Todos los años en Alaska, hay una carrera de 1.000 millas de trineos con perros, donde el ganador obtiene un premio de mucho dinero y prestigio. Lo que pocos saben es que esta carrera conmemora una carrera original cuyo propósito era salvar vidas.
Efectivamente, en Enero de 1926 en el pueblo de Nome, Alaska, Richard Stanley, un niño de seis años, mostró signos de difteria, una enfermedad que suele ser tan rápida de evolución que acaba en pocas horas con el enfermo. Un día después murió el niño y ante el peligro de una pandemia de esta enfermedad entre todos los del pueblo, el Dr. Curtis Welcha comenzó a inmunizar a todos los niños y adultos con un suero antidiftérico experimental. Pero en poco tiempo se acabó su provisión, y el suero más cercano se encontraba en la ciudad de Nenana, Alaska, a una distancia de Nome de 1,000 millas y a través de un desierto congelado.
Asombrosamente, un grupo de hombres se ofreció voluntariamente a hacer el viaje con sus trineos con perros. Trabajando en relevos, un trineo empezó desde Nome mientras otro, cargando el suero, empezó desde Nenana. A pesar de la congelación parcial de sus dedos y orejas, a pesar de su fatiga y agotamiento, estos hombres prosiguieron en su esfuerzo durante 144 horas, con vientos en contra enormes y temperaturas de hasta –50 grados centígrados, hasta hacer llegar el suero antidiftérico a Nome.
Como resultado de este gran sacrificio, solo murió una persona más. El sacrificio de estos hombres inestimables había proporcionado el regalo de la vida a un pueblo entero.
¿Te recuerda esta historia lo que hizo Dios por nosotros? Entregó a su hijo por toda la humanidad.
En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros. Así también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos. 1 Juan 3;16
En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros. Así también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos. 1 Juan 3;16
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Filipenses 2:5-8
Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aun pecadores, Cristo murió por nosotros. Romanos 5:8
De tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, sino que tenga vida eterna. Juan 3.16
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