“Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”.
( Juan 3:16 NVI)
Acostumbramos a mirar hacia atrás, y a veces, petrificadas como estatuas de sal, permitimos que la amargura inunde nuestra alma. Retumban en nuestra cabeza las palabras frías llenas de dureza, cual témpano de hielo, con las que se nos quiere convencer de que no somos la opción de felicidad de alguien a quien amamos, o que solo cumplimos parcialmente los requisitos exigidos por las altas expectativas de alguien, inconforme con las bendiciones que Dios ha puesto en su camino.
Sí, eres una bendición, vales la sangre de aquel que incondicionalmente, entregó la vida por ti. Jesús no dudó en ofrecer TODO porque sabía que eras un tesoro, que aunque eres un ser humano con muchos defectos, nuestro Padre se esmeró, por hacer de ti, su niña consentida, su princesa bonita, su hermoso tesoro.
Eres una hija de Dios, no permitas que te maltraten, eres maravillosa, aunque las voces que a tu alrededor escuchas quieran convencerte de lo contrario. Vale, no eres perfecta, y Dios, no desea que lo seas. Él anhela que entiendas que no hay nadie como tú, eres única y especial.
Sonríe, aprópiate de tu linaje, tus malas experiencias del pasado no definen tu futuro. Hoy puedes cambiar tu realidad porque en Cristo encontrarás esperanza, reposo en momentos de angustia, y serás totalmente libre.
El tiempo pasa y no lo podemos detener, y si en tu cuerpo tienes una cicatriz, sabrás que cuando sufriste esa herida, dolió, sangró pero finalmente sanó. Tiempo después, quizás años, la ves y aunque continúa allí, al presionarla ya no duele, ya no sangra, pero recuerdas como si fuera ayer, las circunstancias por las cuales apareció.
Te rechazaron, te golpearon, te sientes derrotada, fracasada, sin dignidad, la soledad te abruma cada día, pesa lo anterior, a causa de situaciones vividas tiempo atrás, en su momento, el dolor era intenso, lloraste amargamente, y a lo mejor, aún lloras, te sientes morir…rechaza estos sentimientos negativos, sé libre, rompe tus cadenas, el amor de Jesús es mucho más grande, y estás a tiempo para disfrutar el amor incondicional que Él te brinda.
Date prisa, no te detengas, adelante está la bendición. Tu recompensa la tienes al frente, no la ves porque te encuentras perdiendo tiempo tratando de agradar al mundo, de cumplir falsas expectativas, de caminar fuera de la voluntad de Dios, de nadar contra corriente.
Tu padre es Dios, Señor de Señores, Rey Todopoderoso, siempre vencedor, ¿de verdad crees que carece de la capacidad de hacerte feliz?, Él te ha mostrado el camino, ¡NO LO IGNORES MÁS!
“Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús”.
(Filipenses 3:13-14 NVI)
No hay comentarios:
Publicar un comentario