viernes, 29 de junio de 2018

Amando

Es reconfortante sentirnos amados por alguien o por algunos, lo que nos da un sentimiento de seguridad que nos produce una sensación de equilibrio emocional, que, a su vez, nos da aliento para vivir de una manera exitosa en nuestro tránsito por esta tierra. Pero lo doloroso en estos casos, es que a nuestro alrededor existe un sin número de personas que por muchas razones deberían amarnos, pero de los cuales nunca recibimos esas muestras de amor, aunque conocen que éste es un elixir maravilloso que todo humano necesita.
Resultado de imagen de AmandoVivimos alarmados por lo que está aconteciendo en el mundo, y cuya causa principal es el desamor que existe como consecuencia lógica de vivir separados de Dios. Pero aunque esto nos duele, no nos alarma su acontecer, porque es consecuencia natural del pecado, y que además se encuentra recogido en las páginas de la biblia cuando nos dice: por haberse multiplicado la maldad el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:12).
Llegados a este punto, deberíamos hacernos una pregunta: ¿existe esa maldad en la Iglesia? Si no es así, aquellas personas que comparten la vida cristiana con nosotros, ya sea en el ministerio o como simples miembros del cuerpo de Cristo, ¿por qué hablan tanto del amor de Dios, pero no lo muestran?
No disfrutar de que otros me demuestren amor sería como negar el poder transformador de las escrituras, cuando expresan que el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu santo que nos fue dado. Dios nos ama aun sin merecerlo.
El ser favorecidos con el amor de Dios no depende de ningún mérito de parte del receptor. No por ser vosotros el más numeroso de todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos, sino porque Jehová os amó y quiso guardar el juramento que hizo a vuestros padres; por eso os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado de la servidumbre, de manos del faraón, rey de Egipto. Deuteronomio 7:7-8).
Más aún, el amor de Dios se extiende hacia su pueblo a pesar de las infidelidades de éste. Por tanto, si como dicen las escrituras, Dios nos ha hecho miembros de su ejército, ¿por qué no mostrarnos amor los unos a los otros?
Si como soldados luchamos uno al lado del otro, los dardos de fuego que el enemigo envía pueden hacer blanco igual en nosotros o en el hermano que tenemos al lado nuestro en la trinchera. Por lo que elevemos una oración al cielo de que amemos de obras y no de palabras.
“…El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor…” (Romanos 13:10)
¿Hay personas a las que amas? Quizás mañana no estén y hayas perdido la oportunidad de darles muestras de amor.
Si quieres que en tu iglesia se produzca una epidemia de amor, comienza a contaminar con ese virus a todos aquellos que dices amar.

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