jueves, 1 de agosto de 2019

Si nuestra salvación es eternamente segura, ¿por qué la Biblia advierte tan severamente contra la apostasía?

Resultado de imagen de Si nuestra salvación es eternamente segura, ¿por qué la Biblia advierte tan severamente contra la apostasía?La razón por la que la Biblia nos advierte tan severamente contra la apostasía, es porque la verdadera conversión se mide por la visibilidad del fruto. Cuando Juan el Bautista estaba bautizando a la gente en el río Jordán, les advirtió a aquellos que pensaban que eran justos, “Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento” (Mateo 3:7-8). Y Jesús advirtió a aquellos que lo estaban escuchando mientras predicaba el Sermón del Monte, que todo árbol es conocido por su fruto (Mateo 7:16), y que todo árbol que no produce buen fruto será cortado y echado en el fuego (Mateo 7:19). 

El propósito detrás de estas advertencias, es contrarrestar lo que algunas personas llamarían “creencia fácil”. En otras palabras, seguir a Jesús es más que decir que eres un cristiano. Cualquiera puede afirmar que Cristo es su Salvador, pero aquellos que realmente son salvos producen fruto visible. Ahora bien, uno puede preguntar, “¿Qué significa fruto?” El ejemplo más claro del fruto cristiano se encuentra en Gálatas 5:22-23, donde Pablo describe el fruto del Espíritu (Santo): amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Hay otros tipos de fruto cristiano (tales como la adoración, el ganar almas para Cristo), pero esta lista ya es un buen resumen de las actitudes cristianas. Los verdaderos creyentes manifestarán estas actitudes en sus vidas, cada vez más mientras progresan en su caminar cristiano (2 Pedro 1:5-8). 


Los verdaderos discípulos que dan fruto, son quienes tienen la garantía de la seguridad eterna, y quienes perseverarán hasta el fin. Hay muchas Escrituras que confirman esto. Romanos 8:29-30 delinea la “Cadena Dorada” de la salvación, al señalar que aquellos que fueron conocidos desde antes por Dios, fueron predestinados, llamados, justificados, y glorificados—no hay pérdida por el camino. Filipenses 1:6 nos dice que la obra que Dios comenzó en nosotros, Él también la terminará. Efesios 1:13-14 enseña que Dios nos ha sellado con el Espíritu Santo, como una garantía de nuestra herencia hasta que la poseamos. Juan 10:29 afirma que nadie puede arrebatar las ovejas de Dios de Su mano. Son muchas las Escrituras que dicen lo mismo: los verdaderos creyentes están asegurados eternamente en su salvación. 

Por otra parte, los pasajes que advierten contra la apostasía sirven para dos propósitos principales. Primero, exhortan a los verdaderos creyentes a asegurarse de su “llamado y elección”. Pablo nos dice en 2 Corintios 13:5 que nos examinemos a nosotros mismos para ver si estamos en la fe. Si los verdaderos creyentes son seguidores de Jesucristo que producen fruto, como tales debemos ser capaces de sentir la evidencia de la salvación. Los cristianos producen fruto en diferentes grados, según su nivel de obediencia y sus dones espirituales, pero todos los cristianos producen fruto; y debemos ver la evidencia de ello mediante un auto-examen. 

Ahora bien, hay períodos en la vida cristiana donde no hay frutos visibles. Estos serían períodos de sequía y nos encontramos muchas veces en un desierto donde Dios trata con nosotros. Cuando un verdadero cristiano se examina a sí mismo y ve que no hay fruto reciente, esto debe conducirlo a un serio retorno a Dios. 

En colores

Leer: Apocalipsis 4:1-6
La apariencia del que estaba sentado era semejante a una piedra de jaspe y de cornalina, y alrededor del trono había un arco iris semejante en su apariencia a la esmeralda. (verso 3).
Cuando Xavier McCoury se puso los anteojos EnChroma que su tía Celena le regaló cuando cumplió diez años, estalló en llanto. Al ser daltónico, solo podía ver el mundo en matices de gris, blanco y negro. Sin embargo, con sus nuevos anteojos, vio por primera vez en colores. Su euforia al ver la belleza que lo rodeaba, hizo que sus familiares sintieran que presenciaban un milagro.
Ver el colorido radiante de Dios también generó una intensa reacción en el apóstol Juan (Apocalipsis 1:17). Ante la gloria del Cristo resucitado, Juan describió «un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado. Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe y de cornalina; y había alrededor del trono un arco iris» (Apocalipsis 4:2-3).
Siglos antes, Ezequiel tuvo una visión similar: Sobre la bóveda que estaba sobre sus cabezas se veía la figura de un trono que parecía de piedra de zafiro, y sobre la figura del trono había una semejanza, como de un hombre sentado en él. 27 Y vi una apariencia como de bronce refulgente, como una apariencia de un fuego dentro de ella en derredor, desde la parte de sus caderas hacia arriba; y desde sus caderas hacia abajo, vi que parecía como fuego y que tenía un resplandor alrededor. (Ezequiel 1:26-27). Aquella magnífica figura estaba rodeada de un arcoíris radiante (verso 28).

Un día nos encontraremos cara a cara con el Cristo resucitado. Estas visiones nos ofrecen un pequeño atisbo de la magnificencia que nos aguarda. Mientras celebramos la belleza de la creación de Dios aquí y ahora, vivamos anticipando la gloria que aún nos será revelada.
¡Qué experiencia tan maravillosa, Señor, será verte cara a cara!
¿Cómo reaccionas ante el color y la belleza de la creación? ¿Cómo agradeces a Dios por su maravilloso regalo?

El fundamento del carácter cristiano

Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y se les presentó un ángel del Señor y la gloria del Señor los rodeó de resplandor, y tuvieron gran temor. 10 Pero el ángel les dijo:
Resultado de imagen de El fundamento del carácter cristiano—No temáis, porque yo os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: 11 que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor. 12 Esto os servirá de señal: hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Lucas 2:8-12
En el prólogo de la carta a los romanos, Pablo dice que el Evangelio es la fuerza de Dios para salvar al mundo, que en él cree. Esta palabra llega hasta nosotros mediante la revelación de Jesucristo que recibe Juan de manos de Dios Padre (Apocalipsis 1:1).
Juan ve una puerta que se abre en el cielo, de donde saldrá la revelación de Dios (Apocalipsis 5:7). Esta Palabra emitida por Dios Padre, y revelada por Dios Hijo, llega a ser audible por el Espíritu Santo (Juan 16:13). La Iglesia ha sido facultada por Dios para que sea portadora del Evangelio, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación (2 Corintios 5:19).

El cristiano

Cuando hablamos de carácter cristiano, nos referimos a la forma de pensar y actuar de una persona, y como ésta entiende el Evangelio de Jesucristo. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos Mateo 5:16. La falta de carácter cristiano nos está llevando a un cristianismo de adeptos a una religión, con muy poco fundamento evangélico.
Lucas nos muestra el panorama de un pueblo que había encuadrado a Dios en esquemas y moldes de pensamiento religioso, los cuales no le permitieron percibir y entender al enviado de Dios. En Apocalipsis, encontramos a una iglesia que ha dejado su primer amor, infiel al proyecto de Dios. Obra que está muerta, y por último vemos a Cristo Jesús tocando las puertas de la iglesia para que lo dejen entrar.
¿Y qué pasa con la iglesia de este tiempo? La biblia, la palabra de Dios, es como una ventana en la que podemos ver el pasado; pero también es un espejo para ver el presente. Retomemos algunos ejemplos:
I. MUCHOS SE PREGUNTAN ¿DÓNDE PODEMOS ENCONTRAR A DIOS?

A. No saben cómo relacionarse con Dios.

1. ¿Dónde está el problema? En la misión de la iglesia, que se ocupa más en obligaciones religiosas que en anunciar el evangelio de Jesucristo. Aquí existe el riesgo de que muchos nunca lleguen a vivir la experiencia cristiana. (Mateo 5:13)
2. Dios está en las cosas pequeñas. No hay por qué buscarlo en lo admirable y majestuoso, sino en lo ordinario, lo cotidiano y en lo pequeño. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre (Lucas 2:12). Dios pasó enfrente del pueblo y no lo conocieron por falta de fe y carácter (Isaías 1:3)
3. ¿Dónde puedo encontrar a Dios? Dios se nos puede ofrecer cuando quiera y como Él quiera; en un anciano despreciado que vive en soledad, o en las lágrimas de un niño indefenso que necesita de nuestra ayuda (Mateo 25:40,45).

B. Visitas no gratas: La religión incapacita para poder encontrar a Dios.

1. Pastores y magos son los que se interesan por Jesús. ¿Dónde estaban los representantes de la fe del pueblo?; “sacerdotes y escribas”, representantes de un pueblo que decía estar al servicio de Dios, pero no conocieron a Dios (Mateo 21:31); les faltó carácter en su fe, la actitud religiosa los desvió de la fe (Mateo 21:43).
2. Nazaret, de donde nadie espera que pueda salir algo bueno, pero de lo insignificante pueden venir grandes cosas. La religión había anunciado a un Dios que causaba temor, pero Lucas trata de cambiar ese concepto, (Lucas 1:28-30) alégrate, el Señor está contigo, no tengas miedo.
3. El pueblo esperaba un mesías majestuoso; pero Dios se despojó de su rango, para hacerse uno de nosotros (Filipenses 2:6-7). Por eso aun su propia familia lo consideró como loco (Marcos 3:21).

lunes, 29 de julio de 2019

¿La Gracia de Dios sana o salva?

En el mundo evangélico de nuestros días se oye mucho hablar de la sanidad del cuerpo. Incluso muchos predicadores hacen uso de la frase “en el nombre de Jesús”, para impresionar a otros con sus aparentes prodigios y milagros.
Viene a cuento la pregunta de si habrán estudiado algo sobre la Divina Soberanía de Dios, pues parecen querer mover el poder de Dios a sus propios caprichos y antojos.
¿Sana Dios a todos? ¿Siempre será la voluntad de Dios sanar nuestros cuerpos de muerte? ¿Es otorgada la sanidad a todos los cristianos?
No hay la menor duda de que Dios tiene todo el poder para sanar y puede hacerlo a quien quiere y cuando Él quiere hacerlo; sin embargo, tenemos que aprender a vivir con nuestras enfermedades y dolores, y en medio de todo dar gloria a Dios quien nos permite respirar y existir todavía.

La mujer con flujo de sangre
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Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva. (Mateo 9:20 y 21).
No sabemos la causa de la enfermedad de esta mujer, pero sí sabemos que sufría su pena y molestia en secreto. No se nos dice nada más, sino que se trataba de un "flujo de sangre", o sea de hemorragias, y que ya hacía doce años que padecía de estas. 
El evangelio de Marcos nos dice: y había sufrido mucho, había recurrido a los médicos y había gastado todo lo que tenía y nada le había aprovechado, antes le iba peor. (Marcos 5:26).
Después de muchos años así, hemos de suponer que su salud había decaído, y que se encontraba pálida y decaída. En cambio su fe era firme y enérgica, de tal manera que se había atrevido a mezclarse con la multitud para acercarse a Jesús en público; solo anhelaba tocar el borde del vestido del Señor.
Sabemos que como resultado de su acto de fe, la gracia de Dios fue derramada de una manera inmediata sobre ella, y Jesús le dijo:
Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora. (Mateo 9:22). 
La gracia de Dios en este caso, no solo sanó sino que también salvó. Jesús hace un milagro inmediatamente, le concede la sanidad de su cuerpo y le asegura la eterna salvación de su alma. ¿Qué valdrá más: ser sanado en este mundo temporal o ser salvado de la perdición eterna?

Noemí: De la Amargura a la Alegría

“Así regresó Noemí, y con ella su nuera Rut la moabita, quien quería acompañarla de todo corazón. Regresaron, pues, de la tierra de Moab al inicio de la cosecha de cebada”.
(Rut 1:22)
Noemí tenía el corazón triste; se sentía afligida y amargada. Había perdido a su esposo y luego a sus dos hijos. En compañía de su nuera Ruth regresó a Belén de Judá. La ciudad estaba regocijada en volverla a ver, sin embargo, Noemí les dijo: ¡No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque el Todopoderoso me ha llenado de amargura! Rut 1;20
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Ella se había ido llena y años más tarde, regresaba vacía, sentía que no tenía nada. Pensaba que Dios la había afligido y castigado. Sin embargo, a pesar de las cosas tristes y negativas que ocurrieron en la vida de Noemí, algo muy bueno iba a ocurrirle. Dios obró de una manera hermosa en la vida de Rut y Noemí. Rut en verdad amaba a su nuera y la obedecía en todo lo que ella le dijera.
Dios permitió que Rut conociera a Booz y que hallara gracia delante de sus ojos. Este hombre al principio se mostró solidario, compasivo y les brindó alimento. Luego, cuando Rut le pide a Booz que extendiera el borde de su capa sobre ella, por cuanto él era pariente cercano, él estuvo de acuerdo. Booz la redimió, se casó con Ruth y amparó a Noemí. 
«13 Booz, pues, tomó a Rut, y ella fue su mujer; y se llegó a ella, y Jehová le dio que concibiese y diese a luz un hijo. 14 Y las mujeres decían a Noemí: Loado sea Jehová, que hizo que no te faltase hoy pariente, cuyo nombre será celebrado en Israel; 15 el cual será restaurador de tu alma, y sustentará tu vejez; pues tu nuera, que te ama, lo ha dado a luz; y ella es de más valor para ti que siete hijos. 16 Y tomando Noemí el hijo, lo puso en su regazo, y fue su aya. 17 Y le dieron nombre las vecinas, diciendo: Le ha nacido un hijo a Noemí; y lo llamaron Obed. Este es padre de Isaí, padre de David. “Rut 4:13-17 (Reina-Valera 1960)
¡Qué lindo es nuestro Dios, que hace grandes maravillas! Permitió que Noemí pudiera sonreír en su vejez y que no estuviera amargada, y a Rut la premió por su fidelidad de tal modo que de su linaje vino nuestro querido Salvador Jesús.
Puede que tú sientas un dolor tan profundo que te parezca que ya jamás volverás a sonreír, que no hay posibilidades de que algo bueno te suceda. Pero en Cristo tú tienes un sinfín de esperanza, más que una esperanza sin fin.

Confía y espera en Dios, Él se encargará de obrar para que puedas volver a sonreír y gozarte de las obras que Él hace.

 

El Mesías Salvador

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna.”
Juan 3:16 Reina-Valera 1960.
El pueblo Judío le esperaba como el Mesías (significa ungido, debido a que a quienes iban a ser reyes de Israel se les vertía aceite). Quien de acuerdo a las profecías, libertaría a su pueblo y establecería el reino de DIOS. Cuando Jesucristo fue crucificado y el pueblo judío siguió bajo el yugo de los romanos, “el pueblo elegido de DIOS” dio por seguro que Él no era quien el Todopoderoso había enviado. No obstante, los planes del Altísimo iban más allá; por medio del sacrificio del Mesías, toda la humanidad puede ahora ser salva.
Jesus salvaToda la maldad, el pecado, y la enfermedad fueron sobre Jesucristo en la Cruz. Para que todo aquel que crea en Él sea libre de ello:
“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.” Isaías 53:4-5 Reina-Valera 1960.
El Mesías Salvador es el único que puede sacar de la oscuridad las almas y darles libertad. Solamente Él tiene el dominio y la potestad sobre la maldad. Sin importar cuál sea la cadena o pecado, su poder los quebranta. De igual manera, Jesucristo puede sanar a cualquier persona de sus enfermedades pues Él fue herido en la Cruz para sanarnos.
Todo lo que hay que hacer para recibir su salvación y sanidad es creer en Él y pedirle ayuda.

“Dios, reconozco que Jesús es tu Hijo, que pagó por mis pecados y el precio de mi plenitud. Perdona mis pecados. Líbrame de mis debilidades, enfermedades y cadenas. Lávame Señor Jesús con tu sangre, y déjame blanco como la nieve. Envíame a tu Espíritu Santo, oro esto en el nombre de Jesús, amén.”

viernes, 26 de julio de 2019

Dios al que ama disciplina

Hijo mío, no rechaces la disciplina del Señor ni aborrezcas su reprensión, porque el Señor a quien ama reprende, como un padre al hijo en quien se deleita. Proverbios 3:11-12
Amamos a nuestros hijos así como Dios nos ama… y por Su amor nos disciplina. No temamos disciplinar a nuestros hijos cuando empiezan a apartarse del camino de Dios. Porque sabemos que hay solo dos caminos y a dónde nos lleva cada uno. No nos justifiquemos con el que “todos lo hacen” para ser permisivos o tolerantes. Enseñemos a nuestros hijos a entrar por la puerta estrecha.
Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan. Mateo 7:13-14
Enseñemos a nuestros hijos a entrar por la puerta estrecha; la que lleva a la vida en abundancia.
Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Juan 10:9-10
La Palabra de Dios, Jesús… es la puerta por la que debemos enseñar a nuestros hijos a entrar. Solamente por esa puerta.
Y no le des entrada al ladrón, quien viene a robar tu gozo y paz, a matar tu relación con Dios, a destruir a tu familia. No le abras la puerta de tu casa.
No temamos disciplinar a nuestros hijos, es por su bien y es necesaria la disciplina. No seamos tolerantes ni permisivos cuando deciden “vivir” en pecado. Todos fallamos, caemos una y otra vez; y cuando nos arrepentimos y nos alejamos del pecado Dios misericordioso nos perdona.
Pero cuando hablamos de decidir “vivir” en pecado, Dios nos reprenderá porque nos ama; y si amamos a nuestros hijos no debemos temer disciplinarlos, aunque “corramos el riesgo” de que se vayan. Tarde o temprano regresarán, es la promesa que Dios nos ha dado a los que creemos en Su Hijo Jesús.
porque el Señor al que ama, disciplinay azota a todo el que recibe por hijo. Es para vuestra corrección que sufrís; Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo hay a quien su padre no discipline? Hebreos 12:6-7
Pero si estáis sin disciplina, de la cual todos han sido hechos participantes, entonces sois hijos ilegítimos y no hijos verdaderos. Además, tuvimos padres terrenales para disciplinarnos, y los respetábamos, ¿con cuánta más razón no estaremos sujetos al Padre de nuestros espíritus, y viviremos? Porque ellos nos disciplinaban por pocos días como les parecía, pero Él nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de su santidad. Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza; sin embargo, a los que han sido ejercitados por medio de ella, les da después fruto apacible de justicia. Por tanto, fortaleced las manos débiles y las rodillas que flaquean, y haced sendas derechas para vuestros pies, para que la pierna coja no se descoyunte, sino que se sane. Hebreos 12:8-12

No importa lo que perdí, ¡lo voy a recuperar!

“¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió hasta encontrarla?, o ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla?” Lucas 15; 4,8
Mujer, enciende la lámpara y empieza a buscar lo que se te perdió.
no importa lo que perdi
Cuando perdemos una cosa, el resto se desproporciona en nuestra vida, es como si se desbarajustase todo lo que tenemos. Cuando pierdes algo por descuido, lo que tienes que hacer es BUSCARLO, tienes que BUSCAR. Esa es la manera de restaurarlo, encontrar lo que perdiste. Por ejemplo, para volver a encontrarte con ese hijo que se perdió en la droga, lo primero que tienes que hacer es ir a la luz de Jesucristo, Él te lo devolverá, y tienes que buscarlo con la luz encendida. Las promesas de Dios son las que encienden tu mente para que no te rindas; son como una lámpara a tus pies que impiden que vuelvas a tropezar en la misma piedra; son como una lumbrera a tu diario caminar, que hace que te encuentres con gente que te ayudará y te bendecirá, gente ungida que te indicará cómo hallar la salida.
Tal vez perdiste tu fe porque la descuidaste, te dejaste llevar... en la fe, en la comunión, en las ganas de estar con el Señor. Y hasta que no prendas la luz y empieces a «barrer», hasta que no encuentres eso que perdiste, hasta que no te des cuenta en qué momento no le creíste más a Dios, en qué momento perdiste las ganas de congregarte; o por qué la relación con tus hijos es tan tensa, por qué se llevan mal, cuál fue la palabra o la situación que motivó la rencilla... Hasta que no encuentres el motivo, vas a seguir ansioso buscando respuestas en todas partes.
¿Cómo te das cuenta de que lo que perdiste era de gran valor?
Para darte cuenta, Dios te va a poner una familia para que veas que ellos tienen lo que tú perdiste: finanzas, dones que esas personas usaron para tener lo que tienen, gente más feliz, con mejor salud...; lo hará con la única intención de que abras tus ojos y veas que tú también lo puedes volver a tener.
La mujer dijo: “la voy a recuperar”. Se puso de pie y dijo: “si yo tenía diez voy a volver a tener esas diez”, no se conformó con lo que le quedaba.
¿Por qué diez monedas? Porque tenemos diez dedos. ¡Dios va a llenar nuestras manos de todo bien! Vamos a recuperar viajes perdidos, sueños perdidos, proyectos, etc.
Esta mujer no era teórica, era práctica. Por lo general vivimos explicando todo y no resolvemos nada. Pero hoy nos vamos a disponer a cambiar, vamos a empezar a resolver todo. La mujer cuando encontró la moneda hizo una fiesta, e invitó a las vecinas y a las amigas.
Las llamó para que festejasen con ella. Antes necesitaba que la ayudaran, ahora aprendió a resolver sola cualquier situación.

Condenado a muerte

Maximilien RobespierreMaximilien Robespierre, abogado y político francés, nació el 6 de mayo de 1758 en Arras, Francia. En los inicios de la Revolución Francesa, de la cual fue un prominente líder, sirvió en la Asamblea Nacional Constituyente, hasta hacerse con el gobierno. Desde la Asamblea encabezó una dura y cruel persecución contra los “enemigos de la revolución”, tanto extremistas como moderados, dando inicio a lo que se llamó Reinado del Terror. 
En cierta ocasión, en Julio de 1794, un anciano caminaba lentamente entre los presos que esperaban su ejecución, hasta que inesperadamente reconoció entre ellos a su hijo. Se puso a un lado para llorar desconsoladamente, evitando que éste se despertara, e ideó un plan para salvarlo de la muerte por guillotina. Como ambos tenían el mismo nombre, Jean Simón de Loiserolle, decidió ocupar su lugar. El hijo, aún dormido, no se percató de que los guardias acudieron a su padre para trasladarlo al lugar de su ejecución. El condenado debía pasar por una pequeña oficina para confirmar la identidad. —¿Jean Simón de Loiserolle, 37 años?, preguntó el funcionario. —Así es, yo soy el que usted indica, pero tengo 73 años, no 37, dijo. —Aquí dice 37 años; el que hizo esta nómina se equivocó, entonces son 73, lo voy a corregir. Esa fue la manera como un condenado fue salvado de morir, gracias a su padre.
Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. Colosenses 2: 13-15.
Al igual que Jean Simón hijo, el hombre y la mujer estaban encarcelados y condenados a muerte, en una prisión indecente de pecados y delitos. Pero compasivamente, Cristo Jesús se movía entre ellos, y cuando su nombre, el suyo estimado lector, fue pronunciado para ejecutar la condena por sus pecados, Jesús dijo: “Yo soy él”. Todo le era contrario, pues había un acta decretando la pena de muerte, pero Él ocupó su lugar en la cruz, de la cual no había escapatoria porque la paga del pecado es muerte, y bendito sea Dios por amarnos tanto.