EE.UU.- El pastor y estudioso del Nuevo Testamento Jeremiah Johnston pasó seis años recopilando datos para escribir el libro “Un answered” (Sin Respuesta). El objetivo era analizar los problemas que parecen olvidados por muchas iglesias hoy en día.
Él afirma que Dios sigue manifestándose claramente a través de los milagros. Uno de los enfoques de la obra es relatar que Jesús se está manifestando de manera sobrenatural a los musulmanes en diferentes partes del mundo.
El autor admite que esto deja a “algunos creyentes incómodos”, pero es un tema que no tiene una respuesta fácil, de ahí el título.
Según Johnston, cuando la gente duda de estos informes, su respuesta es: “¿Ha leído el capítulo 9 del libro de los Hechos, recientemente? ¿Jesús, a quién se le apareció en la entrada a Damasco? A Saulo de Tarso.
El escritor explica que estas apariciones se llevan a cabo de diversas maneras sin que esto anule la veracidad de los hechos, pues es una decisión de Dios hacerlo.
“Mientras que muchos de los milagros de hoy en día no pueden ser exactamente igual o tener la misma apariencia a lo que sucedió, cuando Jesús caminaba como un hombre en la tierra, historias milagrosas de triunfo y perseverancia de los seguidores de Cristo están sucediendo como nunca antes, sobre todo en la iglesia perseguida”, afirma.
Apariciones en China
El pastor explica que a pesar de que los relatos son conocidos, no solo entre los musulmanes ocurre esto. Él ha oído diferentes historias de líderes de la iglesia perseguida. En un viaje a China se encontró con un líder local y se sorprendió. Este hombre es un líder de las misiones que posee más de 5.000 misioneros ligados a una red de iglesias dependientes y clandestinas.
Johnston recuerda lo que el misionero le dijo a él y a su esposa: “Jeremías y Audrey, todo lo que leemos en el libro de los Hechos está ocurriendo ahora en China. El Espíritu de Dios está obrando poderosamente. Todo lo que leemos en el libro de los Hechos, Dios lo está haciendo hoy en día”.
La mayoría de las iglesias cristianas chinas tienen que funcionar en la clandestinidad, por lo que se han vuelto subterráneas. Son objetivo constante de los agentes de la represión gubernamental. En varias regiones, el Partido Comunista de China trata de contener el crecimiento de la religión organizada.
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