martes, 13 de octubre de 2015

¿Policía o defensor?

Siendo hijo único, en mi niñez constituí un pequeño grupo con dos niños que vivían frente a mi casa. Íbamos a todos lados juntos, Fernando era de mi edad y era con el que mejor me entendía, con el que siempre jugaba. Leandro era unos dos años mayor y su función era cuidarnos de nosotros mismos y de los demás. Siendo mayor, Leo iba a otra clase en el colegio, pero cuando alguien nos amenazaba o intentaba agredirnos, recuerdo que amenazábamos y decíamos: ¡mirad, que va a venir Leandro!. Era nuestra garantía de que no iba a quedar impune ningún atropello. Hoy recuerdo con cariño a este par, y a Leo cuidándome… Todos necesitamos a alguien que nos defienda.
Si llega Timoteo, procuren que se sienta cómodo entre ustedes, porque él trabaja como yo en la obra del Señor. Por tanto, que nadie lo menosprecie. Ayúdenlo a seguir su viaje en paz para que pueda volver a reunirse conmigo, pues estoy esperándolo junto con los hermanos. (1 Corintios 16:10-11).
Pablo está terminando de escribirle a los Corintios y les dice: Una cosa más, me tratan bien a Timoteo. Parece ser que Timoteo era de esas personas que sufrían a menudo atropellos. Tal vez por ser el secretario de Pablo era blanco de los celos de los hermanos. A todos les gusta estar en la mesa del pastor, y cuando ese lugar lo ocupa otro a menudo aparecen las envidias. No debería ser así… pero sucede a veces.
O tal vez era de esas personas que están predestinadas para el tortazo. Son personas que tienen una personalidad amable y son algo torpes en algunos sentidos, y entonces son víctima de constantes atropellos por parte de algunos prepotentes.
También Timoteo era muy joven para su edad, y no era considerado por su función sino por su experiencia casi nula. Pablo, en su carta personal a Timoteo le vuelve a repetir: “Que nadie te menosprecie por ser joven” (1 Timoteo 4:12)
Lo cierto es que sea por una o todas estas cosas, Pablo sale en defensa de Timoteo. Siempre es bueno tener a alguien que nos defienda. Cuando yo me peleaba con Fernando o con Leandro, la mamá de ellos los defendía, y mi “tía” Angelita me defendía a mí… esa mujer me amaba. ¡Qué bien que se siente que te defiendan!
Pienso en el hijo menor de la parábola de Lucas y de cómo el hermano mayor, en vez de defenderlo, le echa tierra. Cómo lo acusa con su padre… Qué triste esa actitud… Qué dolor no querer entrar a la fiesta de su hermano por celos, por envidia… Tristísimo.
Uno de los rasgos que la Biblia nos dice de Cristo, es que Él nos defiende: Yo los quiero a ustedes como a hijos. Por eso les escribo esta carta, para que no pequen. Pero si alguno peca, Jesucristo es justo y nos defiende ante Dios el Padre. (1 Juan 2:1 TLA)
Y como no podía ser de otra manera, el diablo hace lo contrario delante de Dios: El diablo ha sido arrojado del cielo, pues día y noche, delante de nuestro Dios, acusaba a los nuestros. (Ap.12:10b)
¡Qué pedazo de “chivato”! El diablo vive para acusarnos! ¿No tiene otra cosa que hacer? … Pero tranquilos, tenemos a Cristo y.... Qué bueno es tener a alguien que nos defienda.
Leo y yo hemos crecido y no nos vemos porque estamos alejados. Solo queda el recuerdo de lo que fue… pero Jesús vive siempre para interceder por mí. (Hebreos 7:25)
Volverme el “Pablo” para algunos “Timoteos” que están en el mundo. Ser un hermano mayor verdadero y no uno falso, como el de la parábola de Lucas 15. Qué bueno es proteger a alguien, ser el mecenas de otro, convertirme en el impulsor de alguien. No es otra cosa que devolver el favor que a diario recibo de Jesús.
Señor, deja que alguien agradezca cada día que yo existo, como seguro que Timoteo agradecía que tenía a Pablo, como cada día yo agradezco que te tengo a ti. Todos necesitamos a alguien que nos defienda… ayúdame a ser con otros como Tú eres conmigo. Gracias Jesús. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario