“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna.”
Juan 3:16 Reina-Valera 1960.
El pueblo Judío le esperaba como el Mesías (significa ungido, debido a que a quienes iban a ser reyes de Israel se les vertía aceite). Quien de acuerdo a las profecías, libertaría a su pueblo y establecería el reino de DIOS. Cuando Jesucristo fue crucificado y el pueblo judío siguió bajo el yugo de los romanos, “el pueblo elegido de DIOS” dio por seguro que Él no era quien el Todopoderoso había enviado. No obstante, los planes del Altísimo iban más allá; por medio del sacrificio del Mesías, toda la humanidad puede ahora ser salva.
Toda la maldad, el pecado, y la enfermedad fueron sobre Jesucristo en la Cruz. Para que todo aquel que crea en Él sea libre de ello:
“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.” Isaías 53:4-5 Reina-Valera 1960.
“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.” Isaías 53:4-5 Reina-Valera 1960.
El Mesías Salvador es el único que puede sacar de la oscuridad las almas y darles libertad. Solamente Él tiene el dominio y la potestad sobre la maldad. Sin importar cuál sea la cadena o pecado, su poder los quebranta. De igual manera, Jesucristo puede sanar a cualquier persona de sus enfermedades pues Él fue herido en la Cruz para sanarnos.
Todo lo que hay que hacer para recibir su salvación y sanidad es creer en Él y pedirle ayuda.
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