jueves, 8 de febrero de 2018

El billete estropeado

Un reconocido conferenciante dio inicio a su seminario mostrando un billete ante las doscientas personas que lo escuchaban, y les preguntó: “¿A quién le gustaría tener este billete de cien euros?”
Las manos del público de inmediato comenzaron a levantarse.
billete arrugadoEl conferenciante continuó: “Muy bien, voy a entregarlo a uno de ustedes, pero antes, déjenme hacer esto…”entonces tomó el billete entre sus manos, y como si fuera un papel a lanzar al cesto de basura, lo estrujó. Y nuevamente preguntó: “¿Y ahora quién quiere el billete?” Muchas manos continuaban todavía alzadas en señal de aprobación.
Bien, replicó el conferenciante, ¿y ahora qué tal si hago esto?“… y  arrojando el billete al suelo, comenzó a pisotearlo. Después lo levantó, arrugado y sucio, para insistir en la pregunta: “¿Qué dicen: alguien aún lo desea ?”. Las manos del público asistente permanecían levantadas.
“Amigos míos, dijo el conferenciante, todos ustedes han aprendido una lección muy valiosa: No importa lo que le pasaba al billete; ustedes lo querían igualmente, porque su valor, pese al maltrato, jamás disminuyó.
¡Qué buena lección para aplicarla a nuestra vida cotidiana!,  pues muchas veces a lo largo de la existencia somos golpeados por los problemas, maltratados por las crisis, pisoteados por las calamidades... ¿O cuántas veces hemos sido objeto de traiciones, vejaciones, deslealtades, abusos, etc, por parte de quienes nos rodean, sintiéndonos en esos momentos despreciados, disminuidos, sin valor?
Es bueno que recordemos entonces que pese a lo maltrechos que nos encontremos en el camino, y que aunque para otros podríamos ser objeto de desprecio, en cambio para Dios por su infinita bondad, siempre seguimos manteniendo el mismo valor.
Puse en el Señor toda mi esperanza; él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. Me sacó de la fosa de la muerte, del lodo y del pantano; puso mis pies sobre una roca, y me plantó en terreno firme”. (Salmos 40:1,2)

lunes, 5 de febrero de 2018

Jesús, de invitado a señor

Juan 2:1-12
I. Jesús estuvo presente
Esta es la primera lección que tenemos que aprender. Para que se opere una transformación en la vida de una pareja y en todos los hogares, es necesario que Cristo ocupe el primer lugar en nuestras vidas.
La tragedia del hogar contemporáneo consiste precisamente en la ausencia de nuestro Señor Jesucristo, ya que la presencia de Él fortalece la convivencia familiar. Estar presente significa seguridad.
Resultado de imagen de Jesús, de invitado a señorEs importante poder entender que el Señor no opera a control remoto, ni como cualquier electrodoméstico que por botones los hacemos funcionar; nuestra civilización falla precisamente por la ausencia de la presencia personal de Cristo. Es oportuno llevarlos a pensar en la importancia de que el divino Maestro ocupe un lugar de preferencia en nuestra familia.

II. Jesús estuvo presente porque fue invitado
Jesús no llegó accidentalmente ni por casualidad. Recibió una invitación personal y participó. Es necesario que todos los hogares entiendan que para que el Señor Jesucristo se haga presente tiene que ser invitado.
Cristo acepta la invitación y participa de esta fiesta familiar. Su presencia significa todas las relaciones, todos los sentimientos y todas las alegrías. Nada humano le es extraño. Es en este santuario familiar donde hará su primer milagro y manifestará su gloria.
Cristo es respetuoso de la intimidad familiar y solo participa en la conciencia y en la voluntad del hogar cuando se le invita a entrar. Él no entra violando puertas y cerrojos, sino por una invitación expresa. Si no es así, no entrará.
Él mismo dice: “Si alguno oyere mi voz, yo entrare a él, y cenaré con él y él conmigo”. Apocalipsis 3:20  De esta forma manifiesta su respeto a la intimidad familiar. Estos jóvenes de la Cena de Galilea que están dando sus primeros pasos en la vida familiar, se dieron cuenta de que Jesús no tenía una tarjeta de invitación personal. Entonces decidieron invitarlo. Podríamos pensar: ¿Qué diría aquella tarjeta de invitación? No sabemos, pero entendemos que por la invitación Cristo honró el matrimonio que Dios había instituido.

Cómo encontrar satisfacción

FILIPENSES 4:11-13 “No lo digo porque yo esté necesitado, pues he aprendido a contentarme con lo que tengo. Sé lo que es vivir en la pobreza, y también lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a hacer frente a cualquier situación, lo mismo a estar satisfecho que a tener hambre, a tener de sobra que a no tener nada. A todo puedo hacerle frente, gracias a Cristo que me fortalece.”
DIOS nos ha dado muchas cosas para que las disfrutemos. Pero con frecuencia, vivimos llenos de agitación en vez de satisfacción. Cuatro prácticas que generan insatisfacción son:
  1. El ajetreo. Vivimos corriendo de una actividad a otra. JESÚS no se apresuraba por nada, y aún así realizó lo que su Padre le mandó hacer. Ni una vez dijo a sus discípulos que anduvieran más rápido. Incluso, elogió a María por haber decidido pasar tiempo con ÉL. (Lucas 10:39,42)
  2. La perspectiva terrenal. Muy a menudo vivimos enfocados en nuestras circunstancias. Nuestras mentes piensan en las actividades de la semana, del mes o del año próximo. Con razón el deleite de la vida sigue siendo escurridizo. La solución es tener una perspectiva eterna que reconozca que DIOS tiene el control y que nuestro objetivo es complacerlo.
  3. La presión auto-impuesta. Todos hemos experimentado las cargas inevitables de las responsabilidades. Pero nos imponemos presiones innecesarias cuando dejamos que el “tienes que” y el “debes” nos gobiernen. El remedio es acudir a DIOS, reconocer el derecho que ÉL tiene de decirnos lo que debemos hacer y pedirle que nos indique Su plan.
  4. Actitudes poco saludables. El perfeccionismo, el sentimiento de culpa y la falta de entusiasmo debilitan nuestro deleite de la vida.
La satisfacción se halla en una vida que refleje las prioridades de DIOS, y pasar tiempo con ÉL es lo primero. Al leer Su Palabra nos volvemos conscientes del gran amor del Padre, aprendemos lo que ÉL considera importante y experimentamos el gozo de pertenecer al Señor. 
Padre Celestial: Gracias por las bendiciones que nos das diariamente. Ayúdame a poder leer Tu Palabra diariamente para conocerte y entender cuál es tu voluntad para mí. Que todo lo que haga sea de tu agrado. Te lo pido en el nombre de Cristo, amén.

No importa el tiempo

Hablar de la espera es un tema fácil para quien lo dice, pero difícil para quien tiene que hacerlo. Saber que el tiempo pasa y la respuesta no llega es doloroso. Estas palabras van dedicadas a quienes están esperando la respuesta de Dios y no la han recibido, a quien se ha cansado de orar y llorar, y no ve terminar su difícil situación. 
no importa el tiempoOramos a Dios por algo de muchas formas, en muchas ocasiones, en diferentes momentos, y la respuesta simplemente “no llega”; entonces piensas si estás haciendo algo mal, si no eres bueno, si no lo mereces, hasta si estarás pagando por algún error que cometiste; toda clase de pensamientos pasan por nuestra mente cuando estamos esperando que algo se cumpla, lo que hace que olvidemos que Dios actúa de maneras sorprendentes e inimaginables, y pensamos que a Él pareciera no importarle lo que hicimos o lo que nos merecemos. Él simplemente se dedica a amarnos y a hacer lo que sea para que estemos bien.
Si has pensado que ha pasado mucho tiempo desde que expusiste a Dios tu necesidad, no es un tiempo perdido. Dios también nos prepara para que en el momento que Él responda estemos listos para recibir lo que quiere darnos. Quizá pienses... ¡pero llevo años esperando! Dios conoce tu anhelo, pero está preparando algo más grande de lo que piensas.
Dios sabe lo que sientes, qué piensas y qué estás pasando en estos momentos, pero Él siempre tiene una manera de recordarnos cuánto nos ama y todo lo que está dispuesto a hacer; no pienses en el tiempo que ha pasado como si fuese un camino muy largo, pues a pesar de que ya has caminado mucho por esa senda, ten por seguro que estás más cerca de llegar a la meta, a la tierra prometida.
La fidelidad de Dios sobrepasa todo entendimiento. No importa el tiempo ni las circunstancias, ÉL NO SE HA OLVIDADO DE TI.
Pidámosle a Dios que podamos conocer ese amor, que es más grande de lo que podemos entender, para recibir todo lo que Dios tiene para darnos. Y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros. Efesios 3;19-20

Oyendo la voz de Dios

«Pero Pedro y Juan respondieron diciéndoles: “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios”». Hechos 4: 19
Pedro y Juan son dos historias parecidas. Llegaron a Jesús con su temperamento orgulloso e impetuoso, que les creaba constantes problemas. ¡Ay de los que se cruzaran en su camino! 
Resultado de imagen de Oyendo la voz de DiosUn día Juan pidió que cayese fuego del cielo y acabase con los samaritanos. Pedro desenvainó la espada y le cortó la oreja a Malco. Pedro estaba siempre levantando la mano para ser el primero. Juan le pidió a su madre que intercediese ante el Maestro para garantizarle un lugar especial en el futuro reino de Cristo.
Pedro era el hombre rudo, grosero y lleno de improperios; Juan, el hijo del trueno. Ambos eran pobres esclavos de un temperamento egoísta y prepotente, y alegaban siempre que todo lo hacían en nombre de la justicia.
¿Acaso Juan no había pedido permiso para hacer descender fuego del cielo sobre una aldea de samaritanos que no quisieron recibirlos? ¿Acaso Pedro no había sacado la espada para defender a su Maestro? ¿No era justicia lo que ambos defendían?
Cuántas veces, en nombre de Jesús, herimos a las personas, destrozamos corazones, arrancamos lágrimas de inocentes. Sentimos la voz de Dios, diciendo: «Hijo, no, así no», o hijo, es de esta otra manera, pero no le hacemos caso. La voz interior de nuestros gustos y conveniencias personales es mayor.

viernes, 2 de febrero de 2018

El poder de la oración

… dijeron los hijos de Israel a Samuel: «No ceses de clamar por nosotros a Jehová, nuestro Dios, para que nos guarde de manos de los filisteos. 1 Samuel 7;8 
Un día que estaba profundamente preocupada por un ser querido, encontré ánimo en una parte de la historia de Samuel, un sabio líder de los israelitas. Leer sobre su intercesión por el pueblo de Dios al enfrentar un problema, intensificó mi decisión de orar por esa persona a quien yo amaba.
Los israelitas se enfrentaban a la amenaza de los filisteos, quienes los habían derrotado anteriormente cuando el pueblo de Dios dejó de confiar en Él (1 SAMUEL 4).
Después de arrepentirse de sus pecados, se enteraron de que los filisteos iban a atacarlos. Sin embargo, esta vez le pidieron a Samuel que continuara orando por ellos (7:8), y el Señor respondió claramente creando confusión entre sus enemigos (verso 10). Aunque los filisteos eran más poderosos que los israelitas, el Señor era más poderoso que todos ellos.
Cuando sufrimos por los desafíos que enfrentan aquellos a quienes amamos, y tememos que la situación no cambie, puede que nos veamos tentados a creer que el Señor no va a actuar. Pero nunca deberíamos subestimar el poder de la oración, ya que nuestro Dios amoroso escucha nuestras plegarias. No sabemos cómo obrará en respuesta a nuestras peticiones, pero sí sabemos que nuestro Padre anhela que nos aferremos a su amor y confiemos en su fidelidad.
Padre, me asombra cómo escuchas
y respondes mis oraciones.
Dios nos oye cuando oramos.

¿Hay pruebas de que Dios contesta las oraciones?

Podrían citarse innumerables historias de enfermedades curadas, exámenes superados, arrepentimiento y perdón otorgado, relaciones restauradas, niños hambrientos alimentados, recibos pagados, y vidas y almas salvadas a través de la eficacia de la oración. Así que, sí, hay muchas evidencias de que Dios contesta las oraciones. Sin embargo, la mayoría de las evidencias son personales, lo cual molesta a muchos que solo piensan en la “evidencia" como algo observable, medible y que reproduce algo.
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La Escritura enseña claramente que las oraciones son contestadas. Santiago 5:16 afirma que “La oración eficaz del justo puede mucho." Jesús enseñó a sus discípulos que "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queráis, y os será hecho." (Juan 15:7)1 Juan 3:22 se hace eco de esta verdad, diciendo que "cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de Él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de Él. "


Además, las Escrituras están repletas de historias de oraciones contestadas. La oración de Elías por fuego del cielo (2 Reyes 1:12), la oración de Ezequías para liberación (2 Reyes 19:19), y la oración de los apóstoles por denuedo (Hechos 4:29) son solo tres ejemplos. Puesto que estos relatos fueron escritos por testigos oculares de los hechos, constituyen pruebas claras de la oración contestada. Se podría, por supuesto, replicar que la Escritura no presenta evidencias observables en el sentido "científico". Sin embargo, ninguna declaración de las Escrituras ha sido refutada concluyentemente, por lo que no hay razón para dudar de su testimonio. De hecho, llamar algunos tipos de pruebas como "científicas" y otras como "no científicas" es una distinción artificial y difusa. Esta distinción puede hacerse solo a priori, es decir, antes de la evaluación de los datos. En otras palabras, la elección de evaluar la eficacia de la oración solo a la luz de las evidencias observables, no es una decisión motivada por datos sino por compromisos previos filosóficos. Cuando esta restricción arbitraria es relajada, los datos bíblicos hablan claramente por sí mismos.

En ocasiones, diversos grupos de investigadores han llevado a cabo un estudio científico sobre la eficacia de la oración. Sus hallazgos son generalmente que la oración no tiene ningún efecto (o incluso un efecto negativo) en, por ejemplo, el tiempo de recuperación promedio de personas en la atención médica. Pero, ¿cómo hemos de entender los resultados de estudios como estos? ¿Hay alguna razón bíblica para oraciones no contestadas?

Salmos 66:18 dice: "Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado." Asimismo, 1 Juan 5:15 relaciona nuestra recepción de "lo que pedimos" con nuestra obediencia a los mandamientos de Dios. Santiago señala que "Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites." (4:3). Así, pues, unas razones para oraciones no contestadas son los pecados inconfesos y las malas motivaciones.

Aunque un amigo te haya fallado

Es triste y lamentable que alguien al que considerabas tu amigo te decepciona de la peor manera. ¡Qué sorpresa tan grande es descubrir que lo que pensabas que era esa persona, era solo un espejismo! Y hoy, que lo ves tal cual es, sin máscaras ni maquillaje, solo puedes sentir un dolor profundo causado por la traición y la desilusión.
Aunque Jesús sabía que Judas lo traicionaría, eso no evitó que en su corazón Él sintiera angustia, dolor y pesar. De la misma manera debió sentirse cuando Pedro lo negó en tres ocasiones, o ante la incredulidad de Tomás cuando no creyó ante Él que había resucitado. Habían caminado y estado con Jesús, y sin embargo no lo conocían plenamente. En momentos en que la amistad no había sido suficiente, sintieron temor o incredulidad y se dejaron llevar por ellos.
A veces tenemos en nuestra lista, a supuestos amigos que si no ven, no creen. Que prometen que estarán contigo, pero cuando llega el momento critico, se esconden, abandonan, huyen o desaparecen. Olvidan sus promesas, faltan a su integridad. Esos dolores son parte de la vida. En el mundo siempre habrá gente así. Más no los odies, mejor eleva una plegaria a Dios por ellos y, aunque sea difícil, deséales lo mejor. Porque si decides desear lo peor para ellos, solamente lograrás atraer a tu vida la negatividad y los sentimientos que destruyen el alma. Ya ves que la vida es un boomerang, lo que sembrares un día recogerás.

El Verbo divino

En el evangelio del apóstol Juan se lee una introducción teológica sobre el verbo, En el principio era el Verbo, el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios. Juan 1:1. Es una expresión que hace alusión directa a la palabra de Dios, que genera vida y su materialización en Jesucristo, hijo de Dios hecho hombre.
Resultado de imagen de el verbo divinoEste concepto de verbo divino es, sin duda, una de las más profundas descripciones de la naturaleza inherente a Dios, en tanto palabra, en lo que pasó a ser (el Dios viviente) y lo que significó (sus enseñanzas). 
1. “En el principio era el verbo…”
a). El verbo, desde un punto de vista meramente lingüístico, se constituye en el valor intrínseco e inherente de cualquier enunciado. Sin él ninguna oración tendría un significado total. Podemos ver en este primer verso teológico de Juan, la importancia de establecer que el verbo se constituyó en el ser y/o estado espiritual en el cual las cosas fueron hechas.
b). El verbo es la parte más importante del lenguaje porque expresa acciones y estados: Así es como se puede justificar que la palabra haya existido desde el origen y principio de los tiempos. Por ella Dios ordenó a las cosas que existiesen, y por ella Él se manifestó ante sus hijos.
2. El verbo hecho carne
a. El verbo tiene el poder divino, manifestado a través de su corporeidad física y espiritual en Jesús: Esta palabra de Dios, profetizada por tantos hombres creyentes, se hizo realidad en Jesucristo, el hijo de Dios, en la forma humana.
b. “Jesucristo, imagen de Dios invisible” (Colosenses 1:15): Así el verbo se hizo carne y por lo tanto, la promesa se hizo realidad, como fiel reflejo del poder de la palabra de Dios.