me escapaban las lágrimas. No podía abrir la encomienda sin la presencia de los niños del orfanato, especialmente con los que había orado.
Así que me dirigí a ese lugar, y todos juntos comenzamos a deshacer cuidadosamente cada nudo. Luego doblamos el papel que lo envolvía, teniendo mucho cuidado de no romperlo ya que nos podía servir. Todos estábamos muy emocionados. Unos treinta o cuarenta pares de ojitos se centraron en la caja de cartón grande.
Una vez que la abrí, comencé a sacar el contenido y lo primero fueron unas camisetas de colores muy vistosos. Luego unas vendas para los pacientes con lepra, y los niños comenzaron a aburrirse. A continuación sacamos una caja con pasas y unos dulces para el fin de semana.
Luego, cuando metí la mano otra vez, sentí algo duro… ¿Qué podría ser? Lo agarré y lo saqué. ¡ERA UNA BOLSA DE CAUCHO PARA AGUA CALIENTE! y de una marca nueva. Entonces lloré. Yo no pedí a DIOS que la enviara; realmente no creía que ÉL lo pudiera hacer.
Ruth, que estaba en la primera fila de los niños, se acercó llorando y dijo que, si DIOS había enviado la bolsa para agua caliente, ¡también debía haber enviado la muñeca para la niñita de 2 años!
HURGANDO HASTA EL FONDO DE LA CAJA, SACÓ UNA MUÑECA PEQUEÑA, ELEGANTEMENTE VESTIDA. SUS OJOS BRILLARON, ¡ELLA NUNCA HABÍA DUDADO!

¿Qué hacer en medio de la tormenta?

Problemas. Sí, problemas. Y bastantes. No los soportaba. Es más, por las tardes, cuando concluía su jornada laboral, se lo pensaba dos veces antes de encaminarse a su hogar. Predecía en su corazón, que sostendría una discusión, cualquiera que fuera, con su esposa, y las consecuencias generalmente eran muy desalentadoras: palabras soeces, insultos,... como solía expresarse su mujer cuando estaba "fuera de sus casillas".
¡Qué diferencia de las imágenes festivas y de rostros sonrientes que se tomaron de la ceremonia matrimonial! Todas las fotografías mostraban una faceta feliz del evento. Como si estuvieran posando para un comercial de televisión. Sin embargo, era real. En ese momento todo iba bien.
Meses después comenzó el calvario. Algo que jamás imaginó. Los enfrentamientos se producían por cualquier insignificancia. Era una mujer sumamente celosa, veía amantes hasta en las vecinas a las que saludaba. Un día, en que sonrió a una señora que le concedió su puesto en una fila, su esposa la ofendió. Y después, delante de todos, lo trató a él de descarado por relacionarse públicamente con "sus enamoradas."
El sacerdote le recomendó tener paciencia. Le sugirió incluso que entregara el sufrimiento a uno de los millares de santos del catolicismo. Incluso la vecina de enfrente le habló sobre pócimas mágicas, que desalentarían a su esposa de cualquier discusión.
Solamente un pastor evangélico, a quien consultó al respecto, le sugirió ir a Jesucristo en oración. “Es la solución a las situaciones de crisis, porque Él calma la tempestad", le dijo. 
"Permítale a Dios que tome el control".

El arte de la comunicación

En las relaciones sociales la comunicación es primordial, incluso hasta es considerada un “arte” por algunos medios. Se dice que las mujeres hablan mucho, son muy comunicativas, pero no necesariamente lo hacen con verdadero “arte”. La verdad es que no se debe generalizar ningún concepto en ninguna circunstancia. Puede decirse que la mayoría de un grupo social es de tal o cual manera, pero por respeto a la minoría restante, no se debe universalizar esa opinión. Así es que en este caso, lo dejaremos en que la mayoría de las mujeres hablan mucho, aunque no todas para no incomodar a nadie.
Si consideras que estás entre aquellas mujeres pertenecientes a la mayoría, es decir, eres muy comunicativa, pero así mismo, te consideras sincera, no hay nada malo en ello, siempre y cuando esa sinceridad no raye en la imprudencia. Porque una virtud puede convertirse en defecto si traspasamos los límites. Hay mujeres que declaran ser muy francas y dicen las cosas como son, “sin pelos en la lengua”. Es bueno hablar de frente y decir la verdad, pero sin olvidar ser prudentes, lo que no quiere decir que seamos hipócritas. Somos prudentes cuando al decir una verdad, procuramos no herir a otros, buscando las palabras adecuadas y no lo primero que se nos venga a la mente. La hipocresía en cambio, es no decir la verdad acerca de lo que sentimos, es fingir delante de los demás. En consecuencia, la prudencia y la hipocresía son dos conceptos muy distintos.
La prudencia va ligada a la sabiduría, y quien hace uso de estas dos virtudes verá el éxito. “Con sabiduría se edificará la casa, y con prudencia se afirmará” (Proverbios 24:3 RV). Dios le dio sabiduría a Salomón, pero sin olvidar la prudencia. “Y Dios dio a Salomón sabiduría y prudencia muy grandes, y anchura de corazón como la arena que está a la orilla del mar. (1 Reyes 4:29 RV)

Haciendo todo con fe - Reflexiones

El gran reformador protestante Martín Lutero, escribió una vez acerca del papel del padre y esposo.
"Viene la mujer de la calle, reflexiona en la vida que tiene de casada, levanta la cabeza y dice: ¿Por qué debo mecer al bebé, lavar sus pañales, cambiar su cama, sentir su erupción, cuidar de esto y de lo otro, hacer una cosa... y otra?  Es mejor permanecer sin casarse y vivir una vida tranquila y despreocupada. Podría convertirme en sacerdote o monja y decirles a mis hijos que hicieran lo mismo".
Sin embargo, ¿qué dice de esto la fe cristiana?
Los padres abren sus ojos, consideran estas modestas, poco agradables y menospreciadas cosas, y comprenden que están adornadas con la aprobación divina, como con el oro y la plata más preciosos. Dios, junto con sus ángeles y criaturas, sonreirá… no porque los pañales hayan sido lavados, sino porque se hizo con fe.
Incluso las tareas más mundanas pueden llegar a ser un acto de adoración… un acto de servicio ofrecido no a otros sino a Dios mismo.
Mientras ayuda a su esposa e hijos con la más sencilla de las faenas, imagine que está desempeñando esta tarea para el beneficio del Señor.
El tipo de hombre que piensa que ayudar a lavar los platos es una tarea sin valor, por debajo de él mismo, también pensará que ayudar con el bebé está por debajo de él y no será un padre exitoso.
Mateo 20:26
El que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor.

¡Gracias por mi enemigo!

Te doy gracias por mi enemigo.
“Después de esto se turbó el corazón de David, porque había cortado la orilla del manto de Saúl”. 1 Samuel 24:5
Si hay alguien empeñado en buscar tu mal y en desacreditarte, tienes una bendición muy grande. Eso no le sucede a cualquiera. Tu enemigo y tú han sido escogidos por Dios, y detrás de tu enemigo está la mano de Dios.
En realidad, la rivalidad que surgió de Saúl contra David fue lo mejor que le pudo pasar a David. Dios le hizo un favor a David: usó a Saúl para mantener a David huyendo por los agrestes montes, donde aprendió a ser sensible a la voz del Espíritu Santo 1 Samuel 24:5, y donde aprendió acerca del perdón total. Saúl fue el pasaporte para un mayor acercamiento de David a Dios.
Cuando alguien decide perdonar completamente a su enemigo, se cruza la barrera de lo natural a lo sobrenatural. Tal vez tú, como todos, quisieras tener todos los dones del Espíritu Santo, ya que aparte del don de la sanidad, de la intercesión y de la paciencia, el don que más debemos pretender es el del perdón.
Todos los dones son sobrenaturales, lo cual quiere decir que están fuera de lo normal. En realidad, no hay ninguna explicación natural para lo milagroso, de ahí los milagros. Por ello, cuando damos nuestro perdón a alguien obramos un milagro. Cuando perdonamos totalmente, alcanzamos el nivel más alto en términos de espiritualidad.

lunes, 28 de julio de 2014

Nick Vujicic – Nacido con un propósito

A Nick Vujicic no le importaba no tener brazos ni piernas hasta que comenzó a pensar en su futuro. Cuando tenía diez años de edad, decidió que no podía seguir siendo una carga para su familia, por lo que trató de ahogarse en la bañera.
Rodeado de una familia cristiana que lo apoyaba y amaba incondicionalmente, Vujicic había sido un niño seguro de sí mismo, que siempre había encontrado la manera de arreglárselas sin sus extremidades. Pero cuando comenzó a compararse con otros niños y a pensar en la vida de limitaciones que tenía por delante, nuevos pensamientos inquietaron su corazón. ¿Cómo voy a tener una vida normal, un empleo, una esposa y unos hijos? Si Dios realmente me ama, ¿por qué no me dio brazos y piernas? Si no hay un propósito para mí en esta vida, y estoy aquí solo para experimentar rechazo y soledad, tal vez deba terminar con ella ahora mismo, pensó.
Hoy, el evangelista australiano, de 30 años de edad, se asombra al pensar que una vez creyera que su vida no tenía ningún propósito. Desde entonces, se graduó en la universidad, creó su propia compañía, se casó y pronto se convertirá en padre. Y además, ha predicado el evangelio y compartido el mensaje de esperanza a millones de personas.
Sin embargo, cuando era adolescente, Vujicic no podía imaginar un buen futuro si Dios no cambiaba drásticamente su situación. Cada noche oraba pidiendo que al despertar, le hubiera nacido una extremidad en su cuerpo. Pensaba que, Dios le había hecho de esa manera con el fin de llevar a cabo un milagro trascendental. Él recuerda que oraba fervientemente, diciendo, “¡Si me das brazos y piernas, daré la vuelta al mundo para hablar del milagro de la vida y demostrar a la gente tu poder y tu amor!”
Pero parecía que Dios no iba a responder a su oración, y el muchacho perdía la esperanza de que su vida fuera a cambiar.
Una esperanza y un futuro
Vujicic, poco a poco, llegó a reconocer que Dios realmente lo había destinado para darle a él y a la gente “un futuro y una esperanza” (Jeremías 29.11 NVI), y entregó su vida a Cristo a los 15 años, después de leer la historia de un hombre que había nacido ciego (Juan 9.1-38). Vujicic comprendió que inicialmente, había pensado igual que los discípulos de Jesús, en cuanto al hombre ciego ­que Dios había permitido que naciera así, supuestamente, porque él o sus padres habían hecho algo malo.
Cuando Vujicic leyó las palabras de Jesús: “No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él” (Juan 9.3), le impactaron como una gran revelación. “Por primera vez me di cuenta de que el hecho de que no pudiera entender por qué no tenía extremidades, no significaba que mi Creador me hubiera abandonado. No había sido sanado, pero su propósito para mi vida sería revelado con el tiempo. No tenía manera de saber cómo mi condición me ayudaría a ofrecer un mensaje de esperanza en tantas naciones y a personas tan diferentes”.
Sin embargo, hay algunos que creen todavía que ese milagro que le pedía a Dios siendo un niño, sería la forma suprema de cómo Dios se glorificaría a sí mismo. “Se acercan para decirme: Dios dice que vas a tener brazos y piernas, afirma Vujicic. “Pero, ¿qué hubiera pasado de haber estado esperando que eso sucediera? ¿Si eso se hubiera convertido en el principal motivo de mi relación con Dios? ¿Si mi esperanza y mi gozo hubieran dependido de un cambio en mi situación? Eso no hubiera sido muy prudente. ¿Tengo un par de zapatos en mi armario? Por supuesto que sí. Pero ese no es mi enfoque. Mi enfoque es Jesús. A menudo digo a la gente que si Dios no les da el “milagro” que desean, deben convertirse en un milagro para los demás. Cuando una persona sirve a alguien, su corazón también se sana”.

¿Qué voz escuchas?

Todos los días escuchamos voces a nuestro alrededor, gritos de una sociedad que busca influenciarnos a toda costa. Personas que tratan de limitar nuestra libertad para que nos sujetemos a costumbres y creencias contrarias a Dios. Voces que sin pedir permiso, entran a nuestro interior y pretenden engañarnos. Voces que nos atrapan y de las cuales es difícil escapar. Todo sucede tan rápido que no nos damos cuenta.
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Vamos al cine y aparecen escenas en donde se acepta el sexo antes del matrimonio, o vemos soberbia y violencia, entre otras cosas. Y después llegamos a casa, vemos la televisión y escuchamos noticias sobre secuestros, muertes, etc. En seguida vienen a nuestra mente los recuerdos de aquellas palabras, que en algún momento dañaron nuestro corazón, como un padre que solo decía palabras destructivas, un maestro que nos dijo que no somos lo suficientemente competentes para acabar nuestros estudios, un líder que nos menospreció y nos dijo que no podía confiar en nosotros, un esposo (a) que nos ofende; todas esas voces se hacen presentes y nuestra mente se enreda. Sin embargo, en medio de toda esa confusión, la voz de Dios nos está llamando continuamente, sin que algunas veces la podamos escuchar.

¿De qué manera debemos estar alerta?
  • Someter los pensamientos a la verdad de Cristo (2da. Corintios 10:5) y portar el yelmo o casco de la salvación como parte de nuestra armadura (Efesios 6:17).
  • No dejarnos influenciar por todo lo que escuchamos y renovar nuestra mente a través de la palabra de Dios (Romanos 12:2).
  • Estar en continua comunicación con Dios para evitar caer en la tentación (Mateo 26:41).
¿Cómo podremos reconocer la voz de Dios con tanto ruido?
  • Debemos escuchar atentamente la voz de Dios (Deuteronomio 28:1) a través de la revelación de su palabra u oración.
  • Debemos pasar diariamente tiempo con Él (Juan 10:27).

Vale la Pena Pensar - Reflexiones

De vez en cuando es bueno pararse y pensar. Y vale la pena pensar en cosas como estas:
"A largo plazo, vamos forjando nuestras vidas y nos damos forma a nosotros mismos. El proceso nunca acaba hasta que morimos. Y las elecciones que hacemos dependen, en última instancia, de nuestra responsabilidad."
"Si le permitimos al temor a la pobreza gobernar nuestras vidas, nuestra recompensa será lo que tengamos, pero no viviremos."
"Uno no solo es responsable de su vida, sino que al hacer nuestro mejor esfuerzo, este momento, nos coloca en el mejor lugar para el siguiente".
"Los diamantes no son más que trozos de carbón que se aferraron a su trabajo".
"Aprendamos a disfrutar cada minuto de nuestras vidas; seamos felices ahora. No esperemos que algo externo a nosotros nos haga felices en el futuro. Pensemos en lo verdaderamente precioso que es el tiempo que tenemos para invertir, ya sea en el trabajo o con la familia. Cada minuto debe ser disfrutado y saboreado." 
La acción es una gran restauradora y creadora de confianza. La inacción no solo es el resultado sino la causa del temor. Tal vez la acción que tomemos resulte exitosa; o tal vez deberá ser seguida por ajustes o por una acción distinta. Pero cualquier acción es mejor que ninguna acción. Es realmente divertido hacer lo imposible. 
Cuidemos nuestros pensamientos; se convierten en palabras. Cuidemos nuestras palabras; se tornan acciones. Cuidemos nuestras acciones; se tornan hábitos. Cuidemos nuestros hábitos; forman nuestro carácter. Cuidemos nuestro carácter: viene a ser nuestro destino. 
Seremos tan pequeños como nuestro deseo de controlar; tan grandes como nuestra aspiración dominante. 
Echar la culpa a otros es una pérdida de tiempo. No importa cuántos fallos hallemos en otros y cuánto los culpemos, eso no nos va a cambiar. Lo único que hace echar la culpa a otros, es quitar el enfoque de nosotros mismos al buscar razones externas para explicar nuestra infelicidad o frustración. Podremos tener éxito en hacer a otros sentirse culpables de algo al echarles la culpa, pero no lo tendremos en cambiar lo que a nosotros mismos nos hace infelices.

Prueba de Amor

Un hombre trabajaba como operador de un puente por donde pasaban los trenes y tenía un hijo a quien amaba mucho. Al niño le encantaba observar cada tren y percibir los rostros de los pasajeros, y a muy pocos se los veía felices o disfrutando de su viaje, la mayoría reflejaba en sus rostros, tristeza, preocupación, enojo y soledad.
Un día se produjo un fallo técnico en la cabina, lo que llevó al operario a tomar una difícil decisión: permitir que todos los pasajeros murieran o empujar la palanca y dejar que su único hijo fuera aplastado por el puente, porque el niño, al darse cuenta de lo ocurrido, quiso impedir que hubiera un accidente y se fue a uno de los rieles para mover otra de las palancas, que se encontraba en el interior de la caseta, pero lamentablemente, cayó dentro de ella y no hubo tiempo para rescatarlo porque el tren venía a gran velocidad.
La salvación de todas aquellas personas requirió el sacrificio de ese padre y de ese niño. De la misma manera, Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él crea, no se pierda, mas tenga vida eterna. Juan 3:16

Libres del pecado

Sin Cristo, éramos esclavos del pecado, esclavos de los malos impulsos de nuestra caída naturaleza humana. Vivíamos egoístamente, complaciéndonos a nosotros mismos, en lugar de vivir para la gloria de Dios. El resultado inevitable de esta esclavitud espiritual es la muerte, porque la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23).
Pero, Jesús vino “a pregonar libertad a los cautivos (...) a poner en libertad a los oprimidos” (Lucas 4:18). No cautivos literales, sino prisioneros espirituales de Satanás (Marcos 5:1-20; Lucas 8:1, 2). Jesús no libró a Juan el Bautista de la prisión de Herodes, pero sí vino a librar a los que estaban esclavizados por vidas pecaminosas, quitándoles la pesada carga de culpabilidad y condenación eterna.
De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. Juan 8:34 al 36
El uso de la palabra verdaderamente (verso 36) muestra que existe una libertad falsa, que en realidad aprisiona a los seres humanos con la desobediencia a Dios. Los oyentes de Jesús confiaban en que, siendo descendientes de Abraham, ya tenían la base de su esperanza de libertad. Y nosotros corremos un riesgo similar. El enemigo quiere que, para nuestra salvación, confiemos en cualquier cosa (tal como nuestro conocimiento doctrinal, nuestra piedad personal o nuestro servicio a Dios) menos en Cristo. Pero, ninguna de estas cosas, por importante que sea, tiene el poder de librarnos del pecado y su condenación. El único Liberador verdadero es el Hijo, que nunca fue esclavo del pecado.

domingo, 27 de julio de 2014

Nos comeremos nuestras palabras

“¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!, más que la miel a mi boca. Salmo 119:103
Había una vez un hombre que calumnió gravemente a un amigo suyo, por la envidia que tuvo al ver el éxito que había alcanzado.
Tiempo después, se arrepintió de la ruina que trajo con sus calumnias a ese amigo, y visitó a un hombre muy sabio a quien le dijo: “Quiero arreglar todo el mal que causé a mi amigo. ¿Cómo puedo hacerlo?” A lo que el hombre respondió: “Toma un saco lleno de plumas ligeras y pequeñas, y suelta una en cualquier sitio que vayas”.
El hombre, muy contento por aquello tan fácil, tomó el saco lleno de plumas y al cabo de un día las había soltado todas. Volvió donde el sabio y le dijo: “Ya he terminado”, a lo que el sabio contestó: “Esa es la parte más fácil. Ahora debes volver a llenar el saco con las mismas plumas que soltaste. Sal a la calle y búscalas”.
El hombre se sintió muy triste, pues sabía lo que eso significaba, y no pudo juntar casi ninguna. Al volver, el hombre sabio le dijo: “Así como no pudiste juntar de nuevo las plumas que volaron con el viento, así mismo el mal que hiciste voló de boca en boca y el daño ya está hecho. Lo único que puedes hacer es pedirle perdón a tu amigo, pues no hay forma de revertir lo que hiciste”.
Es probable que a usted le haya pasado algo similar en su vida; por lo general, abrimos la boca demasiado rápido para insultar y mostrar nuestro enojo, pero es penoso el trabajo de recoger lo que tiramos. 

¿Debe el cristiano ser tolerante con las creencias religiosas de otras personas?

En nuestra tolerancia, el relativismo moral es visto como una gran virtud. Cada filosofía, idea o sistema de fe tiene igual mérito, dicen los relativistas, y es merecedor de igual respeto. Y continúan, aquellos que están a favor de un sistema de fe sobre otro – o peor aún – que afirman tener un conocimiento absoluto de la verdad, son considerados como incultos, de estrecha mentalidad, inclusive como prejuiciados o intolerantes.
Desde luego, todas y cada una de las diferentes religiones se consideran poseedoras de la verdad, y el relativista está incapacitado para reconciliar lógicamente las contradicciones radicales de ellas. Por ejemplo, la Biblia declara que “… está establecido para los hombres que mueran una sola vez…” (Hebreos 9:27), mientras que las religiones orientales enseñan la teoría de las reencarnaciones. Así que, ¿morimos solo una vez, o muchas veces? Ambas enseñanzas no pueden ser la verdad. El relativista esencialmente, redefine la verdad a fin de crear un mundo paradójico, inverosímil, donde las múltiples y contradictorias “verdades” pueden coexistir.

Pero Jesús dijo, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan 14:6). El cristiano ha aceptado la Verdad no solo como un concepto, sino como una persona de fe. Este conocimiento de la Verdad separa a los cristianos de los actualmente, calificados a sí mismos como “de mentalidad abierta.”

El cristiano ha reconocido públicamente, que Jesús resucitó de entre los muertos (Romanos 10:9-10). Si el cristiano cree realmente en la resurrección, ¿cómo puede ser “de mentalidad abierta” respecto a la aseveración de los incrédulos de que Jesús nunca resucitó? Para un cristiano, el negar la clara enseñanza de la Palabra de Dios lo convertiría en un traidor a Dios.

Lo descabellado de creer

La verdadera fe nos exige ir mucho más allá de lo lógico o racional, nos pide que pongamos nuestras fuerzas, concentración y corazón en algo que no vemos.
En Marcos 5:24-34 encontramos la historia de una mujer que sufría, durante doce años, de una hemorragia continua. La historia nos describe la terrible historia de esta mujer y podemos ver que la enfermedad la había dañado por completo.
Había visitado varios médicos y ninguno pudo ayudarla, había gastado todo y posiblemente tuviera deudas por ello. Era considerada impura, por lo que estaba destinada a vivir aislada porque no podía acercarse a los demás o tocar las mismas cosas que otros, y mucho menos entrar al templo por su condición. Su vida era una tortura. Había intentado todo, y en lugar de mejorar todo iba de mal en peor.
Pero un día escuchó que Jesús pasaba por ahí y se le ocurrió una idea descabellada: “Si tan sólo tocara su túnica, quedaré sana”. Con esa convicción decidió arriesgarlo todo, al fin y al cabo, pensaba, aunque alguien me reconociera entre esa multitud y me recriminaran, ¿qué más da?... Ya no tenía nada que perder.
Quizá tu vida es tan caótica como la de esta mujer, la enfermedad, las deudas, problemas familiares, laborales, sentimentales o de cualquier otra índole han invadido tu vida y todo carece de sentido. Todo lo que estaba a tu alcance lo has hecho pero no ha mejorado nada y, todo lo contrario, cada día te sientes más débil y estás perdiendo las esperanzas.
Es hora de poner tu fe en acción. ¿Qué tienes que perder? Entrégale tu problema a Dios, pero con la certeza de que Él puede cambiar el rumbo de las cosas y que, lo que ahora te está destruyendo puede obrar a tu favor.
Posiblemente este sea el paso más grande que tengas que dar porque humanamente, dejar de luchar con nuestras fuerzas es difícil. Es descabellado pensar en rendirnos y dejar que Dios pelee nuestras batallas, pero al igual que la mujer con flujo de sangre, es tu única oportunidad, ya has hecho todo y nada ha funcionado.

Una respuesta diferente

Seguramente, hemos escuchado muchas veces acerca de las grandes historias de la Biblia, historias que relatan cómo Dios hizo grandes milagros, sanidades y cosas sobrenaturales en muchas personas y de maneras distintas, pero en ninguna obró de la misma forma, cada historia tuvo un milagro hecho de modo distinto. 
Incluso en estos tiempos, caso de ser posible, puede que supieras o fueras testigo de cómo Dios suplió distintas necesidades, usando medios sorprendentes para hacer su milagro y responder a cada oración.
Pero hoy, tu fe está menguando a causa de los problemas que estás atravesando; recuerdas cómo respondió Dios a las oraciones de otros pero a las tuyas aún no. Esos momentos son los que el enemigo aprovecha para poner en tu mente que Dios se olvidó de ti, o que está molesto contigo y no te ayudará.
Pero el amor de Dios es tan grande, que a pesar de que nosotros pecamos, nos alejamos y dudamos de Él, nos ama y tiene un plan único para ayudarnos a cada uno.
Dios actúa de formas y en tiempos distintos; cada uno de nosotros tenemos diferentes problemas, diferentes formas de ver la vida y, así también, Dios tiene un camino exclusivo para cada uno de sus hijos.

Sí, para siempre

El domingo conversaba con un joven que conozco desde niño. Más pequeño que yo, por lo que debo inclinarme para saludarle, de hecho, aún no cumple ni los 18 años de edad. Quiere ser psicólogo como yo y cuando abre su boca brota de él algo distinto, algo que no es comparable a lo que a otro joven como él, le podría parecer divertido o atractivo.

si para siempreMe alegra el corazón escuchar hablar a este joven. Tiempo atrás parecía ser que nada le interesaba mucho, se le veía serio, en silencio, hablaba poco. Ahora es un joven que conversa con otros, que mira a los ojos y que vive la vida intensamente. ¿Qué pasó que lo hizo cambiar tanto? ¿Habrá tenido una experiencia dolorosa que lo invitó a cambiar y aprovechar el tiempo al máximo? ¿Habrá tenido que superar algo muy difícil que le dio fuerza y carácter? Puede ser, pero no debe ser la única razón. Seguro que conoció y entendió quién es Jesús. Él siempre supo de Jesús, pero no lo había conocido y entendido hasta ahora.

Cuando somos capaces de tener un encuentro muy profundo con Cristo, nuestra vida deja de ser la misma, porque entra en escena alguien que no puede ocupar otro papel que no sea el estelar. Es irreemplazable lo que hace, insustituible.

sábado, 26 de julio de 2014

El corazón de un orgulloso

En el libro “El corazón de un artista” hay un testimonio impactante de la vida de Rita, una muchacha que canta profesionalmente y tiene una hermosa voz, que fue contratada muchas veces por canales de televisión y radios para grabar espacios publicitarios. 
Un día, Rita decidió que quería desarrollar su talento ingresando al coro de su iglesia. Cuando el director se enteró, se emocionó muchísimo por tenerla en sus filas. ¡Ummm!, tener a alguien de tan alto calibre cantando en la iglesia, verdaderamente sería un gran triunfo personal.
Muchos de los vocalistas la recibieron con alegría, pero otros se sintieron amenazados por tan melodiosa voz, pues varios de ellos sentían que ya no tendrían muchas oportunidades de cantar; sin embargo, le dieron la bienvenida.
Pasó el tiempo, Rita se dio cuenta de que ella tenía la mejor voz comparada con los demás, y pronto llegó a ser la solista más destacada de la iglesia. Lamentablemente, también comenzó a oscurecerse; cada vez que ella cantaba la gente se daba cuenta que era muy arrogante y orgullosa, pues no lo hacía para Dios sino para brillar ella misma.
El pastor de la iglesia habló con ella varias veces acerca de servir en otras áreas más pequeñas, pero ella nunca quiso participar pues para ella eran... insignificantes. Inclusive cuando veía poca gente no cantaba y se retiraba sin dar explicaciones.

¿Y si me dicen que no?

La duda y el sentimiento de temor nos rodean a todos, cuando de tomar decisiones y esperar respuestas se trata. Somos tan elucubradores y nos preocupamos tanto por lo que sucederá, que vienen a nuestra mente toda clase de dudas y suposiciones basadas en el temor que, en la mayoría de las ocasiones, nos quitan el sueño y la tranquilidad.
Una de las cosas en las que más pensamos es en lo que puede pasar si la respuesta es un “no”, o si el resultado de lo que queremos conseguir es “negativo”, pero no debemos dudar, no podemos conocer nuestra capacidad si no la ponemos a prueba, no podemos obtener un resultado sin antes haber hecho lo que corresponde. A veces es necesario considerar el riesgo y actuar para obtener una respuesta o solución.
En ocasiones tenemos tanto miedo a un “no” como respuesta, que creemos que el mundo se nos acaba porque alguien nos diga que no. Porque es difícil considerar una respuesta negativa a algo que estamos deseando o esperando tanto, que llegamos a olvidar que, a pesar de lo que digan o suceda, Dios sigue teniendo el control absoluto de todas las cosas.
Si estás a la espera de una noticia o respuesta, aún estás a tiempo, te queda la opción más importante, te queda "la respuesta de Dios”, la que cambia todo el panorama. Aunque recibas o puedas recibir el “no” que tanto temes, no te preocupes por lo que digan las demás personas o las circunstancias, tú ocúpate de esperar lo que Dios tiene que decirte.