Los hijos deben agradecer a sus padres por todo lo que les dieron en vida: por su amor, su cuidado, su formación, y los valores, principios e ideales que les transmitieron. Sin embargo, cuando llegan al estado de matrimonio, ya se trata de una nueva familia. Los dos nuevos cónyuges traerán a ese nuevo hogar, obviamente, mucho de su hogar de origen, en términos de creencias, valores, principios, costumbres y características emocionales. No es prioritario que desechen como inútil todo ese bagaje, pero ahora es necesario que conformen un nuevo hogar con su propia identidad, identidad que ellos mismos le imprimirán. En algunos casos, voluntariamente, escogerán sostener muchos de los valores paternos, y en otros optarán por desecharlos para establecer los propios.
En primer lugar, es muy importante que los nuevos cónyuges se distancien de sus padres físicamente y vivan en su propio hogar. Un error que cometen muchas parejas es vivir con algunos de los suegros. Es muy importante que la nueva pareja tenga su propia casa suficientemente distanciada de los padres de ambos. Además de haber posibles fricciones entre suegros y yernos o nueras, la convivencia con la familia de origen de alguno de los dos, puede traer sus propias fricciones a la pareja, lo que no les permite afirmar su propia personalidad como nueva familia.
Y, en segundo lugar, “dejará” a su padre y a su madre en el sentido de la dependencia emocional, en cuanto a la toma de decisiones y la forma en que se manejará el nuevo hogar. Nadie debe entrometerse en la intimidad de la nueva familia, en cómo manejan sus cuestiones de diversa índole (económicas, laborales, recreativas, educación de los hijos, etc.), aunque pueden dar un consejo si se lo piden.
Una de las cosas más importantes de la vida es formar un nuevo hogar e ir imprimiéndole su propia identidad. Y es la única forma de madurar, de crecer. Cuando sentimos que somos soberanos de nuestra vida, de nuestro hogar, y sabemos que todo depende de nosotros para la subsistencia y el estilo de vida, nos hacemos fuertes y nos desarrollamos como personas.
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