“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” Gálatas 5:22-23
Asimismo, la Biblia nos dice que el carácter del cristiano es producido por el Espíritu Santo, no por su propio esfuerzo. Por lo que si vivimos por el Espíritu, debemos andar por el Espíritu.
¿Cuáles son los frutos del Espíritu que caracterizan el carácter cristiano?
Amor: Busca siempre el bien de los demás.
Amar es una decisión madura que no se basa en emociones. Es un compromiso; compromiso de proteger y querer (amar) a nuestro prójimo como a uno mismo, sin importar las circunstancias. (Juan 3:16, Juan 15:9, Juan 15:12-14, 1 Juan 4:7-12)
Gozo: Un gozo o alegría perpetuo sin importar las circunstancias.
El gozo va más allá de lo económico, el éxito o los bienes materiales; proviene de nuestro interior, lo produce el Espíritu Santo. El creyente experimenta el gozo en su vida, al recibir a Cristo en su corazón, porque sin haber visto a Jesús, por su fe recibe la salvación en Cristo. (Lucas 10:21, Juan 17:13, Juan 16:22-24, 1 Pedro 1:8-9)
Paz: Vive confiado entre las personas.
El creyente experimenta la paz cuando reconoce a Dios como Soberano y Todopoderoso, le entrega su vida y el control de las circunstancias. Vive libre de temores, miedos y pensamientos de angustia, porque como dice la Biblia, solo Jehová nos hace vivir confiados (Salmos 4:8, Isaías 9:6-7, Romanos 14:19, Filipenses 4:6-7).
Paciencia: Tardo para la ira y grande en misericordia.
Hacer caso omiso a los agravios y mantener la calma. Tener dominio propio le permite al creyente dominar sus impulsos y reacciones ante una injusticia, enfrentamiento o ataque espiritual. El entendido guarda silencio, pero el necio crea contienda (Éxodo 34:6, Proverbios 14:29, Proverbios 15:18, 1 Tesalonicenses 5:14, Santiago 5:8-9).
Paciencia: Tardo para la ira y grande en misericordia.
Hacer caso omiso a los agravios y mantener la calma. Tener dominio propio le permite al creyente dominar sus impulsos y reacciones ante una injusticia, enfrentamiento o ataque espiritual. El entendido guarda silencio, pero el necio crea contienda (Éxodo 34:6, Proverbios 14:29, Proverbios 15:18, 1 Tesalonicenses 5:14, Santiago 5:8-9).
Benignidad: Amable y buena conducta en Cristo.
Siempre preparados para servir a los demás y hacerlos sentir bienvenidos y complacidos. Actitud apacible y agradable mostrando siempre respeto. Nuestra buena conducta avergonzará a los murmuradores y a los que quieran sembrar cizaña (1 Pedro 3:15-16, Colosenses 3:11-12, 2 Timoteo 2:24).
Bondad: Generoso de manera sincera.
Dios nos salvó no por obras que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia y por su gracia para que fuésemos rescatados del infierno, por su amor y bondad. (Tito 3:4-7, Salmos 23:6, Efesios 5:8-10, Gálatas 6:9-10)
Fe: Confianza, esperanza y convicción de lo que no se ve.
Implica firmeza en la relación con Dios, lealtad hacia los amigos e integridad en el cumplimiento de las responsabilidades asumidas. Convicción de que Dios interviene y obra a nuestro favor. (Hebreos 11:1, Hechos 26:18, Isaías 11:5, Hebreos 3:6, Mateo 23:23)
Mansedumbre: Humilde de corazón, tranquilo, apacible.
Jesús es humilde y manso. Nos exhorta a ser cómo Él, de tal manera que seamos testimonio y mediadores ejerciendo la fortaleza y dominio propio. Mansedumbre no significa debilidad. (Mateo 11:28-30, Proverbios 15:33, 1 Corintios 4:21, Mateo 5:5, 1 Pedro 3:15-16a)
Templanza: Dominio propio.
Controlar nuestro temperamento, cediéndole el control al Espíritu Santo para que nuestras emociones y acciones estén sujetas al Espíritu, a fin de hacer la voluntad de Dios. (Lucas 22:41-42, 1 Pedro 2:23, Proverbios 29:11, 2 Pedro 1:5-7)
Conclusión
Permanezcamos en Dios en el pámpano de la vid que lleva mucho fruto, y como el árbol plantado junto a corrientes de aguas, si deseamos dar fruto, que nuestro alimento sea la oración, la lectura de la Palabra de Dios y hacer la voluntad de Dios (Juan 15:4-5) (Salmos 1:1-3).
Seamos lumbreras en el mundo. No permitamos que el mundo apague nuestro fruto del Espíritu (Efesios 5:8-11) y hagamos raíces profundas para Cristo, llenando nuestras canastas de fruto para su gloria (Jeremías 17:7-8).
No hay comentarios:
Publicar un comentario