miércoles, 22 de enero de 2020

El sentido de la vida

Lucas 1:57-80
Antes o después nuestro corazón se preguntará cuál es el sentido de la vida. En muchas ocasiones esta pregunta existencial es el precursor de una conversión a Dios, porque el alma entiende que nada de este mundo podrá llenar nunca su sed de Dios.
El nacimiento de Juan el Bautista nos ayuda a comprender el sentido de la vida en dos acepciones: Sentido entendido como “razón de ser” y Sentido entendido como “dirección”. Es decir: Cuando nos preguntamos por el sentido de la vida, en definitiva estamos buscando un “porqué” y un “hacia dónde”. Y la respuesta que demos a estas preguntas nos dará la certeza de que Dios es la garantía de nuestra vida y el sentido de nuestras alegrías, las satisfacciones. Pero también es el sentido de las pruebas, el dolor y las dificultades.

¿QUIÉN SERÁ ESTE NIÑO?

Resultado de imagen de El sentido de la vidaEl nacimiento de Juan el Bautista, el precursor y predicador de Cristo, estuvo rodeado de la intervención sobrenatural de Dios. Y todos los que lo conocían se alegraban y se maravillaban. Aunque el nacimiento de cada uno de nosotros no haya tenido aparentemente nada de extraordinario, siempre la vida de cada bebé que viene al mundo es un milagro en sí, una creación de Dios, una enorme bendición que solo Dios puede prodigar y nadie más.
Aunque el nacimiento de un ser humano sea “cotidiano”, sigue siendo milagroso. Pero sobre todo, aunque sea cotidiano, la razón de ser de cada persona es la intervención de Dios. Existimos porque Dios nos quiere en este mundo, existimos porque Él nos eligió, porque antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué” (Jeremías 1: 5).
Así que la razón de nuestra existencia es Dios. Ninguna otra cosa de este mundo puede explicar nuestra existencia de manera satisfactoria. Cuando agradecemos nuestra existencia a nuestros padres, parecería lógico que ellos se quedaran atónitos y sin palabras. Pues no es la madre quien formó al hijo en su vientre, ella simplemente es portadora de un milagro, de una intervención de Dios, de una bendición. De forma que si los padres son tan honestos como los padres de Juan, señalarían al Señor y les dirían a todos: Este niño es la prueba de que el Señor “nos visitó”.
El sentido de nuestra vida no se agota solo con la explicación biológica de nuestra existencia. Nuestros padres pueden explicarnos la biología, pero nunca podrán explicar la aspiración de infinito que llevamos en el corazón, esa aspiración que nunca se sacia con las cosas de este mundo. Solo Dios puede saciar esa sed existencial.
Y cuando nos enfrentamos con situaciones extremas como el dolor, la enfermedad, la muerte o incluso una alegría profunda… solo Dios le puede dar sentido y plenitud; solo con Dios entendemos que el dolor y la muerte tienen un sentido.
Solo con Dios entendemos que la muerte no es el fin, que somos trascendentes y podemos aspirar a la felicidad eterna. Y también, ante una situación gozosa y alegre, siempre está allí Dios completando nuestra gratitud y nuestras lágrimas de felicidad, y se alegra con nosotros.

Dios Sana La depresión

La depresión es sin duda uno de los problemas más comunes de nuestro tiempo. Dado que la depresión es tan común, ha sido llamada como el resfriado común de las enfermedades emocionales. Según Everett Worthington, “la depresión es como una espiral descendente iniciada por la pérdida de control, y empeorada por la falta de energía y el pensamiento negativo”. El diccionario define la depresión como “un sentimiento de desesperanza extrema”. Esta emoción se manifiesta en reacciones parecidas a: Todo está perdido, quiero abandonar, no lo puedo hacer.
“Nadie está exento de la depresión”
Resultado de imagen de Dios Sana La depresiónNadie, ni los grandes líderes espirituales de la Biblia estuvieron exentos de la depresión. El salmista David la experimentó: “¿Por qué te abates, oh, alma mía? ¿Por qué te turbas dentro de mí?” (Salmos 42:5). Moisés clamó, “No puedo yo solo soportar a todo este pueblo, que me es pesado en demasía. Si así lo haces tú conmigo, yo te ruego que me des muerte.” (Números 11:14-15). Elías, el gran profeta, combatió con victoria la depresión solo un día después de su gran triunfo en el Monte Carmelo, cuando desafió a los profetas de Baal, y vio a Dios contestando a su oración de una manera poderosa.
“Dios nos da la solución”
Cuando miramos a estos héroes bíblicos, nos damos cuenta de que la depresión no hace acepción de personas. Todo el mundo se deprime en ocasiones. La pregunta es entonces, ¿cuál es el remedio de Dios para curar la depresión? Echémosle un vistazo a la solución que Dios proveyó a Elías, porque es una que todos podemos usar.
Paso 1. “La depresión no es un pecado”
Démonos cuenta de que la depresión no es un pecado, sino un síntoma. La forma en que respondemos a la depresión puede ser pecaminosa, pero la emoción en sí misma no lo es. El pecado puede llevar a la depresión, pero todas las depresiones no vienen del pecado. La depresión es como una luz de advertencia en un vehículo. La forma de apagar la luz de advertencia no es destruyéndola, sino encontrando el problema. Cuando la depresión se establece, algo profundo dentro está mal.
“Tu salud integral es fundamental”.
Paso 2. Restaura tu cuerpo físico.
“Entonces él (Elías), se recostó bajo el árbol y se quedó dormido. De repente, un ángel lo tocó y le dijo: ‘Levántate y come’” (I Reyes 19:5). El remedio de Dios conlleva descanso, alimentación, y relajación. No debemos olvidar el papel que juegan nuestros cuerpos en nuestras emociones. Algunas personas de modo consciente se descuidan físicamente. Contra eso, debes obtener el suficiente descanso, comer una dieta equilibrada y hacer ejercicio regularmente.
Paso 3. Renuncia a tu frustración para Dios.
El Señor le preguntó: “¿Qué haces aquí, Elías?”, y Elías respondió: ‘He sentido mucho celo por el Señor Dios Todopoderoso. Los hijos de Israel han dejado tu alianza, han derribado tus altares, y han muerto a cuchillo tus profetas. Y yo solo he quedado, y me buscan para quitarme la vida»(I Reyes 19:9-10). Elías se desahogó con Dios, y expresó sus sentimientos internos. Dios le permitió a Elías expresar sus frustraciones sin condenarlo o criticarlo. Sin importar lo mal que parezcan nuestras circunstancias, nunca debemos dejar de comunicarnos con Dios. Comparte tu corazón. No tienes que ser elocuente o creativo; simplemente deja que Dios sepa cómo te sientes. Renunciar a tu frustración conlleva una limpieza de todo lo que ha sido empujado hacia dentro de ti y ha creado estas emociones negativas.
Paso 4. Refresca tu conciencia con la presencia de Dios.
“El Señor dijo: ‘Sal fuera y ponte en el monte delante del Señor’” (I Reyes 19:11). Nada te aliviará como entrar en la presencia de Dios y darte cuenta de que te ama y cuida de ti, independientemente de cómo te sientes. Dios nunca prometió que esta vida sería feliz, pero prometió ir con nosotros a través de todo nuestro dolor. Si estás deprimido, pasa tiempo a solas con tu Biblia y Dios. A medida que lees, permites que Dios te hable y te ame. No hay mejor antidepresivo que la comunicación, y la comunión con Dios.
Paso 5. Redirige tu vida.
Dios le dio a Elías una nueva misión. “Vuélvete por tu camino, y ve al desierto de Damasco. Al llegar allí, ungirás a Hazael rey de Siria”(I Reyes 19:15). La forma más rápida para derrotar la depresión es dejar de ahogarse en la autocompasión. Deja de mirarte a ti mismo y empieza a buscar en las necesidades de los demás. Encuentra a personas menos afortunadas e invierte tu vida en ellas. Cuando te entregas a los demás, Dios se entregará a ti. Jesús dijo: “Todo aquel que pierda su vida por mí, la hallará” (Mateo 16:25).
“Paso 6. Renueva una amistad.
Renueva una amistad. “Así que Elías se fue de allí y encontró a Eliseo, hijo de Safat,” (I Reyes 19:19). Las personas deprimidas necesitan verdaderos amigos. No luches contra la depresión solo. Busca a un amigo que te brinde apoyo y aliento; alguien que te ayude a ver las circunstancias como son, no como las percibes.
Conclusión.
Eugene Kennedy dijo: El negocio principal de la amistad es sostener y hacer soportables las cargas del otro. “Cristo puede levantarte de la depresión. Él te puede ayudar. Él puede sanar". ¡No tienes que dar traspiés deprimido por la vida!
"Muchas veces tenemos que continuar por el bien del futuro. Y en ocasiones no hay lugar para esconderse, sino para ser fuertes y valientes, y afrontar la situación de nuestras vidas. Cuando perseveramos, al final somos fuertes, completos y sin carencia de nada.”
 

Jesús en mi ciudad

“Y arribaron a la tierra de los gadarenos, que está en la ribera opuesta a Galilea.” Lucas 8:26
El mayor milagro que Jesús puede hacer en una persona es cambiar su carácter por completo. Imaginemos, pues, cuánto puede hacer Jesús por una ciudad completa.

Pensemos en el momento en que llegamos a una ciudad a la que nunca hemos visitado. Bajamos del autobús y, ¿qué es lo primero que esperamos ver?; si es una ciudad grande, lo que pensamos encontrar es mucha gente, muchos coches, tal vez transportes públicos diferentes a los que conocemos. Si es un pueblo pequeño esperamos ver poca gente, personas en bicicleta, perros en la calle, personas aún en caballo, la mayoría de las personas caminando pues todo lo tienen cerca de casa, algún terreno baldío…

Resultado de imagen de Jesús en mi ciudadAhora imaginemos Gadara.

Jesús llegó al puerto de la ciudad en barco, esperando encontrar multitudes que lo buscaran para que les hiciera algún milagro; o incluso, personas que tenían alguna duda sobre la ley. Pero eso no fue con lo que se encontró Jesús. Salió a recibirlo un hombre muy conocido de la ciudad: Al llegar él a tierra, vino a su encuentro un hombre de la ciudad, endemoniado desde hacía mucho tiempo; y no vestía ropa, ni moraba en casa, sino en los sepulcros” (Lucas 8:27)
Este hombre estaba desnudo, vivía en el cementerio y sobre todo, estaba endemoniado. ¿Qué hubiéramos hecho si nos lo encontramos en la calle? Pensemos en lo que sentía la gente de la ciudad cuando lo veían acercarse; pero cuando Jesús llegó a Gadara y se encontró con el endemoniado, sucedió algo que la ciudad no esperaba que sucediera (versículos. 30-33).
Jesús sabía que los habitantes de esa ciudad estaban aterrorizados por las obras, maldades y destrozos de estos demonios. Mas Jesús amaba tanto a los habitantes de esa ciudad, que los libró sacando a la legión de demonios que tenía este joven. Con el milagro que Jesús hizo en este muchacho no solo se benefició él, su familia y sus amigos; se benefició toda la ciudad.

Cerca de Samaria

“Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea.” (Lucas 17:11)
Jesús estaba haciendo sus viajes de costumbre, pero esta vez decidió no pasar por Galilea ni Samaria. Pasó por una aldea pequeña que estaba entre estas dos ciudades. Cuando estaban a punto de llegar a la aldea, diez leprosos le gritaron desde lejos: ¡Maestro, ten misericordia de nosotros!” (versículo 13)
Jesús sabía la necesidad de estos hombres y también sabía la fe que ellos tenían en Él. La lepra era la peor enfermedad, no había cura para ella. Las personas que contraían esta enfermedad eran separadas de sus familiares y seres queridos a un lugar apartado. Jesús sabía el deseo que tenían estos hombres de volver a ver a sus hijos, papás, esposas, o amigos que estaban en el pueblo y que, a causa de su enfermedad, tuvieron que dejar.
Jesús también sabía las razones morales y las cuestiones de salud con las que se regían los judíos (Levítico 13). Por esa razón envió a los leprosos a que los revisara el sacerdote, y cuando llegaron allí su enfermedad había sanado.
Solo uno regresó para dar gracias a Jesús. Pero pensemos mejor en la alegría que sintieron las familias de estos diez hombres al verlos regresar a casa completamente sanos. Suponiendo que cada hombre estaba casado, tenía 2 hijos y ambos padres vivos, ¿cuánta gente se benefició con este milagro?: 1 leproso + 1 esposa + 2 padres + 2 hijos = 6 personas por leproso = 6 personas x 10 leprosos = 60 personas
Además, no estamos contando a los amigos y vecinos que se alegraron por la sanidad de cada uno de estos hombres. Y si tenían hermanos, primos, tíos, abuelos, etc.

domingo, 19 de enero de 2020

El fruto del Espíritu en el creyente

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” Gálatas 5:22-23 
Resultado de imagen de El fruto del Espíritu en el creyenteEn el mundo espiritual existen dos clases de árboles que dan fruto, el árbol del fruto bueno y el del fruto malo. La Palabra de Dios nos enseña que el hombre bueno saca de su corazón lo bueno y el hombre malo saca de su corazón lo malo. Porque de lo que está lleno el corazón de eso hablamos (Lucas 6:43-45).
Asimismo, la Biblia nos dice que el carácter del cristiano es producido por el Espíritu Santo, no por su propio esfuerzo. Por lo que si vivimos por el Espíritu, debemos andar por el Espíritu.
¿Cuáles son los frutos del Espíritu que caracterizan el carácter cristiano?

Amor: Busca siempre el bien de los demás.

Amar es una decisión madura que no se basa en emociones. Es un compromiso; compromiso de proteger y querer (amar) a nuestro prójimo como a uno mismo, sin importar las circunstancias. (Juan 3:16Juan 15:9Juan 15:12-141 Juan 4:7-12)

Gozo: Un gozo o alegría perpetuo sin importar las circunstancias.

El gozo va más allá de lo económico, el éxito o los bienes materiales; proviene de nuestro interior, lo produce el Espíritu Santo. El creyente experimenta el gozo en su vida, al recibir a Cristo en su corazón, porque sin haber visto a Jesús, por su fe recibe la salvación en Cristo. (Lucas 10:21Juan 17:13Juan 16:22-241 Pedro 1:8-9)

Paz: Vive confiado entre las personas.

El creyente experimenta la paz cuando reconoce a Dios como Soberano y Todopoderoso, le entrega su vida y el control de las circunstancias. Vive libre de temores, miedos y pensamientos de angustia, porque como dice la Biblia, solo Jehová nos hace vivir confiados (Salmos 4:8Isaías 9:6-7Romanos 14:19Filipenses 4:6-7).

Paciencia: Tardo para la ira y grande en misericordia.

Hacer caso omiso a los agravios y mantener la calma. Tener dominio propio le permite al creyente dominar sus impulsos y reacciones ante una injusticia, enfrentamiento o ataque espiritual. El entendido guarda silencio, pero el necio crea contienda (Éxodo 34:6Proverbios 14:29Proverbios 15:181 Tesalonicenses 5:14Santiago 5:8-9).

Las dos caras del dolor

Producto de los acontecimientos que ocurren en nuestra vida, sentimos distintos tipos de dolores. Padecemos dolores físicos cuando nos duele una muela o el estómago. Dolores emocionales cuando discutimos con un amigo o cuando un novio/a nos deja. Así mismo, sentimos dolores espirituales cuando le fallamos a Dios y estamos arrepentidos. Nuestra vida es garante de que tendremos dolores y padecimientos, pero Dios siempre estará en medio de ellos, porque lo ha prometido.
Resultado de imagen de Las dos caras del dolorSin embargo, la pérdida de un familiar, el desempleo, el divorcio, reiteradas desilusiones amorosas, etc., van dejando una cuenta con saldo negativo en las personas. Veamos, por ejemplo, cómo dos personas “mayores” (viejecitos, tatas, abuelos, o como quieran llamarlos) se encuentran y comienzan a contarse toooooooooda la serie de achaques que tienen: artritis, taquicardia, presión alta, viudez, abandono de los hijos y un largo etcétera. Tal pareciera una competencia por ver quién es el “number one de las desgracias”, y pareciera ser que ninguno de los dos escucha; su propia experiencia parece no ser oída por el otro interlocutor.
Mucho se habla de un concepto mal empleado en nuestra sociedad: la empatía. Se dice que es “identificarse” con la experiencia emocional de otros; que no es lo mismo que “contagio emocional”, esto es: tú lloras, y yo lloro y me amargo contigo. Empatía es llegar a conectarse con la situación que vive otro, imaginando cómo se siente e intentando ser comprensivo lo máximo posible. Es “descentrarse” de nuestro propio foco y dejar de pensar que siempre los “MI” o los “Yo” son más importantes que los “Tú”. Ahora bien, ser empático es un proceso, no se logra de un día para otro y es solo para valientes capaces de pensar en los demás y ponerse en segundo lugar… ¿Te suena a alguien conocido? ¡Correcto! Jesús es un ejemplo de empatía y de “vestirse” de pecador para poder comprender lo difícil que es el vivir en la carne. Por eso se entregó hasta la muerte, para ser capaz de ser un buen intercesor ante el Padre, sabiendo, en carne propia, lo que es ser un simple ser humano, de carne y hueso.
Jesús sabía que iba a morir y nunca se lo restregó a nadie en la cara. Su muerte física nunca llegaría a ser tan importante como la consecuencia que iba a producir, su significado. Pudo haberse quejado, haber reclamado y haberle dicho a los discípulos que dejaran de quejarse. A fin de cuentas, Jesús sería el que lo iba a pasar peor. Todos podemos llegar a estar de acuerdo con eso. Sin embargo, Jesús nos enseña millones de cosas a través de su vida, cosas que aún no terminamos de aprender.

¿Por qué Dios permite que la gente inocente sufra?

Esta es una de las preguntas más difíciles de responder para un Cristiano.
El "problema del dolor", como una vez dijo el conocido erudito cristiano C.S. Lewis, es el arma más potente esgrimida por el ateísmo contra la fe cristiana.

Toda la ciencia y la historia, bien entendidas, se sustentan en la tesis de la existencia de Dios. Esta evidencia es tan fuerte, que, como dice la biblia, "dice el necio en su corazón: No hay Dios" (Salmo 14:1). 
Muchos ateos, sin ninguna evidencia objetiva en la cual basar su creencia en que "no hay Dios", deben recurrir finalmente a objeciones filosóficas. Y este problema del sufrimiento es la más grande de ellas.
Wheelchair with man laying next to it. Photo copyrighted.Así pues, dicen ellos, ¿cómo puede un Dios de amor permitir en su mundo cosas como guerras, enfermedades, dolor y muerte, especialmente cuando sus efectos, a menudo son sentidos más intensamente por quienes son aparentemente inocentes? Entonces Él no es un Dios de amor y es indiferente al sufrimiento humano, o Él no es un Dios de poder, y, por lo tanto, es incapaz de hacer algo al respecto. En cualquier caso, el Dios Bíblico, quien es supuestamente dueño del poder absoluto y del perfecto amor, viene a ser de un anacronismo imposible… ¡O eso es lo que ellos dicen!

La pregunta es de una gran dificultad, pero el ateísmo realmente no es la respuesta, ni tampoco el agnosticismo. Aunque hay mucho mal en el mundo, aún hay mucho más bien. La prueba es el simple hecho de que la gente normalmente trata de aferrarse a la vida lo más que puede. Además, todos, instintivamente, reconocen que “bueno” es de un orden superior a “malo”.
También debemos reconocer que nuestras mentes fueron creadas por Dios. Solo podemos usar nuestras mentes hasta donde Él lo permite y, además, sería totalmente presuntuoso para nosotros, usar la mente para cuestionarlo a Él y sus motivos.
"El juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?" (Génesis 18:25)
"¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así?" (Romanos 9:20).
No hemos establecido por nosotros mismos los estándares de qué es correcto o no. En realidad, solo el Creador de todo puede hacerlo. Debemos creer esto, en nuestra mente y corazón, lo entendamos o no, que cualquier cosa que Dios haga es, por definición, correcta.
Habiendo aceptado esto por fe, somos libres de buscar formas con las cuales podamos obtener beneficios espirituales del sufrimiento en nuestra vida, de la misma forma que de las bendiciones. Del mismo modo que consideramos estas cosas, es de gran ayuda mantener continuamente las siguientes verdades en nuestra mente.

Realmente, no existe ningún “inocente” sufriendo el merecido castigo de Dios. Aunque,
puesto que "Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:23). No hay nadie que tenga el derecho de librarse de la ira de Dios basado en su inocencia.
Tan pronto como los bebés, u otros que puedan ser mentalmente incompetentes, puedan distinguir lo correcto de lo incorrecto, está claro, según las Escrituras y la experiencia universal, que ellos ya siendo pecadores por naturaleza, inevitablemente serán pecadores por elección propia tan pronto como sean capaces de serlo.

El mundo está hoy bajo la maldición de Dios —Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer y comiste del árbol de que te mandé diciendo: “No comerás de él”, maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida (Génesis 3:17), a causa de la rebelión del hombre en contra de la Palabra de Dios.
Esta "esclavitud de la corrupción" de "toda la creación gimiendo a una, y a una con dolores de parto hasta ahora" (Romanos 8:21-22), es universal; esto es, afecta a todos los hombres, mujeres y niños en todo lugar. Mas Dios no creó el mundo de esta forma, y un día pondrá todas las cosas en orden nuevamente. En ese día "Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor" (Apocalipsis 21:4)

jueves, 16 de enero de 2020

¿Qué dice la Biblia acerca del evangelio de la prosperidad?

En el evangelio de la prosperidad, también conocido como la “Palabra de Fe,” se le dice al creyente que utilice a Dios, mientras que la verdad del cristianismo bíblico es justamente lo opuesto: Dios utiliza al creyente. La Palabra de Fe, o la teología de la prosperidad, ve al Espíritu Santo como un poder para ser utilizado de la manera que el creyente lo desee, cuando, realmente, la biblia enseña que el Espíritu Santo es la Persona que habilita al creyente para que haga la voluntad de Dios. 

Resultado de imagen de ¿Qué dice la Biblia acerca del evangelio de la prosperidad?El movimiento del evangelio de la prosperidad es muy parecido al de algunas de las sectas de destructiva avaricia que se infiltraron en la iglesia primitiva. Pablo y los otros apóstoles nunca consintieron en adaptarse o conciliarse con los falsos maestros que propagaban tal herejía. Los identificaron como falsos maestros peligrosos y urgían a los cristianos a huir de ellos.

Pablo advirtió a Timoteo acerca de las “disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia. . . Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Timoteo 6:5, 9-11). 

Si las riquezas fueran una meta estimable para los piadosos, Jesús las habría perseguido. Pero no lo hizo. Por el contrario, prefirió no tener un lugar donde recostar la cabeza (Mateo 8:20) y enseñar a Sus discípulos a hacer lo mismo. También hay que recordar que el único discípulo que estaba preocupado por las riquezas era Judas.

Pablo dijo que la avaricia es idolatría (Efesios 5:5) y previno a los efesios para que evitaran a cualquiera que llevara un mensaje de inmoralidad o avaricia (Efesios 5:6-7). La enseñanza de la prosperidad niega que Dios trabaje por Él mismo, por su propia voluntad, dando a entender que Dios no es Señor de todo, porque Él no puede obrar hasta que nosotros le permitamos hacerlo. La fe, de acuerdo con la doctrina de la Palabra de Fe, no es una confianza sometida a Dios; la fe es una fórmula por medio de la cual manipulamos las leyes espirituales, que los maestros de la prosperidad creen que gobiernan el universo. Como implica el nombre “Palabra de Fe,” este movimiento enseña que la fe tiene que ver más con lo que digamos, que en quién confiamos o qué verdades adoptamos y afirmamos en nuestros corazones.

Sacrificio

Todos los años en Alaska, hay una carrera de 1.000 millas de trineos con perros, donde el ganador obtiene un premio de mucho dinero y prestigio. Lo que pocos saben es que esta carrera conmemora una carrera original cuyo propósito era salvar vidas.
Efectivamente, en Enero de 1926 en el pueblo de Nome, Alaska, Richard Stanley, un niño de seis años, mostró signos de difteria, una enfermedad que suele ser tan rápida de evolución que acaba en pocas horas con el enfermo. Un día después murió el niño y ante el peligro de una pandemia de esta enfermedad entre todos los del pueblo, el Dr. Curtis Welcha comenzó a inmunizar a todos los niños y adultos con un suero antidiftérico experimental. Pero en poco tiempo se acabó su provisión, y el suero más cercano se encontraba en la ciudad de Nenana, Alaska, a una distancia de Nome de 1,000 millas y a través de un desierto congelado.
Resultado de imagen de carrera de trineo con perrosAsombrosamente, un grupo de hombres se ofreció voluntariamente a hacer el viaje con sus trineos con perros. Trabajando en relevos, un trineo empezó desde Nome mientras otro, cargando el suero, empezó desde Nenana. A pesar de la congelación parcial de sus dedos y orejas, a pesar de su fatiga y agotamiento, estos hombres prosiguieron en su esfuerzo durante 144 horas, con vientos en contra enormes y temperaturas de hasta –50 grados centígrados, hasta hacer llegar el suero antidiftérico a Nome.
Como resultado de este gran sacrificio, solo murió una persona más. El sacrificio de estos hombres inestimables había proporcionado el regalo de la vida a un pueblo entero.
¿Te recuerda esta historia lo que hizo Dios por nosotros? Entregó a su hijo por toda la humanidad.

En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros. Así también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos. 1 Juan 3;16
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Filipenses 2:5-8
Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aun pecadores, Cristo murió por nosotros. Romanos 5:8
De tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, sino que tenga vida eterna.  Juan 3.16


¿Predestinados?

Este tema causa mucha controversia en muchos ámbitos. Tanto cristianos como ateos y agnósticos se cuestionan si estamos o no predestinados en este mundo. Muchos apuestan porque sí lo estamos, otros porque existe el libre albedrío que nos faculta con la capacidad de poder escoger qué hacer y qué no. Sin defender ninguno de los puntos ni entrar en debates o controversias, detengámonos solo un momento en una historia.
Imagen relacionadaUna pareja de adolescentes de clase trabajadora mantienen una relación. Nadie sabe de la vida de sus padres y parece ser que no tuvieran hermanos. Para sobrevivir, el joven trabaja desempeñándose en un oficio menor y la joven no estudia ni trabaja. Las circunstancias los llevan a que la joven quede embarazada; su pareja se asusta y decide dejarla. Después de pensarlo mejor decide quedarse con ella y hacerse cargo del hijo. Por circunstancias políticas deben partir del lugar en el que viven, dejando lo poco y nada que tenían; en medio de este viaje la joven comienza a sufrir contracciones que anuncian que el bebé va a nacer. Sin ninguna posibilidad de dirigirse a un hospital o pagarle a una partera, el desesperado joven busca un lugar donde pueda descansar su mujer y dar a luz a su hijo. No encuentra ninguno apropiado y después de mucho buscar encuentran un granero maloliente; la joven no puede esperar más, y en medio de condiciones paupérrimas de salubridad da a luz a su bebé, que no puede ser pesado ni medido, y tampoco lo registran,... ni siquiera lo limpian. En medio de la asquerosidad del entorno una vida vio la luz… y trajo la luz. Ese niño fue Jesús.
Jesús nació de padres muy jóvenes, incluso ella era adolescente; se quedó embarazada sin estar casada. El padre de Jesús era carpintero y casi la dejó (a ella) cuando se enteró de su embarazo. Nació en condiciones de insalubridad extremas, en medio de mal olor y heces de animal. No tenía ninguna posibilidad de ser controlado por un pediatra o un médico de la época. Tampoco sus padres tenían un techo para proporcionarle en aquel entonces, ni mucho menos las comodidades necesarias para un recién nacido. Imaginemos a María dando a luz en esas condiciones... se nos eriza la piel. Jesús no tenía ninguna posibilidad de ser lo importante que fue si vemos sus orígenes. No nació en una “cuna de oro” y tampoco contó con el escenario perfecto para su llegada. Si un trabajador social fichara su caso, seguro que se lo hubiese quitado a sus padres y lo hubiese dejado en un hogar de protección, porque su índice de vulnerabilidad era muy alto, era arriesgado su caso.
Si pensamos en el origen de Jesús y analizáramos su historia vital, podríamos deducir que seguramente estaba predestinado para ser un delincuente juvenil, un drogadicto, padre adolescente, atrevido con sus padres... ¡cualquier cosa! Sin embargo, Jesús fue todo lo contrario. El mensaje que Dios quería darnos a partir del origen de Cristo, era que no importa lo que creamos que somos o a dónde creemos que vamos, lo que importa es lo que Él dice de nosotros. Dios dijo que Jesús era Su hijo, y Jesús dijo que Él era el camino, la verdad y la vida. Dijo que era el rey de los judíos, el Salvador, el Mesías. Dios usó un humilde y vulnerable inicio para transformarlo en un final al más puro estilo hollywoodense.

No importa de dónde vengas. No importa tu apellido, color de piel, origen, clase social, educación, ubicación geográfica, estrato socioeconómico o antecedentes familiares; tú eres lo que Cristo dice que eres, y eso no es más ni menos que ¡HIJO DEL REY!