domingo, 27 de julio de 2014

¿Debe el cristiano ser tolerante con las creencias religiosas de otras personas?

En nuestra tolerancia, el relativismo moral es visto como una gran virtud. Cada filosofía, idea o sistema de fe tiene igual mérito, dicen los relativistas, y es merecedor de igual respeto. Y continúan, aquellos que están a favor de un sistema de fe sobre otro – o peor aún – que afirman tener un conocimiento absoluto de la verdad, son considerados como incultos, de estrecha mentalidad, inclusive como prejuiciados o intolerantes.
Desde luego, todas y cada una de las diferentes religiones se consideran poseedoras de la verdad, y el relativista está incapacitado para reconciliar lógicamente las contradicciones radicales de ellas. Por ejemplo, la Biblia declara que “… está establecido para los hombres que mueran una sola vez…” (Hebreos 9:27), mientras que las religiones orientales enseñan la teoría de las reencarnaciones. Así que, ¿morimos solo una vez, o muchas veces? Ambas enseñanzas no pueden ser la verdad. El relativista esencialmente, redefine la verdad a fin de crear un mundo paradójico, inverosímil, donde las múltiples y contradictorias “verdades” pueden coexistir.

Pero Jesús dijo, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan 14:6). El cristiano ha aceptado la Verdad no solo como un concepto, sino como una persona de fe. Este conocimiento de la Verdad separa a los cristianos de los actualmente, calificados a sí mismos como “de mentalidad abierta.”

El cristiano ha reconocido públicamente, que Jesús resucitó de entre los muertos (Romanos 10:9-10). Si el cristiano cree realmente en la resurrección, ¿cómo puede ser “de mentalidad abierta” respecto a la aseveración de los incrédulos de que Jesús nunca resucitó? Para un cristiano, el negar la clara enseñanza de la Palabra de Dios lo convertiría en un traidor a Dios.


Hasta aquí, hemos citado algunos fundamentos de nuestra fe. Algunas cosas (como la resurrección corporal de Cristo), no están sujetas a ninguna negociación. Otras sí pueden estar abiertas a debate; tales como, quién escribió el libro de Hebreos, la naturaleza del “aguijón en la carne” de Pablo, o el número de elefantes que pueden pasar por la cabeza de una aguja. Pero debemos evitar involucrarnos en discusiones sobre asuntos secundarios, en discusiones bizantinas (2 Timoteo 2:23Tito 3:9).

Y aunque se discuta o se dialogue sobre doctrinas prominentes, un cristiano debe ejercitar el dominio propio y mostrarse respetuoso. Una cosa es no estar de acuerdo con una postura, y otra muy diferente menospreciar a una persona. Debemos mantenernos firmes en la Verdad, y al mismo tiempo mostrar compasión hacia aquellos que la ponen en duda. Como Jesús, debemos estar llenos de gracia y de verdad (Juan 1:14).
Pedro nos muestra un buen balance entre tener la respuesta verdadera y tener humildad. “…estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros.” (1 Pedro 3:15).



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