Un diario de Calcuta, India, relató la entrevista entre un pastor evangélico y un joven brahmán (sacerdote y doctor de la religión de Brahma). Durante la conversación, el joven dijo: Encuentro en el cristianismo muchas doctrinas que también están en el hinduismo. Sin embargo, ustedes tienen algo en su religión que nosotros no tenemos. -¿Y qué tenemos nosotros que no se encuentra en el hinduismo?, preguntó el pastor. La respuesta del brahmán fue conmovedora por su realismo: Un Salvador.
La mentalidad de nuestros días nos arrastra implacablemente en dirección al consumismo, especialmente en esta época. Pero tenemos que recordar siempre que la belleza de Cristo es la verdadera esencia de la Navidad. Él es el Dios eterno que trae gozo verdadero y vida eterna.
Pero ¿qué hacemos con una historia que, aunque resuena con ecos de un mundo lejano, repercute en la vida que conocemos y que anhelamos tener? El nacimiento de Jesús, la esperanza para el mundo, es el fiel reflejo del drama y la maravilla de tal historia.
Podemos quedar absortos ante los papeles decorados y los regalos que recibimos y damos, pero el Bebé envuelto en pañales sigue y seguirá siendo eternamente el mayor regalo.
Que podamos ver, amar y celebrar juntos:
Gloria al Príncipe de Paz,
Dios en Cristo revelado, vida y luz trae al mundo.
Nace para que nazcamos de nuevo, vive para que vivamos,
Rey, Profeta y Salvador,
¡Alaben todos al Señor!
Dios en Cristo revelado, vida y luz trae al mundo.
Nace para que nazcamos de nuevo, vive para que vivamos,
Rey, Profeta y Salvador,
¡Alaben todos al Señor!
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