Efesios 4:1-6
Dios nos ha escogido para ser los representantes de Cristo en la tierra, y Pablo nos desafía a tener vidas dignas del llamado que hemos recibido, el maravilloso privilegio de ser llamados propiedad de Cristo.
La gente observa nuestras vidas (Efesios 4:1)
Efesios 4:1 “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados“.
La vocación con que fuimos llamados (para lo que lo ha llamado Dios, tal cual es su don), ¿siente que Dios lo ha llamado para llevar una forma de vida diferente a la del mundo?
1 Pedro 2:9 “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable“.
Pablo dice que somos parte de un solo cuerpo y, por otra parte, la Biblia habla que Dios ha dado diferentes dones a la Iglesia (1 Corintios 12). Pablo compara el cuerpo de Cristo con un cuerpo humano, en el que cada parte tiene una función especial que es necesaria al cuerpo en su totalidad.
Las partes son diferentes en su propósito, pero a pesar de sus diferencias deben laborar juntas. Dos errores son comunes en el cuerpo de creyentes. (1) Sentirse demasiado orgulloso de sus habilidades, y (2) pensar que no tiene nada que aportar u ofrecer al cuerpo de creyentes. Pero la Iglesia está compuesta por muchas personas con una variedad de dones y habilidades.
Nadie logrará ser perfecto aquí en la tierra (Efesios 4:2)
Efesios 4:2 “con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor“.
Pablo recomienda a los creyentes que debemos aceptarnos y amarnos los unos a los otros a pesar de nuestras faltas. Cuando veamos errores en otros creyentes, deberemos actuar con paciencia y amabilidad.
Efesios 4:3 “solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz“.
Guardar la unidad es una de las funciones importantes del Espíritu Santo. Hechos 1:14 “Todos estos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos“.
Ahora bien, Dios sabía que esto no siempre es posible porque una persona sola no puede mantener la unidad. Pablo no pide que los cristianos hagan la unidad, porque solo Dios puede establecer ese vínculo; pero los creyentes sí tienen la responsabilidad de tratar de mantenerla. Esta es la unidad del Espíritu.