domingo, 15 de marzo de 2015

¿Qué dice la Biblia acerca de la virgen María?

María, la madre de Jesús, era una mujer que fue descrita por Dios como “muy favorecida” (Lucas 1:28). La frase “muy favorecida” viene del griego, y significa esencialmente, “mucha gracia”. María recibió la gracia de Dios. La gracia es “un favor inmerecido”, es algo que recibimos a pesar de no merecerlo. María necesitaba, al igual que el resto de nosotros, de la gracia de Dios. Ella misma comprendió este hecho, al declarar en Lucas 1:47, “Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.” Reconoció que necesitaba ser salvada, que necesitaba a Dios como su Salvador. La Biblia nunca dice que María fuera otra cosa que una mujer humana normal, pero eso sí, a quien Dios eligió usarla de una manera extraordinaria. Sí, era una mujer justa y favorecida (con gracia) por Dios (Lucas 1:27-28). Al mismo tiempo, también fue un ser humano pecador, como todos los demás, que necesitaba a Jesucristo como su Salvador, al igual que todos los demás (Eclesiastés 7:20Romanos 3:236:231 Juan 1:8).

María no tuvo una “inmaculada concepción” – no hay ninguna razón bíblica para creer que el nacimiento de María fue otra cosa que un nacimiento humanamente normal. María era virgen cuando dio a luz a Jesús (Lucas 1:34-38), pero la idea de una virginidad perpetua de María es anti-bíblica (Mateo 1:25), en la que hablando de José, declara, “Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre Jesús.” La palabra “hasta” indica claramente que José y María tuvieron relaciones sexuales después del nacimiento de Jesús. José y María tuvieron varios hijos después de que Jesús nació. Jesús tuvo cuatro hermanos; Jacobo, José, Simón, y Judas (Mateo 13:55). También tuvo hermanas, pero no se mencionan sus nombres ni
 el número de ellas (Mateo 13:55-56). Dios bendijo y favoreció a María dándole varios hijos, lo cual en esa cultura, era una clara indicación de la bendición de Dios hacia una mujer.

En cierta ocasión en la que Jesús estaba hablando, una mujer de entre la multitud exclamó, “Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste” (Lucas 11:27). Nunca hubo una mejor oportunidad para que Jesús declarara que María era en realidad, digna de alabanza y adoración. ¿Mas cuál fue la respuesta de Jesús? “Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.” (Lucas 11:28). Para Jesús, la obediencia a la Palabra de Dios era MÁS IMPORTANTE que la mujer de quien nació. En ninguna parte de la Escritura Jesús, o alguien más, dirige alguna alabanza, gloria o adoración a María. Elisabet, la pariente de María, alabó a María en Lucas 1:42-44, pero su alabanza estaba basada en el hecho de que María daría a luz a Jesús. No estaba basada en ninguna gloria inherente a María.


María estuvo allí en la cruz cuando Jesús murió (Juan 19:25), estuvo con los apóstoles en el día de Pentecostés (Hechos 1:14). Sin embargo, ella nunca vuelve a ser mencionada después del capítulo uno del libro de los Hechos. En ningún momento los apóstoles le concedieron a María un papel prominente. Su muerte no está registrada en la Biblia, y nada se dice de María acerca de su ascensión al cielo, o de ser de alguna forma, exaltada en el cielo. María debe ser respetada como la madre terrenal de Jesús, pero no es digna de adoración. En ninguna parte indica la Biblia que María puede escuchar nuestras oraciones, o que puede ser mediadora para nosotros ante Dios. Jesús es nuestro Único abogado y mediador en el cielo (1 Timoteo 2:5) Si se le hubiera ofrecido alabanza, adoración, u oraciones, María hubiera dicho lo mismo que los ángeles: “¡Adora a Dios!” (Apocalipsis 19:1022:9) María misma establece el ejemplo para nosotros, dirigiendo su alabanza, adoración y glorificación solamente a Dios, “Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones, porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre” (Lucas 1:46-49).



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