El pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte. Por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores. Romanos 5:12 y 19.
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. Salmo 51:10.
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. Salmo 51:10.
La Biblia nos muestra qué es el mal. Lo denuncia mostrando su cara más desagradable, horrible, a fin de que le tengamos horror. Por ello la historia que describe de la humanidad es tan sombría y triste. Dios quiere, para nuestro bien, que tomemos conciencia de toda la miseria en la que hemos caído. Los relatos bíblicos, que bien es cierto, están escritos con sobriedad, nos muestran, al igual que la historia contemporánea, la maldad del corazón humano.
La Biblia nos muestra primeramente el origen del mal bajo la persona de un ser misterioso: Satanás. Luego nos dice que el Mal es un principio que se introdujo en el hombre cuando éste desobedeció por primera vez a Dios. Dicho principio se transmite de padre a hijo, porque, desde que Adán pecó, el mal forma parte de nuestra condición humana.
La Biblia nos muestra primeramente el origen del mal bajo la persona de un ser misterioso: Satanás. Luego nos dice que el Mal es un principio que se introdujo en el hombre cuando éste desobedeció por primera vez a Dios. Dicho principio se transmite de padre a hijo, porque, desde que Adán pecó, el mal forma parte de nuestra condición humana.
La Biblia llama a este principio de mal “el pecado”, y las acciones que produce son “los pecados”. Del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias (Mateo 15:19).
Pero felizmente, la Biblia no se detiene en esta constatación, sino que nos presenta a Jesucristo, quien solucionó la cuestión de los pecados mediante su sacrificio expiatorio, y ofrece un corazón nuevo y puro a todo el que cree en Él. ¿Ya lo has recibido?
Pero felizmente, la Biblia no se detiene en esta constatación, sino que nos presenta a Jesucristo, quien solucionó la cuestión de los pecados mediante su sacrificio expiatorio, y ofrece un corazón nuevo y puro a todo el que cree en Él. ¿Ya lo has recibido?
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